Hace poco más de un año, el Ayuntamiento de Madrid implantó el Sistema de Estacionamiento Regulado (SER) en zonas exteriores a la M-30, como son Fuencarral-El Pardo, Hortaleza y Carabanchel, con el objetivo, según el Ayuntamiento, de favorecer la movilidad y el aparcamiento de residentes, objetivos con los que vecinos/as de las zonas afectadas discreparon por considerar que el único fin que perseguía el Ayuntamiento de Madrid era el recaudatorio, enmarcándose las medidas en una política municipal de grandes obras que hacía sospechar que la creación de esta nueva tasa no tenía la finalidad que el Ayuntamiento decía perseguir, sino recaudar para sufragar grandes obras como la M-30 y compensar las millonarias deudas que Alberto Ruiz Gallardón dejará a las generaciones venideras.
La extensión de estas máquinas tragamonedas a zonas obreras y periféricas generó una rebelión vecinal, espontánea y democrática, con infinidad de asambleas, manifestaciones en los barrios y centro de Madrid, así como recogida de miles de firmas exigiendo la retirada de los parquímetros.
Después de un año, el movimiento vecinal sigue en lucha, con diversas acciones y manifestándose (la última manifestación discurrió el 3 de marzo por las calles del centro de Madrid en el primer aniversario) y con la intención de seguir hasta que estos barrios se vean libres de parquímetros.
Durante este tiempo Gallardón, gracias a la presión vecinal, ha suavizado los planteamientos flexibilizando algunas medidas, pero no ha convencido a los/as vecinos/as que sólo admiten una única solución: la retirada del Servicio de Estacionamiento Regulado.
Los partidos políticos que concurran a las próximas elecciones tienen una demanda muy concreta y que, en cierto modo, puede condicionar el voto: la retirada de los parquímetros de estas zonas. ¿Será por esto que Gallardón ya ha anunciado que no extenderá el SER a nuevas zonas?
¿Ha sido el único motivo de la movilización no pagar por aparcar? En absoluto se puede considerar así. Quienes estamos en las movilizaciones y asistimos a las asambleas observamos planteamientos que van mucho más allá: 1º la negativa a admitir una medida impuesta, sin ningún tipo de diálogo por parte del Ayuntamiento de Madrid; 2º la rebelión contra algo injusto e innecesario al no existir conflicto entre residentes; y 3º no estar de acuerdo en que una empresa privada haga negocio con el dinero que vecinos y vecinas ingresan en el Ayuntamiento de Madrid.
Esta lucha ha conseguido que en estas zonas el movimiento ciudadano se revitalice, haya más participación vecinal en los debates que se producen en las asambleas que convocan las Asociaciones de Vecinos (AA.VV.), incluso denunciando una realidad: discriminados en lo bueno, equiparados en lo malo, pues estos barrios periféricos son iguales al resto de los barrios madrileños a la hora de pagar impuestos, pero no todos se benefician en igual forma a la hora de distribuir las inversiones municipales, quedando infradotados en equipamientos, servicios, infraestructuras, limpieza etc. Una vez más, los barrios humildes y con población mayoritariamente obrera se ven castigados por la política de la derecha, que crea desigualdades territoriales y sociales para beneficio de sus aliados de clase: constructoras y financieras .
Pero esta rebelión vecinal no sólo ha mostrado, y sigue mostrando, oposición a los parquímetros, sino que ha generado alternativas para optimizar la movilidad y el transporte, medidas que pueden sintetizarse en los siguientes puntos:
1) Potenciar el transporte público.
2) Fomentar medios de transporte menos contaminantes.
3) Crear aparcamientos disuasorios.
4) Crear de plazas de residentes mediante la construcción de aparcamientos.
5) Peatonalizar calles en los cascos antíguos.
A estas propuestas vecinales, el Ayuntamiento de Madrid ni siquiera ha respondido.
* Comité de la Agrupación del PCE de Carabanchel y coordinador de IU en dicho distrito