La elección de Fernando Lugo (57 años) como Presidente de Paraguay el pasado 20 de abril acaba con 61 años de dominio del conservador Partido Colorado (las 500 familias), incluida la dictadura sangrienta de Stroessner (1954-1989).
Señala la profundidad del cambio que se está desarrollando en los pueblos de América Latina y a la vez el esfuerzo unitario que requiere. Se puede decir con rotundidad que la victoria de Fernando Lugo ha sido la del pueblo oprimido, la de los indígenas. Su biografía refleja una trayectoria en ciertos aspectos similar a la de otros líderes de izquierdas de América Latina que, movidos por el ideal de luchar contra las injusticias, se deciden a entrar en la contienda política tras comprobar la insuficiencia de otros medios de lucha, sean estos sindicales, religiosos, asociativos, militares.
De origen humilde y de familia enfrentada a las injusticias, que sufrió encarcelamiento en la época de Stroessner, es conocido como el «cura de los pobres», el «obispo rojo» o «agitador peligroso». Su trayectoria religiosa, en Ecuador primero, más tarde en Paraguay, luego en Roma, y por último de nuevo en su país como Obispo en 1994 en la región pobre de San Pedro, ha estado siempre marcada por la solidaridad con las clases populares, la defensa de las Comunidades Eclesiales de Base y por la cercanía a la «Teología de la Liberación». La convicción de la insuficiencia de la acción religiosa en medio de un protagonismo social de hombre de bien le lleva a optar directamente por la contienda política como se lo pedían a causa de su prestigio. De esta forma en 2001 llama a la movilización popular contra el gobierno de González Macchi al ser incapaz de responder a las necesidades de la población. También denuncia los acuerdos ALCA en 2002. Renuncia a su cargo de obispo en el año 2004 así como a la condición de sacerdote en 2006 por exigirlo la Constitución de Paraguay, aunque el Vaticano le suspendió «a divinis», dando a entender que mantenía su condición sacerdotal que no laica. Él señaló que renunciaba «a su catedral porque su nueva catedral sería todo el país».
En marzo de 2006 encabeza una marcha multitudinaria de protesta por la pretensión de reelección del Presidente Nicanor Duarte y en junio se le pide que encabece la candidatura para las elecciones presidenciales de 2008. A tal efecto en diciembre de ese año se recogen 100.000 firmas para su candidatura. En septiembre de 2007 se crea la plataforma APC, Alianza Patriótica por el Cambio, y en octubre de ese año, por exigencias de la ley electoral, tiene que ingresar en un partido político, de los existentes, y lo hace en el Partido Demócrata Cristiano. En diciembre, también como exige la ley es proclamado por unanimidad de dicho partido candidato a la presidencia y registrado en enero de 2008 en la Plataforma APC (Alianza Patriótica por el Cambio) de ocho partidos (PLRA, liberales radicales auténticos, PEN, encuentro nacional, PRF, febreristas miembros de la internacional socialista, PDC, demócrata cristianos, PDP, progresistas, PPS, País Solidario, PFA, Frente Amplio, y el prochavista P-MAS) y el apoyo de más de otros 30, entre ellos el partido comunista, el partido socialista, etc.
Denuncia Fernando Lugo que Paraguay sea una «isla entre gobiernos progresistas», y aunque se define como de centro no esconde sus simpatías por el socialismo. Su campaña política se basó en el lema «yo tengo fe» con cuatro puntos: 1º) Reforma Agraria Integral con expropiaciones para dar tierra a 300.000 campesinos, 2º) Recuperar la soberanía energética con control público de las centrales hidroeléctricas de Itaipu y Yaciretá, 3º) Acceso universal a la educación, a la salud y a la justicia, y 4º) destierro de la corrupción e impunidad para siempre. Los golpes bajos en la campaña estaban centrados en su cercanía con Evo Morales y Hugo Chávez, a lo que el respondía que siendo amigos y admirando sus trayectorias la respuesta a los problemas de Paraguay había de ser del propio país, no importada. Su figura carismática, con una oratoria que llega al corazón del pueblo, tanto en castellano como en guaraní, le convirtió en figura aclamada en todas partes, consiguiendo que votase una inmensa mayoría de la población, un 65%, cosa que nunca había ocurrido en ese país de 6.5 millones de habitantes.
La limpieza de las elecciones con más de 5.000 observadores le dio una aplastante victoria a Fernando Lugo, como pronosticaban los sondeos, con un apoyo del 40%. La toma de posesión en el 15 de agosto promete ser uno de los acontecimientos más importantes, a la altura de las de Lula en Brasil, Hugo Chávez en Venezuela, Evo Morales en Bolivia, Rafael Correa en Ecuador, Tabaré Vázquez en Uruguay, etc.
La izquierda europea ha de presionar para que se terminen las cadenas que atenazan con sus Acuerdos de Libre Comercio las vidas de los pueblos de América Latina.
* Responsable Europa del PCE