Enrique del Teso, experto en comunicación, ha publicado recientemente un libro imprescindible: La propaganda de ultraderecha y cómo tratar con ella. Habla de la importancia de la comunicación, de cómo la maneja la extrema derecha, entre otras cosas porque tienen dinero y “el que tiene dinero tiene comunicación”. Pero también porque saben cómo hacerlo. No improvisan, lo tienen bien estudiado. Manejan perfectamente los miedos de la época, cuáles son y cuáles pulsar en cada momento. Entonces sacan sus armas mediáticas: el bulo y la provocación. Frente a ellos, Enrique del Teso nos deja algunas recetas de cómo actuar: “la fuerza de los bulos se basa en su viralidad”, así que la forma de combatirlo es no repetirlo ni para denunciarlo, a fin de no contribuir a esa viralidad. Lo mismo sucede con sus provocaciones. Nos provocan para que salgamos al trapo, así que el consejo es “no te enciendas aunque te lo pida el cuerpo”, en otras palabras, no echar leña al fuego. Otra máxima es no debatir el bulo sino desmontar al portador de ese mensaje.
“Si disparan provocaciones diarias y las vas respondiendo, tu hilo discursivo es errático porque estás dedicando tu tiempo a responder a los demás”
La revista digital la U, publica un artículo recogiendo algunas de las ideas principales que el autor explicó en las jornadas Nuevas derechas, viejas tempestades organizadas por IU y la FEC. Aquí reproducimos algunas de las claves que versan sobre el manejo de la comunicación para lograr sus fines.

Una de las principales armas de intoxicación masiva son los bulos en forma de sentencias breves, cargadas emocionalmente, disparatadas y fáciles de repetir. Su objetivo es crear en el imaginario colectivo un sentimiento de desconfianza y cinismo en el que no importe qué sea verdad y qué mentira. Nuestro cerebro intenta mejorar la información que tiene dentro con la que está llegando; busca la satisfacción cognitiva permanente, de forma que si lo que le llega se ajusta con sus ideas e información, lo acepta aunque sea un bulo. Pone un ejemplo: cuando Ortega Smith dijo que las Trece Rosas eran asesinas. La izquierda se equivoca cuando cree que los bulos se vencen con la verdad; decir en qué consiste la verdad de las Trece Rosas no va a desmantelar el bulo sino que se va a reiterar y su eficacia consiste en que se repita. Y nosotros contribuimos a ello en la medida en que lo compartimos aunque sea para denunciarlo. Entonces, ¿cómo actuar? Esto es lo que nos dice Enrique del Teso: “Cuando llega un bulo no podemos entrar a debatirlo, debemos calificar al portador del mensaje. Debemos encajonarlos en su ideología, utilizando pocos marcos y reiterativos. Un marco tiene que ser el clasismo, pero nunca hay que tratarlos como los ricos: son los lameculos de los ricos. Los amos de verdad sueltan a sus perros, a ellos. Otros marcos son el machismo, el racismo, su propensión a la violencia y el negacionismo del conocimiento en general. Cinco marcos. Si dicen que dan más dinero a los menas que a tu abuela, no digas nunca las palabras mena o abuela, denuncia el racismo que ciega a los fachas. No repitas el bulo, no lo hagas viral”.
Algo similar pasa con las provocaciones. Saben que la izquierda nos escandalizamos fácilmente y por eso nos provocan, pero “no te enciendas aunque te lo pida el cuerpo” aconseja del Teso. “Si disparan provocaciones diarias y tú respondes a las provocaciones, tu hilo discursivo es errático porque estás dedicando tu tiempo a responder a los demás”. E insiste en que nunca hay que hablar del mensaje, sino del portador del mensaje». Por otra parte, la provocación solo funciona si te sorprende; y “aunque te sorprenda, te guardas la sorpresa, ya que tienes que dar por descontado lo que estás viendo. Yolanda Díaz es bastante lista y lo manifiesta, entre otras cosas, en que no es escandalizable. Cuando reacciona a los disparates lo hace de una manera muy templada. «Esto no me coge de nuevas», esa es la actitud ante la provocación. No te enciendas aunque te lo pida el cuerpo.
Luego está el debate con la extrema derecha. Nunca hay que normalizarlo. Hay que razonar, sí, pero no razonarlo todo. Hay que razonar por qué subir los impuestos pero no lo que ya es obvio, como por qué blancos y negros o mujeres y hombres son iguales. “El mero hecho de razonarlo ya es barbarie”, insiste del Teso. Sería cuestionar cosas incuestionables, que es lo que busca la propaganda de ultraderecha.
El autor apunta que si bien la ultraderecha no está penetrando a penas en las clases bajas sí está consiguiendo desafectar a las clases populares de la izquierda. “Están consiguiendo que los izquierdistas caigan mal, que sean los estirados, los listos. La izquierda siempre piensa que en el mundo hay ricos y pobres, pero mucha gente lo que siente es que hay ricos y estudiados, y estos estudiados me miran por encima del hombro. La extrema derecha está teniendo éxito en presentar a los izquierdistas como altivos, y el problema es que muchos izquierdistas no se dan cuenta de que lo son”. Por eso urge a cambiar la perspectiva en el discurso para abordar esa subida de impuestos no desde la distancia sino desde la perspectiva de un sujeto afectado, interpelando a los intereses concretos de cada persona y ofrece un ejemplo de cómo hacerlo: “El dinero que gano trabajando paga impuestos, la fortuna que los ricos ganan sin trabajar simplemente poniendo la mano no paga impuestos”.
Hay que razonar el porqué de una subida de impuesto, pero no hay que razonar lo obvio, como la igualdad entre mujeres y hombres, porque eso es incuestionable
Son las herramientas que nos deja Enrique del Teso para actuar en este convulso contexto. Aquí la advertencia: “Cuidado porque el fascismo que repugna a la mayoría encaja muy bien con estados de ánimo que todos tenemos a veces, y eso significa que puede haber gente de izquierdas que está harta de los comunistas, o de los ecologistas, o de impuestos, o de los extranjeros. La extrema derecha puede tocar al pueblo por varios frentes y algunas personas pueden llegar a decir: «bueno, en eso sí tienen razón». Difícil de ver el lado oscuro es, decía Yoda. A veces no es tan difícil pasarse al lado oscuro sin darse cuenta”. La comunicación es hoy la vanguardia de la batalla de las ideas y en juego está la salud de la democracia.