Con la finalidad de comprender de qué trata este Minitratado vale la pena traer a colación la opinión de tres personalidades del PSOE, anteriormente dirigentes del Partido Comunista y de Izquierda Unida, Diego López Garrido, Nicolás Sartorius y Carlos Carnero. En su artículo «Los Europeos nos movemos» del 23 de julio indican que los noes de Francia y Holanda en sus referenda han sido «un infierno» del que ahora podemos salir. Los tres grandes retos que para ellos tiene Europa son: 1º) el del crecimiento sostenible (agenda de Lisboa), 2º) el de la seguridad frente al terrorismo global, y 3º) un mundo multipolar con conflictos y pobreza que causan «una interminable inmigración». Por ello hace falta más Europa para que sea un actor global. Según ellos la propuesta del Minitratado es buena por: a) ser equilibrada, b) disponer de los tres poderes, el ejecutivo con un Presidente estable y un Alto Representante, el legislativo con un Parlamento Europeo colegislador, y con una forma de tomar decisiones que evita la unanimidad en 87 materias, y posibilita las «cooperaciones reforzadas», c) defender mejor el medio ambiente y luchar contra el cambio climático, d) avanzar en política exterior y defensa, y e) establecer cláusulas de solidaridad frente a ataques terroristas.

Señalan que no será una Constitución pero dispondremos de una Carta de Derechos vinculante que será un derecho europeo por encima de las leyes nacionales. Terminan diciendo que «a partir de ahora, los dirigentes europeos van a tener en sus manos los poderes que han pedido para hacer más prósperos y solidarios a sus pueblos».

Hasta aquí la carta a los Reyes Magos, una lectura de buenas intenciones. Veamos cuál es el contenido y las intenciones de este Minitratado.

Hay que señalar en primer lugar que a través de enmiendas se trata de introducir contenidos básicos sociales y democráticos perjudiciales que fueron rechazados por los pueblos de Francia y Holanda en sus respectivos referenda. Por ello de lo que se trata con el Minitratado es que no haya consulta popular europea, pues basta la CIG para que entre en vigor. El resultado va a ser todo lo contrario, aumentar la crisis de legitimidad («déficit democrático») que ya padece la UE. De ahí que nosotros exijamos desde la Izquierda Europea un referéndum como condición democrática imprescindible para su ratificación.

Con el fin de asegurar la agenda neoliberal en marcha y el poder del mercado por encima de la soberanía popular, el Consejo Europeo ha desestimado que se promulgue una Constitución con participación popular. Todo se cuece por arriba, por los tecnócratas y los gobiernos sin que haya siquiera la mínima consulta popular. El periodo de reflexión tras los noes de Francia y Holanda, con su rechazo a los aspectos sociales negativos ha llevado a un verdadero timo, puesto que desaparece, es verdad, la «competición y la competitividad» como el principal objetivo declarado de la UE sin embargo en el protocolo adjunto se garantiza que permanezca como instrumento económico de integración y que por ello el Tribunal de Justicia tenga que tomarlo en cuenta para todo tipo de asuntos.

La otra cuestión, la Carta de Derechos Fundamentales, ya no es de aplicación para toda la UE, pues no se podrá obligar a ningún país a adoptarla. Y en relación con la lucha contra el cambio climático y la defensa del medio ambiente las decisiones del Consejo Europeo son demasiado limitadas para enfrentarse seriamente a este reto.

También en lo que concierne a la política exterior y de seguridad europeas sigue dependiendo de la unanimidad, y el Parlamento Europeo no poseerá capacidad de colegislar en esta materia. Y lo que es más lacerante, no se tendrá personalidad única europea en las instituciones internacionales, sobre todo en la ONU, con lo que se garantiza la hegemonía norteamericana. Por último hay que señalar que seguimos dependiendo de la OTAN, es decir de Estados Unidos de Norteamérica y de su política agresiva.

Vemos cómo para la socialdemocracia las buenas intenciones y las lecturas rosas van por una parte, pero la realidad con sus lógicas neoliberales, agresivas e imperialistas por la otra. De ahí que se haga necesario lanzar una campaña de protesta y exigencia de debate amplio y participación popular para frenar tamaño despropósito. Precisamente el Comité Ejecutivo del Partido de la Izquierda Europea (PIE) en su reunión en Oporto del 8 de julio sacó un comunicado bajo el expresivo título de No a una Europa mínima, Si a una Europa Social. Hemos de conseguir que seamos los ciudadanos y ciudadanas europeas los que protagonicemos nuestro futuro.

* Responsable para Europa de la Secretaría de RR.II del PCE