Por fin me he decidido a escribirte, Derecha mía, porque tienes cada vez más presencia en las calles y en las grandes superficies, porque te metes en mi vida, porque intentas gobernármela aunque no comparto tu forma de hacer las cosas ni los gestos que me diriges. De entrada me molesta que te hayas inventado esa interpretación de que hacer las cosas «a derechas» es hacerlas bien y que lo malo debe relacionarse con lo siniestro. Un siniestro será un hecho luctuoso pero a mi siniestra hay cosas estupendas cuya bondad no se quiere reconocer.

Has hecho todo lo posible para que los zurdos fueran reprimidos en las escuelas y en el mercado. Los maestros del Movimiento Único nos daban con la regla en los nudillos para que nuestra izquierda soltara el palillero. Hasta la caligrafía inclinaba las letras hacia la derecha y la redondilla no tenía la prestancia de la inglesa. Los instrumentos, las herramientas, están concebidos para la derecha y los demás nos las vemos y deseamos para tener nuestro instrumental adaptado a nuestro lado favorito. Todo lo más que habéis permitido es que alguien fuera, en el colmo de la sofisticación o del disimulo, ambidiestro, lo que significaría que para ser de izquierdas hay que ser de derechas porque para ser de derecha os bastáis vosotros mismos. En fin, que se os ve el plumero desde la Educación Primaria y nunca os faltan asesores ni publicistas para criminalizar cualquier gesto que se haga desde o con la izquierda. Hasta habéis contratado al Sr. Polaino para que pontifique en la COPE, después de ganarse una enorme popularidad entre las personas de la acera del otro lado de la misma calle, que no es la izquierda pero sí, porque no queréis que puedan estar como vosotros que cuando sois no lo reconocéis o no lo valoráis como algo a tener en cuenta colectivamente sino como una enfermedad que algunos pillan por accidente o por debilidad congénita. ¡Qué lío con los lados de la calle! Como si no se pudiera pasear o aposentarse donde a uno más le convenga. Qué manía con la simplificación y qué incapacidad para centrarse, aunque siempre andáis presumiendo de centrismo. Efectivamente vais por el centro del carril de la derecha y con tendencia a salirse al arcén del mismo lado en cuanto encontráis un obstáculo en vuestro camino. Os gusta mucho salir a campo a través, tiraros al monte, siempre hacia el este, cara al sol, sin respetar más lindes que las de vuestros latifundios, vuestras grandes superficies, vuestras operaciones inmobiliarias, vuestros campos de golf…y vuestra libertad de educación que queréis practicarla apoyando lo vuestro con el dinero de todos.

En fin, derecha mía. Que tengo que decirte muchas cosas aunque tú apenas escuchas por un solo oído y yo te hablo desde mi lado hacia el pabellón auditivo que tienes amurallado de cerumen jurásico. De manera que te lo digo, Derecha, para que lo entiendas, Izquierda Ambidiestra que te entretienes en el posibilismo del equilibrismo entre dos canales, dos vías (o tres) o sufres de decaimiento o de contradicciones insuperables. Tenemos que decirnos muchas cosas todavía, porque nuestra Derecha se hace la sorda pero no está muda y no para con su discurso, que tiene la potestad de machacar porque siempre golpea en el mismo clavo.

Tuyo, a pesar mío, Alfaya.