Cuando se trata de Marcelino, nuestro Marcelino Camacho, es difícil decir algo nuevo, pues otros compañeros y compañeras han aportado muchos rasgos de su vida y su buen hacer.
He tenido la suerte de haber estado cerca de él los últimos treinta años. Puedo decir que todas o casi todas las opciones que ido tomando en el campo sindical y político, han estado influenciadas por su análisis, comportamiento y calidad humana. Sobre todo esto último, porque nunca, nunca he visto en Marcelino el menor resentimiento contra nadie.
En los diversos acontecimientos, muchos gratos, difíciles y duros algunos, que hemos vivido en CCOO a lo largo de todos estos años, siempre destacaría su honestidad, coherencia, sencillez en su comportamiento, y el enfrentarse a los hechos, por muy graves que fueran, de forma valiente, clara y con unaanálisis donde siempre, siempre, los intereses de su clase estaban por encima de lo «políticamente correcto», aunque ello le costara ataques a su imagen desde distintos ángulos.
Quiero destacar la visión de futuro, que siempre le ha caracterizado, analizando los acontecimientos diarios enmarcados en la transformación global de la sociedad y su valentía cuando la ocasión lo ha requerido como lo demostró, en la época que fue parlamentario comunista, oponiéndose al Estatuto de los Trabajadores porque recortaba derechos, o su propuesta de Plan de Solidaridad contra la Crisis y el Paro, a primeros de los ochenta, viendo la que se venía encima, con el objetivo de redistribuir los costes y que no recayeran exclusivamente contra los de siempre, o la convocatoria en solitario de una Huelga General en 1985 contra la ley del gobierno de Felipe González que recortaba las pensiones y que cambio çomuchas cosas en el movimiento sindical, posibilitando la gran huelga general conjunta con UGT del 14 de Diciembre de 1988.
En el Tercer Congreso (1984), y a propuesta suya, entré a formar parte de la Comisión Ejecutiva y del secretariado, donde Marcelino demostró su talante de dejar hacer a los jóvenes, dándonos las mayores responsabilidades y confiando plenamente en nosotros, siendo testigo de primera fila de su renuncia voluntaria a la Secretaria General, en un momento en que era incuestionable por toda la organización.
Su posterior comportamiento como Presidente, intentando integrar a todas las sensibilidades, evitando exclusiones, su firmeza defendiendo las posiciones que creía más acorde para la defensa de los intereses de trabajadores y trabajadoras y en definitiva su valentía, porque hay que ser muy valiente para quedarte en minoría por mantener lo que se piensa ante los «aparatos», con coherencia y honestidad, hace que, sin ningún tipo de debate, no se le elija para la presidencia del sindicato en el VI Congreso (1996).
En los tristes momentos que atravesamos, donde en lo político y sindical se excluye al discrepante, él siempre defendió y practicó la democracia y la pluralidad dentro de las organizaciones, y el derecho a discrepar, sin que ello lleve consigo la exclusión y represión por parte de los propios. Con su autoridad moral hizo del dialogo el mejor método para abordar las diferencias, lo que enriquece a cualquier organización.
Ahora en su 90 cumpleaños, respetado y admirado por todos y todas, quiero recoger el párrafo con el que, hace treinta y un años, Carlos Comín finalizaba el prólogo del libro de Marcelino «Charlas en la Prisión» ..»Marcelino, lo repito. Sois el pobre que resuelve el mundo. Tu y tu clase. Sois el pobre que resuelve el mundo. En una palabra, un socialista de la nueva época».
Gracias Marcelino, por lo que me has enseñado como persona y como sindicalista y también a ti Josefina, gracias a los dos.
* Miembro de la Comisión Ejecutiva Confederal de CCOO