Presentación del documento nº 50

La necesidad de incorporar a las mujeres a la lucha política y, a la vez, el progresivo reconocimiento de sus problemas y derechos específicos fue un proceso que no resultó fácil dentro del PCE, pese a los inequívocos principios igualitarios propios de la tradición comunista. Las contradicciones entre dichos principios y la asimilación acrítica de arraigados prejuicios masculinistas propios del entorno social en el que los militantes -y los mismos dirigentes- se movían explica, sin duda, este retraso.

Fue sobre todo la incorporación de mujeres del entorno del partido a las luchas contra la represión y por la amnistía, la esforzada e incansable tarea de las “mujeres de preso”, el relevante papel femenino en apoyo de las huelgas mineras y el protagonismo creciente de mujeres estudiantes e intelectuales en la lucha antifranquista lo que acabó suavizando los recelos previos, en un proceso que fue gradual, pero comenzó a dar claros pasos adelante desde comienzo de los años sesenta. Luego iría produciéndose la progresiva incorporación femenina a otras actividades, entre las cuales los movimientos vecinales, culturales y de profesionales fueron ámbitos de cierta importancia.

La dirección del partido, impresionada además por la manifestación de mujeres el 15 de mayo de 1962, en la Puerta del Sol madrileña, en solidaridad con las huelgas de Asturias, intentó poco después organizar un movimiento específico que, de momento, no llegó a cuajar. Finalmente, superados algunos recelos, a punto de concluir el año 1964 se daba el pistoletazo de salida al Movimiento Democrático de Mujeres, entendido como organización amplia y no meramente partidista. En él convivieron mujeres de distintas procedencias sociales, desde obreras a estudiantes e intelectuales. Impulsado por colectivos diversos y heterogéneos, el MDM fue desbordando los propios esquemas que el partido había establecido para su desarrollo y asumiendo posiciones cada vez más próximas, en muchos aspectos, a las que va a desarrollar la segunda ola del feminismo. La posterior autodefinición del PCE como “partido de la liberación de la mujer” sólo se explica por esta maduración, impulsada por una militancia femenina nutrida con las experiencias que la inserción en nuevos frentes de lucha les fue proporcionando.

El texto que ahora presentamos reproduce, en las páginas de Nuestra Bandera, las intervenciones y conclusiones de un coloquio entre dirigentes del PCE y algunas activistas del partido o próximas a él, celebrado a fines de 1965. Visto desde el presente, refleja todavía evidentes limitaciones en los objetivos y la concepción de los problemas y el trabajo político de las mujeres, y arrastra la inevitable pervivencia de una visión aún demasiado tradicional; incluso aparecen los tópicos rechazos del “feminismo” entendido como algo elitista, propio de mujeres burguesas o de “clase media”, más o menos alejado de la visión emancipadora comunista sobre los problemas de la mujer. Pero tiene el mérito de abordar en sentido amplio la condición de las mujeres españolas del momento, especialmente de los sectores populares, reconocer nítidamente el principio de igualdad y su relevancia, o subrayar la supeditación de las mujeres casadas y otros colectivos; y además, utiliza ya un lenguaje en el que los términos “emancipación” y “liberación” aparecen tímidamente. Con ello se iba abriendo un camino en el que van asomando, junto a las necesidades de la incorporación de las mujeres a la lucha antifranquista, algunos planteamientos germinales de la posterior aceptación del feminismo como un elemento indisociable de la lucha por la democracia y el socialismo.

>> [PDF 10,8 MB] Documento Nº 50. Coloquio sobre la mujer española (1965)