Desde el primer día en que se entró en materia, las conferencias-coloquio se alternaron con talleres, seminarios y encuentros de diverso tipo. Encuentro sobre la Venezuela bolivariana, Encuentro estatal de estudiantes (sin duda, uno de los puntales del Foro Social de Málaga dado el gran número de estudiantes que participaron y el escenario en donde se desarrolló: las facultades de Derecho y Psicología de la Universidad malacitana), Encuentro de Solidaridad con Cuba y las reuniones de la Coordinadora Estatal del ‘No a la Constitución Europea’.

En el epicentro de este tipo de acontecimientos siempre se plantea un hecho: cómo crear redes de comunicación alternativa, De eso se habló en la mañana del sábado 4 en una sala repleta de gente muy joven y con ponentes de la Universidad Nómada, de Diagonal y de Indymedia, entre otros. Amador Fernández, de la U. Nómada -colectivo madrileño- fue el que marcó la pauta y quien puso el dedo en la llaga: «el medio de comunicación más importante es la gente misma, no tanto las redes de contrainformación. Redes que deben sondear en la materia social misma que escapa a los medios de comunicación oficiales».

Su propuesta, muy interesante, fue que esta comunicación alternativa debe producir un imaginario subjetivo, a lo cual están muy atentos desde las instancias capitalistas para captar cualquier forma de lenguaje diferente, empaquetarlo convenientemente y devolverlo a la propia sociedad que lo ha generado en forma de producto de consumo.

Advirtió, además, de uno de los grandes males de estas redes: «Cuando se da un hecho importante, por ejemplo, la guerra en Iraq o el Prestige, estas redes alternativas están muy vivas, convierten signos del pasado e inmovilistas en símbolos nuevos. Por ejemplo, las maletas en Galicia eran sinónimo del exilio gallego, de que su gente no luchaba sino que se exiliaba. Cuando el desastre del Prestige, uno de los actos de protesta fue la formación de kilómetros de gente con maletas a lo largo de la costa afectada, diciendo que esta vez no nos vamos, esta vez vamos a pelear. Pero, luego, en el día a día, esa comunicación carece de personas de carne y hueso, entramos en una fase atípica que es copada por los grandes medios de comunicación y las noticias que se difunden desde los canales alternativos carecen de garra o carga necesarias para ese imaginario subjetivo».

Paraísos fiscales

La economía mundial y la falta de control democrático sobre la misma era objeto de análisis en otra aula de la facultad de Derecho, en cuya amplia sala de entrada se ubicaron los puestos de información de las organizaciones y movimientos sociales. Ricardo Zaldívar, miembro de ATTAC, analizó lo que él denominó «el lubricante de los mercados financieros», es decir, los paraísos fiscales. Y el más grande, el más poderoso, se aloja en la ‘city’ de Londres; allí, el capital no está sujeto a ningún control de la sociedad o de los propios estados. Y lo mismo sucede en los paraísos ‘offshore’, esos pequeños lugares, a menudo islas, en donde nadie pregunta de dónde viene el dinero y en cuyas oficinas se empadronan las empresas para escapar al fisco de los países sobre los que actúan. Un ejemplo bien cercano es Gibraltar.

La consecuencia, explicó Zaldívar, es que el capital cada vez paga menos impuestos, se amplía el fraude fiscal y se enraíza la delincuencia financiera. Estos males no son propios de los países ricos, sino especialmente en los pobres, de donde huye el capital concentrado en manos de un diez por ciento de la población. La muestra más evidente es lo que ha sucedido en los países latinoamericanos en los últimos decenios.

Por tanto, en este debate se apostó por girar el sentido de la política económica, situarla al servicio de la humanidad y no al revés, como se practica en la actualidad. En la mesa estaba sentado también Enrique Santiago, en calidad de secretario general de CEAR (Comisión Española de Ayuda al Refugiado), quien derivó la cuestión hacia la democracia participativa, a la obligación por los estados de respetar el pacto social, la convergencia entre lo social y lo político. Más una idea común a todos los allí reunidos: recuperar los organismos internacionales, como la ONU, y democratizarlos.

La cruz de la precariedad

En las horas vespertinas del sábado, uno de los debates estrella del Foro Social de Málaga, no sólo por la temática sino por la calidad de algunos de sus ponentes. Las transformaciones en el mundo del trabajo y la precariedad laboral es uno de los ejes temáticos que forman parte de todas las agendas de cualquier foro que se precie de tal. Máximo Blanco, por Comisiones Obreras, afirmó que «las grandes multinacionales han cambiado en estos últimos años su estrategia. Ahora buscan la rentabilidad financiera a corto plazo; por eso se desplazan a países de un desarrollo económico nuevo y pujante, caso de China, India o los países del Este europeo. Ante esa pugna, la economía española saldrá perjudicada porque cuando se produjo el boom industrial de los años noventa no se invirtió en mano de obra cualificada. Hoy, nuestra economía afronta un alto nivel de desempleo, una precariedad altísima, la más elevada de la Unión Europea, y la masiva incorporación de mano de obra inmigrante en condiciones de verdadera inseguridad laboral».

Pero, la intervención más clarividente fue la de José Enrique Medina, de profesión juez, que trazó un recorrido de los cambios en el mundo laboral desde los años sesenta hasta nuestros días. «El neoliberalismo surge como respuesta a tres fenómenos nuevos de finales de los sesenta: la crisis medioambiental (prueba de que el crecimiento del capitalismo tenía un límite), incremento imparable del desempleo y la precarización en las condiciones de trabajo».

Ante este panorama, aclaró el juez, el neoliberalismo actúa con la reestructuración productiva con la externalización de servicios: grupos autónomos de trabajo que compiten entre sí y sobre los que las grandes empresas no tienen ninguna responsabilidad; dos, la flexibilización laboral para adaptarse a las necesidades productivas; tres, la deslocalización empresarial hacia países con legislaciones laborales más permisivas; cuatro, restricciones salariales; cinco, reducción del gasto social y, sexto, desregulación del mercado de trabajo.

América Latina, sus retos

Ya, en la tarde noche del sábado, otra convocatoria de gran interés llenó el aula: El reto de las transformaciones en América Latina. Es verdad que se trató de Venezuela, pero es que la Revolución Bolivariana y sus efectos sobre las clases más humildes de la sociedad estuvo latente en todo el foro a lo largo de los cuatro días de desarrollo. En defensa de los indígenas habló un de sus grandes expertos, el profesor de la Universidad San Pablo de Bolivia, quien enumeró tres pensamientos inquebrantables del pueblo bolivariano llamado guaraní: que las personas se miren ‘de ojo a ojo’; dos, mi conciencia no es objeto de compra y venta; tres, el gran don de la palabra, es decir, saber expresar la palabra justa en el momento justo, una cualidad que sólo los mayores alcanzan. De ahí el gran papel que juegan ‘los viejos’ en las poblaciones indígenas.

Otro de los ponentes con más gancho fue Carlos Rojas, médico y experto en la problemática social de Ecuador, quien plantó varias alternativas a las nefastas huellas del proceso de dolarización vivido en su país. Por ejemplo, habló de recuperar el proceso organizativo desde dentro de la sociedad, la pelea -empezando por uno mismo- por un desarrollo que tenga en cuenta la base social, una mayor conciencia de pueblo y la unidad y solidaridad exterior.

Claves internacionales

Uno de los primeros temas a tratar el domingo 5 tenía al NO a la Constitución como epicentro. Fue organizado por Izquierda Unida y el grupo Izquierda Europea-GUE, con la intervención de Willy Meyer, eurodiputado por IU. Allí se repitieron todas las razones políticas, sociales, económicas y culturales, tanto desde una óptica nacional como internacional, que en noviembre trató el PCE (ver MO de diciembre) en unas jornadas específicas sobre el asunto.

En otro de los espacios, Oriente Medio dentro del marco de ocupación y guerra, con Iraq y Palestina en el ojo de la polémica. Un gran experto en la cuestión, Luis Mesa, investigador y profesor del Centro de Estudios Asia y Africa en México, dio una lección magistral de cómo hay que abordar este macabro puzzle, sobre todo desde la clave del petróleo.

Las veedurías

Extraño vocablo, ‘veedurías’, aunque de gran trascendencia para un país como Perú. En torno a su origen y actual trabajo versó la conferencia de la ‘Televisión comunal y participativa en América Latina’ en la tarde del domingo, con una experta como es Rosa María Alfaro, ex profesroa de comunicación en la Universidad de San Marcos, en Lima. Hoy, trabaja en la ONG peruana Calandria, uno de cuyos proyectos es la puesta en marcha y extensión de las veedurías, definidas como una ‘nueva ruta’ en la comunicación con el pueblo, un pueblo que ha dejado de creer en los políticos, en los medios de comunicación oficiales, que rechaza el juego político izquierda-derecha.

«Los nuevos paradigmas de la comunicación -señaló- han de aunar nuevos elementos, porque el modelo de democracia participativa a la europea no funciona allá, en América Latina. La gente está tan enfurecida con los políticos que se llega incluso al asesinato de alcaldes. Nosotros, desde las veedurías requerimos la participación de la gente, pero como actores verdaderos, les damos la oportunidad de ser visibles. Pero no confrontamos con los medios masivos de comunicación, sino que presionamos sobre ellos».

Las veedurías pasan a ser organizaciones sociales de comunicación, formadas por grupos especializados por temas. Se reúnen cada dos meses; cuenta con un comité de asesores y una red de voluntarios, sobre todo estudiantes, a lo largo y ancho de ocho ciudades de Perú. Se hace un seguimiento de lo que publican o hablan los otros medios para descifrar y esclarecer sus contradicciones; realizan consultas ciudadanas sobre temas muy concretos con las técnicas de la ficción de la telenovela, pero cuyos resultados son reales, es lo que el pueblo llano piensa. Y esos resultados son trasladados a los organismos institucionales correspondientes.

Manifestación truncada

El broche, el acto más a pie de calle, más en contacto con la ciudadanía malagueña, tenía que ser la manifestación del lunes 6 de diciembre, coincidiendo con la fiesta de la Constitución. Partiría de la Plaza del mismo nombre y recorrería el trazado de mayor afluencia de público. Todo se desarrollaba con normalidad, incluso con una asistencia mucho mayor de la esperada, con un sol espléndido cuando en días anteriores la lluvia cayó con furia sobre la ciudad.

Sin embargo, a mitad del trayecto la policía paró en seco a los manifestantes. El anuncio de bomba en el inicio del parque previo al paseo marítimo hizo cundir, primero la desconfianza, y luego la confusión. Era verdad, la bomba colocada por ETA explotó. La cabecera de la manifestación cambió el itinerario y Málaga se convirtió durante más de seis hora en una ciudad imposible para el tráfico. Lástima que el Foro Social de Málaga tuviera este final, porque en lo organizativo y lo temático fue de gran calidad.