En medio de todo este escenario de incertidumbres y temores, de costes y consecuencias sociales y económicas de la guerra en Ucrania, el día 13 de marzo se reunía la Conferencia de Presidentas y Presidentes Autonómicos. Los impactos de las sanciones y la dependencia energética de Europa y España del gas y otras materias primas procedentes de Rusia era uno de los asuntos imposibles de esquivar.
Desde la izquierda llevamos muchísimo tiempo denunciando tanto los beneficios injustificados de las eléctricas y las grandes compañías energéticas, como el sistema de formación de precios que los sustenta. Durante años se negaba la posibilidad de modificar el sistema casi bajo amenaza de anatema. Hoy por fin está sobre la mesa. Y aunque en la Conferencia de presidentes se ha pactado además actuar sobre la fiscalidad, la parte importante vendrá desde Bruselas y no duden que modificará el sacrosanto sistema marginalista de formación de precios. Será la prueba de que siempre se pudo, de que teníamos razón, y será cosa nuestra explicar que eso es lo que se llevaba proponiendo años, porque se harán piruetas en los medios y desde los poderes fácticos para no reconocerlo.
Pero yo quería centrarme en otro asunto mucho más turbio y preocupante al hilo de esa misma conferencia de marzo. Para ello me retrotraigo al jueves anterior en el Parlamento autonómico de Madrid, ese día –ni cuarenta y ocho horas después del 8M- la ultraderecha de VOX llamó reiteradas veces, con el estilo chusco y matonesco que les caracteriza, a eliminar el presupuesto del Ministerio de Igualdad. Como ya es habitual se acusa de chiringuito, y como ya es habitual también la respuesta es que sufren de proyección freudiana ya que fue Abascal quien gestó su partido subvencionado por la Agencia de Protección de Datos de la Comunidad de Madrid o posteriormente por la Fundación para el Mecenazgo y Patrocinio Social, una entidad pública sin trabajadores ni trabajadoras, con ninguna actividad conocida en la Comunidad de Madrid y que recibió 183.600 de la Comunidad de Madrid en tiempos de Esperanza Aguirre, mientras en todos esos años nunca dejó de cobrar de la Asociación para la Defensa de la Nación Española (Denaes), fundación que también recibió subvenciones públicas de la Comunidad de Madrid.
Estos debates son permanentes con los ultras, pero en esta ocasión además teníamos munición procedente del propio Plan Estratégico para la Igualdad Efectiva de Mujeres y Hombres del Ministerio de Igualdad (que es a lo que se referían con los 20.000 millones de presupuesto del Ministerio), y que en realidad sufragarán políticas desde este año 2022 hasta 2025. La derecha y los ultras siempre se apropian de la defensa de la maternidad o el apoyo a las familias y sin embargo, entre los programas más importantes de este Plan, los del segundo eje (Economía para la vida y el reparto justo de la riqueza) que concentra más del 90% del total de la inversión, casi mil millones se dedican a prestaciones de riesgo durante el embarazo, casi ocho mil quinientos a prestaciones por nacimiento y cuidado de menores, casi quinientos millones a prestaciones de cuidado de hijos e hijas con cáncer… y podríamos seguir así hasta casi alcanzar esos veinte mil millones de euros. A eso lo ultras lo llaman chiringuito porque su presunta defensa de la familia y la vida no es más que una excusa para ir a acosar, chillar y amedrentar con sus rosarios, cuando no ecógrafos, a las mujeres que voluntariamente han decidido soberanamente sobre sus cuerpos. Les importa imponerse a quienes no comparten sus ideas, nada más como demuestra su frivolidad ante los programas de políticas públicas reales que acabo de describir.
Y ahora vuelvo a la Conferencia de Presidentes del día trece. Allí, en un ejercicio de plagio y frivolidad absoluta, Ayuso ha hecho suya la propuesta de VOX y ha planteado que los 20.000 millones del Plan estratégico del Ministerio se utilicen para ayudas por la crisis provocada por la guerra de Ucrania, y más concretamente que con ese dinero se podría hacer frente a la cesta sobrevenida de todas las familias y contarían con 500 euros para cada una para los costes de la luz.
Así que mucho ojo, la derecha, la ultraderecha y Ayuso son frívolas pero no tontas, y tienen muy claros los intereses que defienden, que sus frivolidades no nos impidan ver la “luz” al final del túnel.