Un año después de la gran manifestación del 15 de febrero de 2003 en nuestro país contra los planes estadounidenses de atacar Iraq, ¿qué se ha conseguido?
«Depende del tipo de propósito. Si éste era impedir la guerra, el fracaso fue rotundo; pero yo nunca me engañé en el sentido de que EE UU fuera a detener la maquinaria militar por los millones de manifestantes en todo el mundo. En cambio, no lo fue desde el momento que creó un principio de conciencia mundial sobre la paz y su oposición, la guerra. Así, por primera vez se produjo una manifestación en todo el mundo por defender la paz y la soberanía de un país».
El 16 de octubre, la ONU legitimó la presencia de tropas extranjeras en Iraq…
«Un momento, no legitimó. La resolución del Consejo de Seguridad hizo un acto de cinismo político: un reconocimiento de hechos consumados, porque el Consejo de Seguridad no puede legitimar una agresión dado que contradice el espíritu y la carta de la ONU. Ahora bien, nada impide que el Consejo de Seguridad avalar una situación de hecho sin entrar en más profundidades, siendo las resoluciones del Consejo de Seguridad una violación flagrante de la carta de Naciones Unidas».
¿Dónde queda pues la ONU?
«En este momento, la ONU no juega ningún papel. El descrédito de la ONU viene desde la agresión a Yugoslavia porque el uso unilateral de la fuerza adquirió, de repente, carta de naturaleza en las relaciones internacionales. El Consejo de Seguridad se prestó a este juego. En Yugoslavia sitúo yo la ruptura del orden mundial nacido de la II Guerra Mundial, que alcanzó su máxima expresión en la agresión brutal en Iraq».
Si desapareciese la ONU, ¿se crearía un peligroso vacío?
«Naciones Unidas sigue siendo necesaria, porque siempre es mejor disponer de un organismo de discusión, debate y un mínimo entendimiento que no tener nada. Desde el gobierno de Reagan, EE UU ha lanzado una campaña indiscriminada contra la ONU y el multilateralismo; por tanto, el mayor favor que se le podía hacer a EE UU sería derrumbar esta institución internacional, que tiene en su haber un balance positivo desde 1945. Por otro lado, la ONU se creó sobre dos pivotes: la URSS y EE UU. Desaparecido el primero, hoy la ONU se resiente en su mecanismo de funcionamiento: EE UU actúa como le da la gana. Por eso, la necesidad de reformar la Organización de las Naciones Unidas».
¿Y la Unión Europea?
«La UE no es un Estado, sino una asociación de países con intereses contrapuestos, con Gran Bretaña como caballo de Troya. La UE sirve para muchas cosas en el campo comercial y económico, para menos en el político y para nada en lo militar. Yo creo que vivimos una etapa de transición entre el mundo que fue y el mundo que se va a construir; vivimos una ficción de unilateralidad, porque EE UU, salvo en lo militar, no tiene condiciones para ser un poder hegemónico en el mundo. La primera economía mundial es la europea, Rusia tiene un gran arsenal atómico, China está condiciones de ser un gran poder mundial…EE UU está viviendo de las rentas. Dentro de 15 ó 20 años desaparecerá esta ficción y se consolidará un mundo multipolar».
¿Ayuda en algo a este multipolarismo el proyecto de Constitución europea?
«A mí me preocupa más la fragmentación profunda ocasionada por la guerra en Iraq que la Constitución. El marco legal se puede modificar; lo relevante es la situación interna de Europa y su incapacidad para constituirse en una instancia internacional única».
¿Qué sentido tienen los tribunales internacionales si EE UU no los acepta?
«Toda constitución de tribunal internacional es un avance para la humanidad en su conjunto. Que haya un grupo de países que lo boicotean o rechazan, no quita valor a estas iniciativas. El poder es siempre reacio a sujetarse a normas legales; la lucha de la humanidad ha sido, desde sus orígenes, la creación de un marco jurídico que limite el poder de los poderosos. Hoy, el orden jurídico internacional es más justo que el existente en 1939. Esto es una lucha, es decir, un proceso; hay que rehuir de las derrotas temporales y situarse en una visión de largo plazo».
14 de Marzo, elecciones generales. 20 de Marzo, manifestación internacional contra la ocupación extranjera en Iraq. ¿Demasiado cerca?
«Son dos hechos distintos. En la votación se toma en cuenta intereses más próximos; la lucha por la paz es más próximo a la utopía. Una persona, por ejemplo, puede estar en contra de la guerra y, al mismo tiempo, votar al PP si cree que el PP le proporciona mayor seguridad en sus intereses inmediatos».
Pero, ¿influirá a la hora de votar la coyuntura internacional?
«En el voto influyen varios factores. En las elecciones generales creo que se va a sentir más que en las pasadas regionales y locales, dado que en éstas últimas influye mucho la cercanía o desconocimiento de los candidatos. También puede haber, no obstante, una incapacidad de la izquierda para hacer suya esa insatisfacción de la sociedad. En España y en el orden internacional, la izquierda está un poco paralizada, porque desapareció el paradigma del socialismo real que representaba la URSS, vino la avalancha del capitalismo neoliberal y ante éste no se ha sabido articular una respuesta coherente. No se puede pedir a la gente que vaya más allá de lo que la izquierda ha podido. Esa situación de incertidumbre influye a la hora de votar que inclina a la gente por la alternativa ya conocida».
¿Sirven los Foros Sociales Mundiales para esta respuesta?
«Sí, mucho. Se debaten ideas nuevas; se abren nuevas visiones en los sectores inquietos. Eso es muy importante en estos momentos en que lo viejo no acaba de morir y lo nuevo no acaba de nacer. La gente quiere escuchar ideas nuevas sobre la multiplicidad de problemas del mundo».
¿Por qué EE UU quiere imponer el ALCA (Acuerdo de Libre Comercio para América) en 2005?
«Es una visión estratégica. La UE es un proyecto de futuro con un ámbito de expansión muy grande hacia los países del Este, Rusia y América Latina. EE UU es todo lo contrario: un proyecto agotado, no tiene hacia dónde expandirse, sus mercados tradicionales están cada día más mermados en América Latina y Asia. EE UU con el ALCA quiere tragarse América Latina para reservarla como mercado de sus productos. Pero tiene tres graves problemas: primero, sus políticas han empobrecido a todos estos países, provocando revueltas sociales y, segundo, la corrupción, el expolio, la deuda externa reducen aún más esta capacidad adquisitiva y, por último, la UE está captando buena parte de este mercado. El Acuerdo de Libre Comercio de América carece de la profundidad necesaria».
Por último, no hemos tocado un territorio tan grande como Africa. ¿Cuál es su papel en este contexto de fuerzas internacionales?
«El mundo se ha olvidado de Africa. Pero hay dos grupos de países africanos: los hay muy viables, muy ricos, por ejemplo Libia, Sudáfrica, Namibia, en medio, países olvidados de dios. Africa preocupará a Europa a partir de la bomba demográfica, aproximadamente hacia el 2050, que triplicará la población africana. Eso supone el colapso medioambiental, una masa migratoria inagotable. Para detenerlo tendrán que hacer, por ver primera, una política hacia Africa que no sea de expolio y rapiña».