El salón de actos de Comisiones Obreras en Madrid volvió a llenarse para recordar a los abogados de Atocha asesinados hace 31 años por los quienes muerto Franco seguían boicoteando la libertad y el camino a la democracia de este país como si los 40 años de absoluta impunidad asesinando, encarcelando y oprimiendo a los hombres y mujeres de izquierda de este país fuera a ser eterna.

Desde hace años, la jornada del 24 de enero comienza con la visita a los cementerios donde descansan los cuerpos que sembraron la simiente de la primavera de democracia que se lanzó a la calle, puño en alto, para recordar que eran miles los que cogían el relevo de los asesinados por los pistoleros de la democracia. Luego se les recuerda a todos en el número 55 de Atocha, donde ponían aplicaban su militancia y compromiso con la clase trabajadora que intentó dinamitar la Alianza Apostólica Anticomunista.

La mañana de homenaje concluye en el salón de actos con la entrega de premios que la Fundación Abogados de Atocha realiza cada año. Esta vez la Fundación decidió rendir homenaje a los despachos laboralistas, entregando el premio a María Luisa Sánchez Roldán y José Jiménez de Parga, fundadores del primer Despacho Laboralista en el año 1965, en la madrileña calle La Cruz, 16, y a Antonio Montesinos, en representación de todo un colectivo.

Pero el homenaje principal de este año fue el dedicado a las mujeres de los presos políticos en el régimen franquista. Las que más sufrieron, las que más pelearon atendiendo a sus presos, contribuyendo a la movilización y manteniendo su casa y su familia. Las madres, las hermanas, las hijas, y sobre todo las esposas. Muchas de esas esposas, recordaba Jiménez de Parga, que fue quien presentó el premio, habían sido abandonadas por sus propias familias y por las familias del los presos. Muchas veces ni siquiera tenían una ideología política y hasta desconocían que sus maridos eran comunistas.

Pero cuando sus maridos eran apresados las mujeres se unían, y estaban todas juntas luchando. Era la solidaridad.

Jiménez de Parga empezó recordando su primera visita al penal de Burgos. Era el año 1961 y él fue el primer letrado que consiguió entrar a ver a los condenados políticos en consejo de guerra.

Para poder hacerlo hacía falta el permiso del capitán general de donde fueron condenados, y eso era imposible porque siempre lo negaban. «Aquella visita cambió mi vida. Al primer preso que vi fue a Ramiro Fuentes Ochoa.

Llevaba 20 años en la cárcel, y allí pude ver en persona lo inhumano que era la vida de los presos. Había unos 40.000. No tenían ningún derecho. Un preso llevaba siete años incomunicado en la prisión de Salamanca por negarse a ir a misa». Jiménez de Parga se puso en contacto con María Luisa Suárez, y juntos fueron los que más fueron al penal de Burgos, «entonces comprendí que quienes tenían una vida más difícil, quienes más sufrían, eran las mujeres de los presos, unas auténticas luchadoras por la democracia y la libertad».

Continuó recordando los enormes sacrificios que estas mujeres llegaban a hacer para poder enviar un paquete al marido, un paquete que tantas veces llegaba abierto y menguado por los funcionarios de la prisión, un paquete difícil de llenar a base de muchos sacrificios económicos y un paquete transportado en largos viajes desde cualquier punto de España. Este abogado que se dedicó a recorrer las cárceles franquistas en defensa y ayuda de los presos políticos sentenció: «Este homenaje que hoy se rinde a las mujeres es justísimo porque las mujeres de los presos políticos fueron un auténtico ejemplo para la sociedad en la que vivíamos».

Una de las dos mujeres que subieron a recoger el premio en nombre de todas recordó a todas aquellas que ya no están porque fueron fusiladas, murieron, o su salud no se lo permite. «Fuimos tantas que podríamos llenar un estadio. Fuimos capaces de mantener el espíritu de lso que estaban dentro para que no decayeran y lo pudimos hacer gracias a la unión y a la solidaridad entre nosotros que siempre nos ayudábamos cuando nos hacía falta algo» y continuó con el premio en la mano, «en Burgos hemos hecho cosas increíbles. Hemos jugado un papel importante y por ello debemos de sentirnos importantes».

Javier López, el dirigente de CC.OO. de Madrid, dirigió un mensaje hacia el futuro y la juventud, diciendo que la libertad y el derecho son los dos pilares sobre los que se sustenta la democracia y que hay que seguir luchando por ellos allá donde se vulneren, porque son las libertades las que combaten cualquier tipo de violencia y terrorismo, ya sea etarra, islámico, de género o empresarial.

La Fundación Abogados de Atocha, en colaboración con la Junta de Castilla La Mancha dedicó su premio internacional, a la líder de la oposición de Myanmar, Aung San Suu Kyi, que lleva 12 años bajo arresto domiciliario y representa el símbolo de la esperanza por la libertad de millones de Birmanos. El representante de la resistencia birmana que recogió el premio agradeció el premio diciendo que cuanto más unidos estemos antes se cumplirán nuestros sueños.

>> El Ayuntamiento de Madrid, a iniciativa de IU, dará un espacio para recordar a los abogados de Atocha en la Ciudad de la Justicia. El espacio elegido es el mirador de la prolongación de Pradolongo, que se llamará el Mirador Miguel Sarabia, en recuerdo al abogado superviviente de aquella matanza, fallecido ahora hace un año.