Sabíamos que no iba a ser sencillo, que la unidad popular era y es un proyecto de largo aliento, que se trata de un proceso complejo, plagado de dificultades pero imprescindible para la ruptura con el régimen y el cuestionamiento del statu quo político, social y económico.

En 2015 se ganaron algunos ayuntamientos fundamentales. Entre ellos destacó el de la capital. El reto era inmenso.

El Partido Comunista apostó desde el minuto cero por Ahora Madrid. Obtuvimos tres concejalas, que han llevado nuestra posición a la institución en cada pleno y en el día a día.

Como no podía ser de otro modo, los desacuerdos han surgido a medida que se ha avanzado en el desarrollo de la actividad diaria. Lejos de verlo como un problema, como un freno o como un fracaso, debemos aprender de esas divergencias y situarlas en su contexto: un movimiento plural, heterogéneo y diverso.

No es un drama que haya diferentes posiciones en la unidad popular sino un valor. La discrepancia forma parte del ADN de la unidad, de su sentido político y social. El drama, muy al contrario, es que no se normalice y haya quien pretenda marcar el paso del movimiento de forma individual y autoritaria, sin consultar a las bases (la mayoría social que hizo posible un resultado espléndido en las municipales de 2015) y sin respetar el principio clave de cualquier ámbito unitario: mandar obedeciendo.

El drama, el error, ha sido la gestión de un conflicto originado en exclusiva por la existencia de distintas visiones políticas. La posición del PCE e IU era votar NO al PEF, pero entendíamos que no era una decisión en exclusiva de nuestras organizaciones. Por eso propusimos una consulta a las bases de Ahora Madrid.

El programa electoral, es cierto, no puede prever todas las variables que surgen en una legislatura, pero su espíritu es sagrado. No es un catálogo de sugerencias sino la columna vertebral de la acción política y de la gestión cotidiana. Y cuando no haya acuerdo, que florezca la democracia, que se consulte.

Hay una cosa, sólo una en este tema, en la que en el PCM estamos de acuerdo con la Alcaldesa de Madrid: las candidaturas de confluencia no pertenecen a partidos u organizaciones que las componen… pero, añadimos, tampoco a grupos municipales ni alcaldías; pertenecen al pueblo que construyó la unidad popular. En el PCM e IU Madrid queríamos devolver al pueblo la voz y la palabra, retornar a su criterio y voluntad las líneas de futuro de su ciudad, hacerle agente activo de las decisiones fundamentales que afectan a su vida. Recuperar la participación, en resumen. Recordar, a través de esa consulta, que el sistema creó esta institucionalidad para asfixiar la posibilidad de transformación y que no estamos en los ayuntamientos para hacer cumplir la ley que nos ha impuesto el poder capitalista sino para subvertirla y desobedecerla cuando vaya contra los intereses de la clase trabajadora. Avanzar hacia la construcción de poder popular, un elemento sin el que la unidad popular, en fin, no es más que un continente vacío y maleado.

Secretario General del Partido Comunista de Madrid