Dicen, Derecha mía, que el problema es de falta de confianza, y yo no me lo explico, porque la confianza se basa en el conocimiento, en tenerlo claro, y la cosa está clarísima. Y, además, tus líderes lo aclaran más a cada minuto que pasa.

Por ejemplo, yo he renovado mi confianza en el Sr. Rajoy después de conocer lo que piensa en la intimidad del desfile del 12 de Octubre. Ahora sé que su posición personal no está tan lejana de la mía y que resulta más humano por lo de sentir falta de entusiasmo ante la perspectiva de tener que ejercer de patriota durante varias horas a pié firme. También el Sr. Aznar reconoció para su bigote, en otro día de micrófonos cotillas, que el discurso que acababa de largar a los colegas europeos había sido un tostón. Y el jefe de la patronal española abogaba recientemente por dejar en stand by las condiciones del mercado. Como dijo el pasado 13 de Octubre el Sr. Pérez Roque, con impecable ironía y contagioso sentido del humor, ante un abarrotado auditorio y escogido grupo de amigos de Cuba, que se dieron cita en su embajada del Paseo de la Habana en Madrid, «vengo a Europa a aprender la construcción del socialismo».

Para tenerlo más claro, estamos viendo cómo se nacionalizan bancos (bien es verdad que sólo para socializar las pérdidas, que cuando el negociete vuelva a funcionar ya procurarán venderlos a sus amigos de alma y bolsa) y, además, tu Mariano se inquieta porque no puede ser que las medidas de apoyo a la banca financiera pudieran dejar a un lado la protección de las economías particulares de los españoles de a pié. ¡Que el Gobierno se preocupe de los ciudadanos! -dice el buen hombre-. Y doña Esperanza Aguirre se preocupa tanto de nuestra economía que nos va a ofrecer la posibilidad de convertirnos en accionistas del Canal de YII.

¡Claro que tengo confianza! Como que nos dan la razón aunque, por prudencia, -creo yo- hablen de corregir o controlar los excesos en vez de proponer un cambio total el sistema. Pero ya se sabe que a base de modificar detallitos de la carrocería, del motor y del chasis, terminas construyendo otro coche. Aunque le quieras llamar «tuneado». O aquello de «la manzana que ustedes ven no es la que yo veo» que dijo Luis Martín-Santos, un conocido filósofo español.

Bueno pues tenemos plena confianza en que desde todas las perspectivas se vislumbra la podredumbre de la manzana. Ahora lo que hay que pedir no es confianza, ni conocimiento, ni pacto, sino coherencia y, por aquello de la rentabilidad, los riesgos insoportables, la preocupación de Don Mariano por la economía de nuestras familias y la decidida defensa de los intereses generales, proclamar una moratoria sine die del capitalismo y traerse a unos cientos de asesores cubanos para que nos enseñen cómo se aguantan las economías por mucho que te bloqueen las cuentas.

Y decirle a doña Esperanza que la gota de agua que me pertenezca no la quiero en ninguna cuenta numerada sino con las demás, en un bien común administrado en nombre de todos, y protegida en su embalse de cualquier especulación evaporadora.

A ver, queridísima Derecha, si les puedes decir algo a los que mangonean estas historias de crisis a la que pretenden, una vez más, sacarle beneficios pero que puede minar nuestra confianza en vuestra capacidad para llevar vuestros propios negocios.