Los comunistas no estamos dispuestos a renunciar a nuestra condición de revolucionarios.

Revolucionarios en tiempos de guerra y en tiempos de paz. Nuestras armas de hoy son la memoria y la construcción del futuro. Las de la memoria por quienes nos entregaron el testigo del compromiso moral y político. Por quienes cambiaron su vida por sus ideas, luchando por un futuro de justicia y libertad. Por quienes nos enseñaron que los valores y la ética son el motor de la sociedad socialista, y que la dignidad y la autoestima son los pilares de los individuos que la conforman. Las armas para la construcción del futuro son atender y responder a los nuevos retos y cambios. Saber que la causa del individuo depende de la causa del colectivo y viceversa. Que nuestro reconocimiento estará en conseguir un mundo mejor para las siguientes generaciones.

Hoy jugamos con ventaja, pues la lucha no necesita de nuestras vidas. Necesita de nuestra inteligencia, de nuestra conciencia de clase para saber dónde nos debemos situar. Necesita militantes sin complejos, comunistas en la casa y en la calle, en el ocio y en el trabajo, escuchando y trasmitiendo, leyendo y escribiendo. Necesita comunistas en nuestro Partido, revolucionando hacia dentro y hacia fuera, sin complejo, sin pedir permiso, sin mirar hacia otro lado.

De la transición a este nuevo milenio distan pocos años. En ellos hemos demostrado ser ejemplo y referente, aunque ello significara pararnos para que avanzaran los que de nuestra actitud dependían. Pero queda claro, que en el momento en que dejamos que otros tomen la iniciativa (siempre llamándonos «Pepito Grillo»), se equivocan de camino al primer paso.

Así es que sin complejo, sin pedir permiso, sin mirar hacia otro lado decimos que no, que este modelo no es el nuestro, que no es digno de erigirse sobre nuestra historia, que pese a quien pese el testigo que llevamos entre las manos es comunista. Pinocho hizo caso a su conciencia y se convirtió en un niño de verdad por cuyas venas corría sangre. Izquierda Unida ha decidido no tener conciencia. Pero no ha pasado de la madera a las orejas de burro. Ha pasado de la madera (cálida al fin y al cabo) al frío metal por cuyos conductos corre aceite para lubricarse (y que no le duela) y cuyo mecanismo es puro marketing vacío de contenido para ser bien manipulable y suficientemente útil.

Existe una izquierda con voluntad transformadora, una izquierda comprometida moral y políticamente a trabajar por un modelo de estado cuya forma de gobierno sea una República Federal basada en la solidaridad, la libertad y la libre adhesión. En la aplicación de la democracia participativa en el ámbito de lo político, lo económico y lo cultural. En la igualdad de derechos sociales. Realizando con urgencia una reforma de la justicia, suprimiendo lo privilegios de la iglesia católica, permitiendo el control de la representación popular, realizando la reforma electoral. Anular los juicios del fascismo es condición indiscutible para poder hablar de futuro. ¿Hay alguien en IU que no esté de acuerdo con esto?

Mientras tanto la explotación del hombre por el hombre, de la tierra por el hombre no se para.

Cambia de forma y avanza devastadora. Han resurgido los viejos aliados del capitalismo más voraz: pobreza, analfabetismo, racismo, xenofobia, fascismo. Da miedo. Pero la izquierda (comunista) siempre ha sido valiente y ahora no va a ser menos. La riqueza de los comunistas reside en el valor de nuestros ideales, en nuestra fuerza y capacidad de trabajo, en nuestro inquebrantable compromiso, en nuestra capacidad de hacer realidad los sueños de libertad. En ese puntito romántico que nos da nuestra condición de revolucionarios.

Los pasos de la historia van erosionando hasta configurar una senda, un camino sobre el horizonte. El recorrido es largo. El primer descanso lo hacemos el 24 de enero en la calle Atocha 55. La mejor ofrenda es llegar allí con las ideas claras, una férrea voluntad militante y fuerza de trabajo. Nosotras allí estaremos puntuales.