La causa concreta de la crisis es la votación en el Senado italiano de una propuesta para financiar las tropas italianas en Afganistán y para ampliar la base USA en Vicenza, por la que en lugar de obtener el ministro de exteriores, D’Alema, los necesarios 160 votos, sólo obtiene, 158, con 136 en contra (sumando los noes y las abstenciones). Los dos votos que faltan se deben uno al senador de Refundación Comunista, Franco Turigliatto, mientras el otro es del senador del Partido de los Comunistas Italianos, Fernando Rossi. Esta votación adversa de los senadores de la izquierda comunista obedece a una razón justa, la oposición tanto a la guerra de Afganistán como a la ampliación de la base de Estados Unidos en Vicenza. Hay que señalar la oposición de la derecha a una propuesta que en la práctica continuaba lo que ya se había aprobado cuando gobernaba: la implicación en Afganistán. Es decir fue una votación no de coherencia política sino dirigida a hacer caer al gobierno Prodi.
Inmediatamente toda la derecha encabezada por Berlusconi exigió la dimisión de Prodi y la convocatoria de elecciones anticipadas, con algunos sondeos dándole una exigua mayoría. Se evita la dimisión del gobierno al encargarle Giorgio Napolitano un voto de confianza que gana Prodi con un programa de 12 puntos, con los que garantiza el apoyo de toda la coalición de centro izquierda, incluyendo los votos del senador Franco Turigliatto. En efecto esta votación arroja unos resultados algo más holgados, 162 frente a 157 en el Senado con más votos en el Parlamento, 342 frente a 253. Entre esos doce puntos sigue el mantenimiento a las tropas en Afganistán, y se retira una propuesta de ley de parejas de hecho que suponía un enfrentamiento con la Iglesia católica.
Pero la cuestión de fondo es de mayor envergadura y afecta a la acción política con tres dilemas. El primero ¿Está condenada la izquierda transformadora a ser el apéndice izquierdista de una coalición liderada por el centro o puede llegar a influir en el devenir de los acontecimientos?. El segundo ¿En momentos de crisis hay que ponderar el mal mayor o la coherencia, caiga quien caiga?. El tercero ¿Es posible hacer vibrar a una mayoría de la población con los temas de fondo de la democracia, los sociales, para que se trasladen políticamente al Parlamento, donde se hacen las leyes, o dejamos a una parte importante de la población bajo la influencia de los grandes medios alienantes?
En relación con la primera cuestión resulta claro, según Franco Giordano, secretario de Refundación Comunista, que se impone una permeación entre las diferentes fuerzas de la izquierda, la moderada y la radical, para elaborar conjuntamente una reflexión sobre el futuro de Europa y sobre las cuestiones nuevas en el horizonte de la humanidad. La respuesta favorable del dirigente de la DS (Democracia de Izquierdas, el antiguo Partido Comunista), Fabio Mussi, ministro de Universidades e Investigación, respaldando la idea de Bertinotti de una «cantera» de pensamiento de la izquierda, indica que sí es necesario ese horizonte de acción conjunta.
A la segunda cuestión la respuesta es también obvia. Cuando lo que hay enfrente es la amenaza de la extrema derecha, y la pretensión de deslegitmar la política como hace Berlusconi, teniendo en cuenta la experiencia negativa del gobierno de Berlusconi que supuso un verdadero retroceso en Italia, no hay más remedio que acudir a la fórmula que ya en su día hizo Dimitrov de amplias plataformas para salvar la democracia. Hay que saber diferenciar en cada momento cuál es la principal contradicción en la acción política. Nunca hay una foto fija donde encajan las coherencias eternas. Estas han de trabajar en tiempo real, en política concreta.
La tercera cuestión es la verdaderamente importante: cómo recuperar el protagonismo de la política. Cómo restablecer la acción política, a través de una democracia participativa, como la vía para que la sociedad avance y se transforme. Precisamente el mensaje de Otro Mundo es Posible va ligado a esta cuestión como subraya Bertinotti en una entrevista a Liberazione. La vieja política ya no da más de sí. El pasar de la política lleva a la hegemonía de la derecha y de la extrema derecha. Frente a ello hace falta una ofensiva ideológica, cultural, que sitúe en el centro los nuevos valores, engarzados con el funcionamiento de la democracia. El impasse que se ha vivido en Italia obliga a dar una respuesta positiva a las tres cuestiones mencionadas.
* Responsable para Europa del PCE