El 13 de enero, la Comisión Europea denunció a Grecia por «falsificar deliberadamente los datos sobre sus finanzas públicas». Poco después el ministro alemán de finanzas, Wolfgang Schauble, advertía «que depende únicamente de Atenas resolver sus dificultades». Con ello lanzaban un aviso a navegantes, los países más poderosos de la UE no están dispuestos a acudir al rescate de un país que se encuentre en serias dificultades. De momento porque la situación no está tan clara. Veamos.
Algunos miembros de la UE, con divisa propia todavía, han tenido que acudir al FMI para enfrentar graves dificultades económicas que se estaban convirtiendo en una auténtica crisis política, como Hungría. Pero ¿qué ocurre con los países del euro? Grecia no es más que un caso aparentemente más llamativo de la situación en la que se encuentran otros. España, Portugal, Italia, Irlanda, incluso Francia están experimentando dificultades más o menos serias debido a la combinación del aumento del déficit público provocado por la crisis con el encarecimiento de la deuda que emiten para cubrir dicho déficit. ¡Paradojas de la vida! Los «mercados» provocan la crisis, los Estados se endeudan para remediarlo y tienen que pagar más a esos «mercados» por la deuda emitida.
Grecia se ha comprometido a recortar su déficit de un 12,7% del PIB en estos momentos a un 2,8% en 2012. El problema es que a Grecia, con un paro del 9,4%, el recorte presupuestario le puede provocar una depresión que dañará aún más el estado de las cuentas públicas. Y si no hay medidas de rescate desde la UE, Grecia podría suspender pagos. A partir de aquí, todo es posible. Si Grecia no puede hacer frente a su deuda y no recibe apoyo de los países ricos de la zona, seguir en el euro se convierte más en un lastre que en una ventaja. Es por lo que el propio gobierno griego está analizando las consecuencias de salir del euro. Al menos volviendo a la moneda propia podría devaluar y recuperar la posibilidad de crecer, al hacerse sus exportaciones – y su oferta turística – más baratas.
Si Grecia suspende pagos y sale del euro, detrás pueden venir otros. Precisamente aquellos países cuya balanza comercial se ha deteriorado más en el periodo de la moneda única, entre ellos España. Hay diferencias con el caso griego, pero el recorte de 50.000 millones de Zapatero puede acelerar estas tendencias. Las consecuencias políticas son incalculables.
Pero esto es sólo una mitad de la realidad. La otra es que especialmente Alemania, pero también Holanda y Finlandia, los países cuya balanza comercial se ha fortalecido con el euro, se encontrarían con un problema. Sin ir más lejos, la mitad de las exportaciones alemanas van a países de la UE. Un saldo positivo que se ha ido fortaleciendo con los años gracias a una política continua, iniciada con Schröder y seguida por Merkel, de represión de los salarios y de reformas contra las conquistas históricas de los trabajadores alemanes. Lo mismo en los casos finlandés y holandés. Pero para obtener un superávit comercial tiene que haber otro que tenga déficit. O lo que es lo mismo, esos países dependen de sus compradores.
En los momentos actuales el saldo favorable a Alemania del comercio con el resto de la UE se está recuperando a toda velocidad mientras que la demanda interna alemana sigue sofocada. Esto hará que la balanza comercial de los clientes «pobres» de Alemania se deteriore, dificultando su crecimiento y, por tanto, manteniendo o agravando los problemas de la viabilidad de la zona euro. Salvo que se produzca una brutal reducción de los salarios en dichos países para «restaurar su competitividad» con Alemania. Pero entonces el problema que sale por la puerta entra por la ventana, ¿quién le compraría a Alemania?
El euro, que en gran medida no es otra cosa que un marco «agrandado», se revela a la larga como un problema para el capital alemán. Tragarse a la RDA ya le ocasionó una pesadísima digestión. A lo que tiene que hacer frente ahora es bastante más complejo. No es descartable que resulte excesivo, incluso para la orgullosa Alemania.
El Banco Central Europeo ha publicado el mes pasado un estudio sobre «los aspectos legales de la salida y la expulsión de la Unión Europea y la Unión Monetaria». En él se viene a decir que la salida del euro (Unión Monetaria) sin salir de la UE es «legalmente inconcebible». El mismo hecho de que lo estén estudiando indica que será legalmente inconcebible pero materialmente posible.
Las incertidumbres y turbulencias que se avecinan suponen una ratificación, aunque sea tardía, de las críticas realizadas desde la izquierda a todo el proceso de la UEM más allá de lo que ella misma imaginó, además de un mentís rotundo al papanatismo del «sí crítico». Dentro de poco veremos, no sólo a socialdemócratas y sindicalistas, sino incluso a representantes del capital, defender propuestas por las que nos tacharon de extremistas e ilusos hace no tanto tiempo. Sin ir más lejos, cuando se empiecen a revisar los presupuestos europeos y las llamadas perspectivas financieras. Es hora de tomarse en serio una alternativa a Europa desde la izquierda.
* Responsable de la Secretaría de Economía del PCE