Según las opiniones de los diferentes sectores y actores en IU, el Consejo Político Federal (CPF) celebrado el pasado día 25 de junio ha «abierto una nueva etapa». De una parte se sitúa mejor Gaspar Llamazares, que ve aumentada su exigua mayoría conseguida en la VIII Asamblea y consolida una posición entre el 56 y 60 % de los miembros del CPF, adquiriendo con este acuerdo una mayor tranquilidad, sin que haya tenido por ello que renunciar a las líneas más contestadas de su estrategia política y de su actuación interna; solo ha hecho algo que le ha dado buen resultado como es acomodar su discurso en el momento oportuno.
De otra, los denominados sectores críticos, que a partir de este acuerdo se conformaran en otra forma aún por definir. Tras el apoyo a las posiciones organizativas de Llamazares y el apoyo de una parte de estos al discurso tibio «del viaje al centro del PSOE», se desdibuja una actitud crítica y dual que se reflejaba en lo que se denominaban las listas alternativas de la última Asamblea Federal. Hoy desde luego es otra la realidad que se va conformando en los órganos de dirección de IU. Aparece una parte oculta hasta ahora, la denominada «un Plan para IU». La característica más notoria es que parece que su plan es no tener plan. Esto deja más margen de maniobra interno. Casi todas las reivindicaciones que aparecen en su primer comunicado tras el CPF son un mero plagio de las propuestas elaboradas y aportadas por otros. Este sector, hoy integrado en los que apoyan a Llamazares, con Enrique Santiago como cabeza de lista, con sus métodos y contenidos del acuerdo, ha liquidado su propia candidatura.
Mas allá de mensajes, a veces hasta folclóricos, de sectores que antes se denominaban alternativos y que durante meses han venido clamando por la caída de Llamazares y que, dando un giro copernicano, hoy hacen posible que la misma política siga en IU. La realidad es que la alternativa política dentro de IU tiene caras que se van definiendo en coherencia con propuestas políticas alternativas, sensibles y coincidentes con los sectores más dinámicos de la sociedad: la reforma laboral, en la que el grupo parlamentario se ha abstenido haciendo oídos sordos al sentir social y de la militancia de IU, y ello después del CPF del 25 de junio, la LOU modificando en el grupo el acuerdo del CPF del 19 de noviembre, la Ley de Propiedad Intelectual, ajena a los intereses de esa mayoría social, con bajos salarios y que no llega a fin de mes por el endeudamiento familiar, la Ley de Defensa y su vinculación a la OTAN, etc.
Parece que este acuerdo se ha fraguado cuando el sector mayoritario de IU ha visto que se daban las condiciones objetivas en línea con sus intereses, y que según afirmaciones, a veces intencionadas pero con poco visos de credibilidad en los comunicados del Plan, (más bien hechos para crear ambiente) una parte del PCE no estaba por el acuerdo, una falsedad más de las tantas que han corrido y corren. Nos consta en MO los esfuerzos realizados por destacados dirigentes del mismo en la comisión negociadora y en los órganos de dirección para que el acuerdo se fijase en las condiciones que la mayoría de la organización reclamó en la VII Asamblea Federal de IU.
Pero según parece, se dieron las condiciones objetivas: se asila a la actual dirección del PCE y a otros sectores inconformistas con la marcha de IU y se continúa con la misma política, dando la garantía de que en los órganos de dirección no va ha haber sustos para la dirección actual, como en varias ocasiones han manifestando miembros de ésta, máxime en un proceso complicado siempre en IU como es la elaboración de las listas electorales. Así se fragua el acuerdo en lo que alguien denominó el «pacto de Rivas», en referencia al municipio madrileño donde se celebro el encuentro que fijó el acuerdo.
Los vaticinios sobre al fin del mundo, antagónicos pero coincidentes desde varios sectores, conjurando el apocalipsis antes del último CPF; por un lado del Plan, si seguía Llamazares para después apoyarlo cuando estaba en una situación complicada; y por otro, de los sectores que apoyan a Llamazares que hicieron los llamados pertinentes para conjurar el fin del mundo si se perdía este CPF, crearon una falsa excepcionalidad. Nada de esto pasó, y nada de esto hubiera pasado. Esta organización seguirá funcionando igual con esta nueva mayoría y posiblemente de forma diferente con otros actores, pero eso no lo sabremos ya que no se ha dejado que sea así. No se acaba el mundo si sigue Llamazares; todo sigue como antes. Y no se acaba el mundo si se va; empezaría otra etapa en IU, distinta y diferente.
Desde el inicio de las conversaciones existía una idea central: la situación de IU se cambia con un acuerdo del 80 % de sus componentes como mínimo, con una incorporación y remodelación de la Comisión Permanente de IU en la que de forma equilibrada estuvieran presentes todos los sectores y todas las pluralidades, marcando una claras reglas del juego interno que hiciesen «vivible» IU. La toma de acuerdos políticos en esta circunstancia, tras el debate participativo y democrático, haría posible un trabajo en común, plural y diverso pero en común. El objetivo: la recuperación de IU social y electoralmente, empujando de forma colectiva hacia las municipales y autonómicas del 143. Eso ahora se hará desde el 60% que dirigirá y marcara el trabajo, dando cuentas a posteriori de la situación en la que queda IU. Los otros sectores que no han entrado en el acuerdo han manifestado que trabajarán para la buena marcha de los resultados, pero han insistido que «la responsabilidad es de quien dirige y de quien apoya a la dirección que decide».