1. Nos tenemos que debatir entre la necesidad cotidiana de gestión con la obligación ética de mostrar los límites de las instituciones, trasladar un discurso comunista y transmitir una sensación de responsabilidad.
2. Los ayuntamientos son los espacios que gestionan la vida cotidiana de la gente: la limpieza, la convivencia, el transporte… Son los espacios donde podemos mostrar los límites de la política institucional con ejemplos muy aterrizados y, por lo tanto, sencillos de entender. A la vez, es donde resulta más fácil mostrar que hay otra forma de hacer las cosas, mostrar que no hay porqué conformarse con el discurso de “esto de la política es así” porque “no hay alternativa real”.
3. Creo que la unidad popular tiene que venir de la mano de las relaciones humanas que se construyen en el trabajo cotidiano. En los municipios es donde se dan las relaciones que nos permiten tejer redes en base a un proyecto común de gestión de la vida diaria, que en el fondo es lo que la mayoría entiende. Además, las y los comunistas podemos trabajar en la construcción de hegemonía gracias al trabajo diario en los frentes de masas de nuestro entorno.
4. Del desarrollo de las políticas de igualdad. A lo largo de estos años, hemos formado en igualdad a gran parte de la plantilla municipal y hemos creado una escuela de feminismo, hemos lanzado campañas para visibilizar el machismo, hemos introducido cláusulas de género en los contratos municipales… pero, lo que me parece más importante, hemos trabajado para que las políticas de igualdad se elaboren y ejecuten de la mano del movimiento feminista.
5. Creo que hay tres focos fundamentales: la economía, tanto la mejor gestión de los recursos del Ayuntamiento (remunicipalización de servicios o fiscalización de las contratas) como el impulso de la economía local, desde un punto de vista del desarrollo humano local; las políticas sociales, como herramientas de compensación de desigualdades; y el urbanismo con perspectiva de género, que nos ayude a construir una ciudad no especulativa y cuidadora. Por supuesto, sin olvidar mostrar quién tiene el poder real.