¿Saben ustedes a quién se le ha concedido este año el premio Príncipe de Asturias de las Artes? Vaya pregunta tan tonta. Pues claro, a Bob Dylan. No voy a ser yo quien ponga ‘peros’ a la grandeza de su figura; entre otras consideraciones porque forma parte de mi cultura, de mi aprendizaje, de mis recuerdos y de algunos de los momentos más entrañables que he vivido con la música como excusa. Sin embargo, creo que pocos de los lectores sabrán que entre los nominados se encontraba un tal Joan Manuel Serrat. No llegó al quinteto finalista, pero sí estaba en la lista de partida. A mi modesto entender, Serrat se merecía este galardón en 2007 más que Dylan, por razones diversas.
Nos hemos hartado en junio pasado de recordar los 30 años de las primeras elecciones democráticas; las televisiones han desempolvado el archivo, principalmente en torno a la figura de Adolfo Suarez. Si lo importante es la efeméride, qué mejor forma de sumarse a tal aniversario que dando el Príncipe de Asturias de las Artes 2007 al compositor que mejor ha sabido retratar el alma nuestra, que con más precisión ha descrito el espíritu de nuestros pueblos, desde la costa hasta el interior. A él se debe que muchos españoles hayan conocido la poesía de Machado o Miguel Hernández, por ejemplo. Serrat concita todos los ingredientes para ser aupado al trono de mejor compositor del último tercio del siglo pasado, un emblema de saber estar y saber expresar las inquietudes de este pueblo.
Los miembros del jurado fueron a lo fácil. Sabían que la elección de Bob Dylan resonaría por los cuatro costados del planeta. Y no se equivocaron.
Cambio de tema para decir adiós a uno de los grandes periodistas musicales que tenemos, Antonio Fernández. Sí, escribo ‘tenemos’ pues su despedida concierne sólo a que, tras 17 años al frente de Área Reservada, de 2 a 3 en Radio 3, acabó su emisión diaria de lunes a viernes. Fue a finales de junio, acogiéndose al Expediente de Regulación de Empleo del ente público RTVE. Asegura Antonio que nadie le ha obligado. Difícil de creer. Al margen de las verdaderas causas, quedamos huérfanos de una gran voz radiofónica, de un estilo de hacer radio serio, riguroso, coherente, respetuoso con la audiencia y los músicos. Su espacio era una ventana a grupos y artistas en el amplio arco que va del jazz al soul, funky, blues, etc. Me pregunto, ¿dónde podremos escuchar ahora las novedades de unas formas de componer e interpretar que no caben en las radio-fórmulas dominadoras de la FM?
Vayas donde vayas, ojalá podamos seguir disfrutando de tu magisterio. Hasta la vista, querido Antonio. Sobre los cambios que se avecinan en Radio 3, la única emisora digna de ser escuchada, tiempo habrá de ver su evolución. Y ahora al comentario de los tres discos de este mes, que me complace agrupar por coincidir su aparición en España y porque les une el cultivo de la música celta, una de las ramas más antigua y aún viva de las músicas de raíz popular.
sigue en su estilo de hacer un rock muy folk, de medios tiempos, de baladas un pelín aceleradas, dando a sus composiciones un sabor muy característico entre el folk británico y la vecindad de las tonadas celtas. En lo primero, las voces, con una forma de cantar muy terruna, campestre, familiar. De lo segundo, el sonido del violín. Su nuevo trabajo es Meet you there (Westpark). La banda comenzó su andadura a principios de los ochenta, imprimiendo al punk de aquellos años una dimensión más elaborada. Esa energía sigue subyacente, así como el cariz poético, reivindicativo y algo surrealista de las letras. Es una suerte que bandas así sobrevivan entre tanta mediocridad.
Runrig es una formación escocesa que, ¡agárrense!, editó su primer disco en 1978. El núcleo duro de entonces, cual es el percusionista Calum MacDonald y el bajista-acordeonista Rory MacDonald, mantiene en pie a esta banda con una intensa impregnación de tradición. Yo les conocí en 2003 con el álbum Proterra, muy distinto en concepción y ejecución al que acaban de publicar, Everything you see (Resistencia). Éste es un trabajo de temas más clásicos en su estructura del llamado rock celta, cantado en inglés y con dos temas en gaélico. Predomina la cuerda hasta que en Sona entra la gaita, para dar inicio a tres temas finales del álbum que son lo mejor. Temas compuestos por los dos MacDonald, recreados en la vertiente de folk a medio tiempo, melodías festivas celtas y largas y profundas baladas, como In Scandinavia, la joya de los once cortes, más cerca de ese álbum del 2003 que es una de las cumbres de la música celta.
Lorena McKennitt es canadiense de ascendencia escocesa e irlandesa, intérprete de piano y de arpa, quien atesora una de las voces más privilegiadas de las músicas de inspiración celta actual, remitiéndonos a épocas remotas y conectando esas armonías envueltas en neblina con las sensibilidades de otras partes del mundo. Ella es una mujer que se toma su tiempo para grabar. Su anterior título de estudio se fecha en 1997, The Book of Secrets. Luego, un directo en 1999 grabado en París y Toronto. Y ahora, An Ancient Muse (Universal), de noviembre del año pasado y cuya edición española, ya en 2007, incluye un CD con tres temas registrados en vivo durante sus conciertos en La Alhambra en septiembre último. Este es un trabajo extraordinario en todos sus órdenes, de una belleza fuera de lo común. La forma en que canta, cómo ha introducido los elementos culturales de sus viajes por Mongolia, China, Turquía, Grecia, Oriente Medio. Ambientaciones árabes, mediterráneas y celtas conviviendo en una fusión delicada, hipnótica. El libreto viene con anotaciones extraídas de una suerte de cuaderno de bitácoras. Espléndido, tierno, arrebatador.