Quiero decirte, Derecha, que no estoy de acuerdo con el Sr. Zapatero, nuestro Presidente del Gobierno, cuando llama a los vuestros -a muchos de vosotros, vinculados, aunque no sea más que a través del voto, con el Partido Popular- Derecha Extrema, por no decir, tan fino como es él para hablar de bajas pasiones, Extrema Derecha. Vosotros/tras, los que seguís atentamente y con cabezazos de asentimiento, en el sopor de la sobremesa familiar, los discursos de Acebes, de Zaplana, los que celebráis los desplantes parlamentarios del Sr. Pujalte y los radiofónicos del Sr. Jiménez y de otros de su misma escuela, no sois, políticamente hablando, extremos, sino mediocres implacables, o sea, franquistas de toda la vida, que no es un modelo político homologable sino una forma de vivir la sublimación de los intereses de unos pocos a través de la grisura conservadora de muchos. A los cachorros de la extrema los tenéis haciendo fuegos de campamento por ecosistemas propicios (por ejemplo, algunas urbanizaciones-pueblos de la Sierra de Guadarrama) y entrenándose para cambiar la violencia física por la financiera en cuanto pase el brote hormonal y se conviertan en ejecutivos de los que van a misa temprana, con sus corbatas naranja, para ofrecer a vuestro Dios las OPAS agresivas de cada mañana.

Tampoco estoy de acuerdo en que vosotros seáis LA DERECHA, es decir, toda la Derecha. Y tengo que deciros que esa pelea que nos planteáis tan dramáticamente sobre la unidad de España es, en estos momentos, una pelea interna vuestra, de las distintas derechas peninsulares e insulares. Nosotros, los progres de antaño, cautivos y endeudados, hemos perdido nuestra batalla contra el mercado, que es Uno, Grande y Libertino. Nos dicen que el gran peligro es el Pensamiento Unico y yo, cuando os escucho con la atención de un vencido que tiene que sobrevivir a su derrota, digo que aquí el peligro mayor es la falta de pensamiento en tantas cabezas.

Tienes razones para estar satisfecha: la Derecha está solidamente implantada, con su conjunto de valores, en las masas asalariadas, que han cambiado la conciencia de clase por una hipoteca económica y vital en la que los espacios abiertos a la curiosidad de los individuos son las grandes superficies y las emociones te las venden por televisión, salvo que quieras participar activamente con la masa domesticada que vive la indescriptible emoción de un partido del siglo cada quince días, aproximadamente.

Por eso me extraña que no reconozcas el buen trabajo del Sr. Zapatero y de la derecha periférica proponiendo, respectivamente, talantes, sensibilidades y repartos que aseguran perfectamente la consolidación del poder del sistema. No entiendo que no podáis comprender cómo uno ofrece espectaculares avances en las apariencias sociales que no sólo no ponen en peligro a la sociedad española sino que la apuntalan y que otros, con su nacionalismo regional, provinciano o pedáneo, ofrecen señas supuestas de identidad, acumulables como los puntos por compra de cualquier gran superficie, tan necesarias ahora que la identidad es un producto efímero, fungible, que te dura lo que el acto de consumo y que el sistema global no garantiza su mantenimiento. Si os cargáis el Estado, como lo estáis haciendo, para entregar todos los servicios públicos al mercado, es decir, a las grandes corporaciones… Si ya no hay ni barrenderos sino empresas de ingeniería urbana… ¿A qué viene esa manía con la Patria como espacio sublimado de pertenencia y destino común? Tendrá que haber tantas patrias como niveles de capacidad de endeudamiento.

No hay mejor Derecha que el PSOE cuando se pone a administrar lo que le deja el Imperio y vuestra derecha corre el peligro de oxidarse definitivamente en la armadura ideológica y estética que os empeñáis en conservar. Que se oxide Acebes no me parece mal y, además, sería lógico. Pero que una masa considerable de españoles pueda creer, con alarma social incluida, que Gallardón se acerca a posiciones progres y que Zapatero es un dinamitero de las esencias patrias, se me antoja un indicador tan preocupante como un encefalograma plano.

¿No os parecería un poco descabellado por nuestra parte creer con tanta ilusión en lo de la Patria cuando no sabemos si los nietos podrán librarse de los pagos de nuestras hipotecas, que son la mejor garantía de vuestra dominación?