La Huelga General ha sido un éxito. Millones de trabajadoras y trabajadores se han plantado para exigir a Zapatero que retire su regresiva Reforma del Mercado de Trabajo, los decretos de congelación de las pensiones y recortes salariales a los empleados públicos y el proceso de privatización de las Cajas de Ahorros de nuestro país. Esta huelga ha demostrado, además, el respaldo de las trabajadoras y trabajadores a los sindicatos de clase ante las agresiones de la patronal y de un gobierno que hace el trabajo sucio a las fuerzas reaccionarias para intentar, también, modificar las condiciones de la negociación colectiva con el objetivo de debilitar la capacidad de negociación de los sindicatos.
Esta Huelga culmina un trabajo de un año y ocho meses desde que IU y el Partido planteamos la necesidad de dar una respuesta global a las agresiones que el Gobierno Zapatero comenzaba a realizar contra la clase trabajadora desde una salida conservadora a la crisis. En este tiempo, a pesar de incomprensiones de dentro y fuera de la organización, nuestro trabajo político ha contribuido a la movilización sindical y a la reacción cívica de rechazo a las políticas conservadora del gobierno Zapatero, y, por tanto, se ha demostrado acertado. Nuestro empeño en mantenerlo ha ayudado al éxito de esta Huelga General.
El 29 de septiembre la clase trabajadora ha derrotado y desenmascarado al gran piquete antihuelga en el que han confluido desde los medios de comunicación hasta los voceros del gobierno pasando por las fuerzas de la derecha social, económica y política que han intentado convertir esta Huelga en un pulso a los sindicatos. La reacción a este «piquete»ha puesto en marcha un proceso de recuperación del sindicalismo activo y reivindicativo que estaba adormecido.
Este paro masivo debe tener consecuencias políticas, tanto para el Gobierno del PSOE, como para el PP, quienes junto con la CEOE han constituido el contrapiquete más reaccionario y violento de los vividos en las seis Huelgas Generales que se han convocado desde la muerte del Dictador. Exigimos responsabilidades ante la brutal reacción mediática y policial contra los piquetes informativos, resaltando la paradoja de que mientras no tenemos conocimiento de comerciantes o empresarios heridos, son varias las decenas de huelguistas que han sufrido las consecuencias de la violencia policial o de agresiones fascistas.
Las irresponsables e interesadas voces mediáticas, las amenazas empresariales y las presiones del gobierno no han podido impedir una gran movilización de la clase obrera y no han podido ocultar la oposición de millones de españoles y españoles a una salida conservadora de la crisis.
Más allá de la guerra mediática, la realidad es que las cifras de seguimiento aportadas por los sindicatos son contundentes, con una media de seguimiento por comunidades autónomas y sectores del 71,70 %, lo que representa a unos 10 millones de asalariados y asalariadas, al igual que las curvas de consumo eléctrico que son similares a las del ultimo día festivo y muy inferiores a las del miércoles anterior a la huelga.
Los intentos de situar el seguimiento en porcentajes ridículos no dejan de ser una prueba más de la incapacidad del gobierno y de la derecha para aceptar su error al considerar al sindicalismo reivindicativo y sociopolítico prácticamente muerto.
La posición solitaria que como organizaciones políticas, hemos mantenido IU y PCE en defensa de los intereses de las trabajadoras y trabajadores y en apoyo de las reivindicaciones sindicales, se ha visto fuertemente respaldada por el apoyo popular. Nos hemos encontrado muy cómodos en una plena identificación con los sindicalistas de todo signo a la hora de compartir acciones en el presente y de valorar propuestas de futuro.
En este marco es necesario resaltar que, una vez más, el Parlamento no ha representado el día 29 de septiembre a la ciudadanía, ya que solamente 7 de sus diputados han secundado esta huelga respaldada mayoritariamente por la población.
Ante el éxito de la Huelga General y las masivas manifestaciones desarrolladas en todo el país, el gobierno debe rectificar, tiene la obligación de llamar a los sindicatos y negociar la retirada de esta reforma laboral, acabar con la política de recortes sociales y olvidar las amenazas de alargar la edad de la jubilación. Ahora le toca a Zapatero mover ficha, nosotros debemos mantener la calma desde la seguridad de que la huelga tendrá resultados positivos.
Políticamente no ha habido dudas, tanto IU como el PCE, cada una en el ámbito de sus competencias y características, son las organizaciones llamadas a encabezar el punto de inflexión que ha significado esta masiva respuesta social que, de forma democrática y masiva, ha tomado las calles y plazas de todo el Estado. Pero, no nos engañemos, no nos dejemos llevar por la euforia, nadie nos va a regalar nada.
Nuestra participación en la campaña informativa en defensa de la huelga, nuestra implicación en los piquetes y nuestro trabajo para asegurar su éxito nos ha dado credibilidad y ganado la simpatía de muchos trabajadores y trabajadoras y del mundo sindical. Ahora el reto es dar respuesta a las expectativas creadas y, desde la mayor seriedad, ser capaces de demostrar que es posible una alternativa creíble, coherente y plenamente realista desde la izquierda. Es el momento de poner en valor la Unidad de la Izquierda en torno a la propuesta de una Alternativa Social Anticapitalista para salir de la crisis. Es el momento de ponernos a la ofensiva en la Refundación de IU y hacerlo desde la confluencia con las fuerzas políticas, sociales y culturales que han apoyado la huelga y sobre todo con los millones de hombres y mujeres que se han movilizado y que ahora deben encontrar su referente político en nosotros y nosotras.
Desde esta valoración felicitamos al conjunto de organizaciones y militantes del PCE que desde todas las federaciones del Partido han derramado esfuerzo en la preparación y realización de esta huelga de forma brillante tal y como ha sido reconocido por el conjunto de trabajadores/as y muy valorado por las Direcciones de CCOO y UGT de forma pública.