A los 27 años de las primeras elecciones democráticas (15 de junio de 1977) y a los casi 26 de la aprobación de la Constitución, es necesario hacer un sucinto balance del estado de la democracia, en general, en los partidos y organizaciones y en el PCE, partiendo de los hechos políticos, de las diferencias entre deseos y realidades, de las actitudes colectivas y personales. Para enmarcar una propuesta organizativa en las necesidades políticas, debe tenerse en cuenta la situación en su conjunto. Los comunistas no somos algo aparte de la sociedad, sino que nacimos para contribuir a la emancipación social, cultural y política de la humanidad.
De esta manera, se inicia el documento debatido y aprobado en el Comité Ejecutivo del PCE del 22 de mayo último, que servirá de base, junto a las aportaciones de los asistentes al mismo, para la Conferencia Político-Organizativa de los próximos 3 y 4 de julio. Este informe contiene una propuesta política, más otras de las secretarías de Organización, Comunicación, Formación, Mujer, Movimientos Sociales y UJCE.
Este documento plantea que debemos rescatar el debate sobre el poder, sobre su conquista, en qué condiciones; no sólo hacer la política de las reformas «posibles» sin ningún horizonte más amplio y perspectiva estratégica.
Antes de pasar a las propuestas para el debate en esta Conferencia, el texto recuerda que en el XVI Congreso, en la tesis sobre el PCE e IU, se afirma: «Después de 15 años de experiencia, podemos decir que subestimamos las dificultades que para nuestro Partido iba a suponer la construcción de un movimiento político y social como IU. Ciertamente, las motivaciones electorales, la gran expectativas social suscitada y la confluencia política y social alcanzada nos hizo pensar que encontraríamos, sin demasiadas dificultades, los caminos para superar las contradicciones que el proyecto conllevaba».
A continuación, se pregunta cuáles son esas contradicciones y apunta las siguientes: la identidad de IU, las relaciones con el movimiento obrero clásico y los nuevos movimientos que convergen en la movilización por otro mundo posible; la democracia y la formación de la voluntad colectiva; el programa y la elaboración colectiva y las nuevas formas de participación y acción políticas.
Más adelante, el informe sitúa como problema urgente la recuperación de la democracia interna en la organización; el último periodo ha sido especialmente dañino en este sentido y como PCE debemos aportar la insistencia constante y la contribución efectiva donde tengamos responsabilidades a que esto cambie. Y, en concreto, menciona dos cuestiones: la constitución del Partido de la Izquierda Europea y la Conferencia de Organización de IU.
En el segundo de los casos, el PCE plantea, entre otras, las siguientes líneas de trabajo:
– Defender todas las formulaciones que hemos ido acumulando en el sentido de reformas políticas internas (papel de las áreas, rotación, carácter colectivo, equilibrio de género…) y exigir que se cumplan.
– Discutir y revisar las estructuras tan pesadas que se han ido consolidando en el modelo organizativo de IU, que no se corresponden ni con los medios que realmente tenemos ni, menos aún, con un movimiento político y social como pretendemos proclamarnos. Relanzamiento de las áreas de elaboración.
– Explorar y discutir formas de control y participación abiertas a la militancia difusa y, en general, a los sectores sociales que quieran discutir y acordar la política con IU, en una especie de «democracia participativa».
– Redefinir la forma de funcionar de las áreas de elaboración, de manera que sean, junto con las asambleas abiertas, el vínculo que garantice que las alianzas sociales por la base con reales.
Por último, se dice, el PCE debe fortalecer y poner en práctica su política de trabajo en y con los movimientos sociales, tanto los clásicos como los nuevos. Todo lo planteado en este documento requiere un funcionamiento del PCE bastante más cohesionado y de mayor alcance; las salidas individuales, de grupo o corriente, dificultan la unidad necesaria.