A quien del Gobierno corresponda: Yo también pido reincorporarme a mi anterior puesto de trabajo. Es más, no lo pido, lo exijo. Verán, soy lo que sus estadísticas definen como un número más dentro de la lista de seis millones de parados y como ya prácticamente he perdido la esperanza de, a mis cincuenta y pico de años, encontrar un trabajo nuevo, me paso el día rememorando la tranquilidad de los años anteriores, cuando tenía uno que desarrollaba a la perfección dada mi experiencia profesional, mi empeño y sobre todo mi dignidad. Así que entre recuerdo y recuerdo, mato las interminables horas del día viendo las noticias en la televisión.
Fue por eso que me di cuenta que mi angustia por la falta de empleo tenía solución y por eso recurro a la instancia que sea responsable. Resulta que últimamente han dimitido de sus cargos varios servidores públicos -digo servidores con todas las consecuencias del término, como ya explicaré más adelante- y todos ellos, cuando les preguntaban por su futuro, daban la misma respuesta: “Pienso reincorporarme a mi antiguo trabajo”. Entonces caí en la cuenta. Si todos esos señores y señoras tenían derecho a reincorporarse a su trabajo anterior por la sola razón de haber colaborado con su dedicación y esfuerzo al bienestar del país, ¿qué clase de obstáculo era el que me impedía tener el mismo derecho? ¿Acaso no había colaborado yo, igual o más, a lo mismo? ¿No había yo también, tras pagar impuestos, I.V.A., cotizaciones y demás facturas, servido a lo público?
Además, a mí no me habían despedido, simplemente se acabó la excesiva demanda de producción, que según me han repetido machaconamente a través de esa misma televisión que me acompaña a diario, se vino abajo porque yo he vivido por encima de mis posibilidades, lo cual es absolutamente falso, ya que mi sueldo no daba para mucho y nunca fui amigo de los créditos. Tampoco me habían pillado in fraganti llevándome los beneficios, ni escaqueaba material bajo mi abrigo, ni presioné de forma alguna para que emplearan a mis familiares, ni jamás hice cosa que, a mi entender, estuviera mal hecha o fuera inservible, quiero decir, sabiendo que lo que hacía estaba mal hecho. Me explico. Todos, o casi todos, los que han dimitido, lo han hecho por haber cometido faltas, lo cual no es mi caso. Con lo que, en justicia, tengo más derecho que ellos a reincorporarme a mi puesto antiguo de trabajo.
Por otra parte, mi reincorporación sería más económica que la de los antes citados ya que a mí no tendrían que pagarme ni pensiones, ni fondos, ni blindaje alguno, como ocurre con estos servidores. Es más, tampoco voy a pedir que cuando me jubile siga con las mismas prebendas como es el caso del Rey anterior, que sigue siendo Rey sin serlo -pero cobrando lo mismo-, o el Papa anterior que también, pero sin paloma. Tampoco pido que me hagan consejero de una multinacional de la energía, ni siquiera del Estado, aunque dado que se supone que el Estado es el pueblo soberano, tan soberano soy yo como el resto. Simplemente quiero ganarme la vida y dado que posibilidades económicas hay para unos cuantos, digo yo que, repartiéndolas, habría para todos.
Es por eso que elevo esta petición advirtiendo que, convencido que va a ser en balde, anuncio a esta misma instancia o a la que corresponda, que a partir de este momento, y hasta que yo también me reincorpore a mi anterior puesto de trabajo, dejo de pagar todo y me engancho a la luz y al agua.
En fin, que yo también dimito como parado y a ver en que televisión me preguntan por mi futuro. Estaría encantado de contestarles.
En espera de su respuesta, reciba un nada afectuoso y cabreado saludo a quien corresponda.