El 28 de enero tuvo lugar en Mérida un acto de introducción al pensamiento de Manuel Sacristán. Surgió como una necesidad para el presente de la recuperación de una visión lúcida de hace cuarenta años que ya anunciaba los problemas eco-sociales que hoy nos alarman. Esta «recuperación» suena extraña: Manuel Sacristán siempre ha estado presente en las generaciones posteriores, como maestro fundamental del marxismo en España -aunque él se declarara «comunista» antes que «marxista»-, pero ha tenido un recorrido subterráneo, no reconocido pero manifiesto, en la evolución de la izquierda y de las luchas políticas alternativas en nuestro país.
Hoy, Manuel Sacristán (que se ha mantenido vivo a través de discípulos como Francisco Fernández Buey), vuelve a la primera plana a través de trabajos como este que demuestran que siempre ha sido actual. Y este, según comentaban los ponentes, es sólo una de las primeras ediciones bien cuidadas de sus trabajos que están por salir, con la mención honorífica a la excelente labor realizada por Salvador López Arnal desde hace años. Pero hoy apremia la cuestión ecologista y Sacristán fue un pionero en este aspecto. Comentaba una persona al final de la presentación que, como curiosidad, toda la tradición ecologísta contemporánea parecía beber mucho más de la tradición anarquista y que esta antiguedad del ecologismo dentro del marxismo aparecía como una «novedad». No lo es: ya estaba en las discusiones suscitadas desde los sesenta por el Club de Roma y Los límites del crecimiento y por los debates en la RDA entre Harich, Bahro y otros intelectuales. Para enseñar esta tradición y repensar sobre ella se ha editado este libro.
Las intervenciones fueron a cargo de Manuel Cañada, el propio prologista del libro, Miguel Manzanera, y José Sarrión (estos dos autores de la primera y segunda tesis sobre Manuel Sacristán, respectivamente). Y, como suele pasar en estos actos, el tiempo se quedó corto: casi dos horas y media de acto donde se tocaron, aparte de prácticamente toda la vida intelectual y política de Sacristán, temas de actualidad ecologista, política y social. Manuel Cañada hizo un recorrido por la vida y contexto de Manuel Sacristán, con una atención erudita a los conflictos intelectuales en el marxismo de la época y en los movimientos políticos de izquierda de la época (especialmente, cómo no, con el comunismo). Sacristán, como militante y dirigente primero del PSUC y luego del PCE, se vio envuelto en la lucha clandestina, pero una lucha que no olvidaba la dimensión intelectual: la estrategia política y el tacticismo son necesarios en una lucha política cambiante pero sin un horizonte teórico que la sustente es filfa. Esa fue, sobre todo, la tarea de Sacristán tras el «doble aldabonazo» que supuso la represión soviética de la Primavera de Praga y el Mayo del 68.
Ecología y Ciencia Social
Los caminos que recorre Sacristán a partir de entonces suponen una vuelta crítica a los textos, a los fundamentos y a la «revisión» (palabra peligrosa) de los principios. Sacristán era comunista, según sus propias palabras, pero no lo era según dictados políticos internacionales. Aquí es donde entra José Sarrión en las vicisitudes intelectuales que le llevan a revisar los textos, a enfrentarse a la propia tradición, a actualizar y a criticar la caja de herramientas del marxismo y la política de izquierdas. Piensa para el presente y el pensamiento para el presente no se deriva de la doctrina o el dogma de un corpus inamovible de textos sino que se piensa a través de la crítica. Aquí se resaltó la importancia política de un elemento al cual no se le suele adscribir política alguna: la formación lógica y científica de Sacristán. Esta dimensión resulta fundamental para comprender la actitud de Sacristán frente a los problemas del presente y sobre todo la actitud ecologista. La revisión de los principios no busca su impugnación sino su ampliación: el avance hacia una sociedad emancipada hoy no pasa por el crecimiento de las fuerzas productivas en un contexto terrestre que no es capaz ya de soportar el productivismo, un elemento clásico de la tradición marxista. La ciencia es el apoyo necesario para conocer esto y actuar sobre ello pero como una ciencia militante.
Esta problemática que Sacristán se encuentra en los años setenta en la lucha pacifista o antinuclear se traslada sin mácula al presente. Miguel Manzanera trae al presente los problemas suscitados por Sacristán con el grito de «decrecimiento o barbarie». Aquí, otra vez, se busca algo más que la estrategia política y el oportunismo ante problemas inmediatos que forman parte de la campaña de los Estados nacionales y el sistema capitalista. El posicionamiento ante ellos es necesario pero sin un programa, sin unas perspectivas de futuro, sin un horizonte emancipador, toda victoria política en el contexto represivo actual puede no significar más que un espacio de respiro a un sistema tensionado. La lectura de Sacristán nos sugiere un mantenimiento de la praxis emancipadora en los problemas reales sin perder la dimensión teórica que apunta hacia esa emancipación. Y esto no es tarea (sólo) de intelectuales: sin la masa trabajadora encauzada en esta misma dirección práctica e intelectual no hay lucha.
Manuel Sacristán es elocuente por sí mismo en Ecología y ciencia social. Es el momento adecuado para leer sus reflexiones ecologistas sobre la crisis de la sociedad industrial, para enriquecer la discusión y la práctica política donde urgen no sólo alternativas teóricas sino también y sobre todo elementos prácticos para desarrollar en el presente. Quien se aventure en su lectura encontrará una primera parte con textos más políticos, más actuales, que abren espacio e interés a una segunda parte dedicada por entero a trabajos teóricos tempranos de Sacristán. Una ventana a la tradición presente pero no manifiesta que va a enriquecer sin duda el panorama filosófico y ecologista en el momento en que más falta hace.