Me llamaron de la revista y me dijeron: «Haznos algo sobre la sección de cine político del Festival de San Sebastián». Y yo dije que sí. Ya había oído hablar de esa sección que, según decían, era algo nuevo y diferente, añadido este año al festival oficial, a Zabaltegi, a horizontes latinos, a la retrospectiva de Robert Wise. El apartado de cine político, tan cacareado que llegaba hasta Madrid, no existía. Lástima porque, como dijo Griffith el cine era una forma de enseñarnos cosas de todas las épocas que invariablemente nos hablaban de nuestra realidad. Bueno, dijo algo parecido, que creo no haber modificado proyectando un deseo. Uno querría que todo lo que oye, lo que mira, lo que ve, remitiera a nuestra realidad, a la del colectivo humano, para hablarle del mundo y de la vida. Del de hoy, del ahora mismo, sin olvidar el pasado para rescribirlo en el futuro con otra letra, con otra visión, con otra mirada en definitiva. No hay sección política en el festival, no hay cine político, ni libros políticos, ni compromiso político, porque hoy no cabe hacer más política que la del cambio. Total. Absoluto. Hoy no cabe más política que la que no se puede hacer, la de la revolución. ¿Y por qué no se puede hacer? Quizá porque no hay sección de cine político en el Festival de San Sebastián, porque a nadie nos sorprende que no haya ni cine político, ni libros políticos, ni compromiso político. Alto. Porque, en definitiva todo es política y, además, no me puedo olvidar de una sección «Rebeldes e Insumisas». Películas protagonizadas por mujeres que, como su título indica, han sido rebeldes e insumisas. Cristina de Suecia, Una mujer se rebela, Noble gesta, La Raulito, Dolores Ibarruri, y otras más. Rosa Luxemburgo (1986) es una buena película de Alemania-Checoslovaquia dirigida por Margarethe Von Trotta y espléndidamente protagonizada por Bárbara Sukowa. La historia que conocemos todos se puede resumir en el fragmento de un poema dedicado a Rosa por Heiner Müller: «Tienes que decir algo. Lo que sea. Que se nos muere ahora. / Puedo verlas sin ojos, camarada. Banderas rojas. Sobre el Rhin y Ruhr. / No. Oímos a veces a los niños jugar a capitalistas y albañiles. / Y nadie quiere ser capitalista». Esto sí es teatro político. Esto es a lo que llamo hacer la revolución.
Festival de cine de San Sebastian