En mi pueblo la mitad de la gente joven está condenada al desempleo y la otra mitad a la precariedad más absoluta, a la explotación literalmente salvaje. Hace unos años el PSOE, tras finiquitar definitivamente el estado de bienestar defendido históricamente por la socialdemocracia, usando una trampa que engañosamente denominaron reconversión, ahogaron en la marginalidad y la desesperanza a una comarca de cientos de miles de personas. Nos mostraron el verdadero significado del neoliberalismo, las consecuencias del desmantelamiento de las grandes empresas del Estado; nos mostraron la diferencia entre una comarca dinamizada económicamente por el sector público de un modo ordenado en atención al interés general y la tragedia producida por esa selva industrial y laboral compuesta por una multitud de empresas que aparecen y desaparecen dependiendo de los beneficios de sus dueños en el mejor de los casos cuando no es para esquivar a hacienda o a la seguridad social.
Es vergonzoso lo que está ocurriendo, es profundamente injusto e indignante que los poderosos puedan hacer lo que están haciendo, que la gente pase a un último plano por detrás de cualquier otro; que utilizando la desinformación y la manipulación arrasen la memoria del pueblo y lo hundan en la ignorancia anulando la capacidad de pensamiento individual y colectivo indispensable en una verdadera democracia.
Es increíble lo hondas que han calado las raíces de esta mala hierba del nuevo capitalismo provocador de guerras, miseria y muerte. El efecto negativamente psicótico que produce en las mujeres y los hombres que a través de sus sentidos perciben una realidad bien distinta a la que existe. En resumen, todo lo que una vez se conquistó se está perdiendo, lo estamos entregando gratuitamente a quienes lo acapararon a lo largo de la historia y que especialmente durante las últimas décadas se han encargado muy sutilmente de arrancarnos nuevamente.
Allí estaba el PCE
En 1972, en Ferrol, los trabajadores de La Empresa Nacional Bazán protagonizaron una de las más duras y hermosas batallas contra la dictadura y el capitalismo. Un grupo de miembros del PCE infiltrados en la junta de empresa consiguieron tomar el control de la misma en el astillero de esta pequeña localidad y, debido a las circunstancias históricas, reclamaron negociar el convenio descentralizadamente para poder aprobar la tabla reivindicativa que proponían: un mes de vacaciones, jornada de 40 horas semanales, subida salarial, etc. Inmediatamente estos compañeros fueron despedidos e inmediatamente encarcelados.
Fue entonces cuando comenzó todo. A lo largo de dos semanas la fábrica y mi ciudad fueron una batalla campal, la fábrica cerró sus puertas amenazando con el cierre patronal, los trabajadores encerrados en la factoría peleando cada día contra los grises mientras sus mujeres se concentraban en la gran puerta principal hasta que el diez de marzo los obreros decidieron salir en manifestación a reunirse con los compañeros del otro gran astillero al otro lado de la ría.
Entre tanto una fragata amenazaba con volar el puente de las Pías, único nexo de unión por carretera entre ambas orillas, y una ametralladora de la policía hería a cientos de personas y acababa con la vida de Daniel y Amador. Aquello tuvo repercusión internacional, al régimen le llovieron condenas de todos los rincones del mundo y desde entonces todos los diez de marzo celebramos el día ‘da clase obreira galega’.
Bazán es hoy en día una de las empresas en conflicto por la negociación del nuevo convenio, pero las condiciones laborales conseguidas por estos compañeros y compañeras son de otro mundo. Aunque muchos los acusen de aristocracia obrera, no dejan de ser un ejemplo de lo que se puede hacer luchando. No perdamos la memoria ni permitamos que los demás la pierdan, hoy más que nunca las espadas han de estar en alto, hemos perdido algunos envites, pero ganaremos la guerra.
La razón es nuestra.