El proceso de paz en Euskadi fue, inevitablemente, uno de los puntos fuertes tratados en el Comité Nacional del EPK del pasado 24 de enero. En el informe político se dejó claro que Batasuna, con sus actuaciones y su incapacidad de condenar el último atentado de Barajas, sigue siendo un rehén de los dictados de ETA. Al no contar con autonomía política alguna, está desautorizada como interlocutor político válido para cualquier proceso negociador.
La escalada de violencia en la calle, las amenazas y los comunicados de ETA ya alertaban sobre el buen del desarrollo del proceso de paz. ETA pretendió forzar la negociación para arrancar reivindicaciones políticas al Gobierno y trató de mezclar el proceso de pacificación y el de normalización. Eso es precisamente lo que siempre ha intentado evitar el EPK, que siempre ha tenido clara la separación que hay entre los dos procesos. Ambos se deberían desarrollar con garantías suficientes para que el terrorismo no intervenga, ni actúe como un elemento mediatizador del proceso político. Además, ambos procesos deberán contar con interlocutores diferentes.
El EPK criticó duramente la actitud beligerante del Partido Popular, que ha utilizado el terrorismo con fines partidistas y electoralistas, y no ha tenido el más mínimo reparo en utilizar de forma descarada y abusiva a las víctimas del terrorismo para cercar al Gobierno. Y en lo que respecta al PSOE, se le reprocha que fuera incapaz de plantar cara a esta ofensiva conservadora actuara de forma poco decidida para avanzar el proceso de paz.
En estos momentos, rota la tregua por parte de ETA y con la voluntad manifiesta de seguir atentando en cualquier momento, el Partido Comunista de Euskadi considera que no es posible diálogo alguno con ETA, a no ser que se produjera un pronunciamiento de abandono definitivo de las armas. La sociedad vasca ha avanzado muchísimo en su rechazo a la violencia, rechazo que tiene que seguir creciendo y reforzándose de modo que se vaya reduciendo el entramado social que le da cobertura. Para el EPK la actuación, en este terreno tiene que ser firme: «En primer lugar de rechazo al terrorismo como forma de intervención política y la demanda de su desaparición total; en segundo lugar, de exigencia a Batasuna de que se desmarque definitivamente de ETA y se libere de su tutela; y en tercer lugar, de diálogo con aquellos sectores sociales que todavía justifican la pervivencia de ETA y diálogo entre las formaciones políticas para buscar fórmulas unitarias de superación del conflicto. Sin embargo, ante el bloqueo creado tras este último atentado es necesario ir recomponiendo las bases que nos vayan acercando al final definitivo del terror».
Para ello, desde el EPK expone las siguientes consideraciones:
La necesidad de recuperar la confianza y la unidad entre las fuerzas políticas y agentes sociales en torno al compromiso de no utilizar el terrorismo como instrumento de desgaste político ni como objeto de protagonismo partidista.
La superación del Pacto Antiterrorista para adaptarlo a la realidad actual y abrirlo al resto de formaciones políticas, cuya finalidad tiene que ser la pacificación y el diálogo político en ausencia de violencia.
lExigencia a Batasuna para que se desmarque de ETA comprometiéndose a su participación institucional desde el rechazo al terrorismo.
La derogación de la Ley de Partidos para que todos los sectores de la sociedad vasca puedan tener representación en los futuros ayuntamientos.
La profundización del trabajo social fomentando una participación real de la ciudadanía, sobre la base de buscar puntos de encuentro acerca de la pacificación y el reconocimiento del sufrimiento de las víctimas.