Las elecciones de 2014 han dado un golpe enorme al bipartidismo. Los resultados son históricos. Para el PSOE, con 23,0%, es el peor resultado desde 1977, tanto en porcentaje como en votos absolutos. La caída del PSOE, que recordemos ha perdido 21 puntos de apoyo popular desde el inicio de la crisis, parece que no tiene límite. El resultado ha sido especialmente doloroso en algunas comunidades consideradas como sus mayores “graneros de voto”. Sobre todo en Catalunya donde ha pasado en cinco años del 36,0% al 14,3%; en Barcelona, donde hasta 2011 conservaba la alcaldía, ha pasado de ser primera a cuarta fuerza. En Andalucía los resultados han sido desastrosos: ha obtenido su peor resultado desde 1977 y por primera vez ha obtenido menos de un millón de votos; sin embargo, la caída del PP le ha permitido ser primera fuerza de nuevo en municipios importantes lo que ha lavado la cara a Susana Díaz, a pesar de que continúa sin detener la tendencia a la baja.
Los resultados para el PP han sido aún más desastrosos. Pocos gobiernos pueden presumir de perder tanto apoyo electoral tan rápida y sistemáticamente. En dos años y medio ha pasado del 44,6% al 26,0%, a pesar de contar con el apoyo de la mayor parte de los medios de comunicación de masas. En nuestro entorno, sólo el gobierno francés y el británico han recibido correctivos similares. El PP obtiene su peor resultado desde su refundación en 1989, bajando por primera vez en 25 años del 30%. Territorialmente ha recibido fuertes castigos en comunidades que ha controlado durante las últimas décadas, como Madrid y el País Valencià. En muchos municipios, especialmente en los municipios de tradición de izquierdas, ha descendido a su apoyo electoral de los años 80, después de un largo trabajo de ampliación de su base social, que parece haberse ido al traste. Sin embargo, más allá de toda lógica, retorciendo los datos al máximo, el gobierno conservador y los medios de comunicación que le apoyan han querido presentar los resultados como un éxito.
En conjunto, el bipartidismo ha obtenido por primera vez menos del 50% de los apoyos electorales. La crisis ha golpeado fuerte, y quizás definitivamente, al sistema de partidos. Nunca, desde 1977, las dos principales fuerzas habían obtenido un resultado tan bajo: han pasado del 83,8% en las generales de 2008, el llamado “tsunami bipartidista”, al 49,1% en estas europeas. Ha sido un descenso que ya se comenzó a percibir, como anotábamos desde estas mismas páginas, en las elecciones de 2011, e incluso en las de 2009, en las que el bipartidismo comenzó a perder ligeramente apoyos. En las elecciones municipales y generales de 2011 el PSOE recibió un fuerte castigo, sin que el PP lo rentabilizase en votos absolutos. Por primera vez el descenso de una formación no se correspondía con el aumento de la otra y esos votos se distribuyeron entre otras formaciones, principalmente IU y UPyD.
¿Puede ser la crisis del bipartidismo definitiva? El PP y el PSOE conservan importantes apoyos, pero el golpe ha sido sustantivo. Es cierto que se ha producido en unas elecciones europeas, las que parecen más alejadas de la ciudadanía y en las que no se eligen presidentes ni alcaldes, pero también es cierto que fueron precisamente unas elecciones europeas, en 2004, las que marcaron el máximo histórico de apoyo al bipartidismo: un 84,7%. En Grecia, donde se ha producido un cambio similar, el PASOK ha conservado en las últimas elecciones municipales importantes ciudades. El gobierno ha recibido un duro castigo, pero podemos recordar las elecciones generales del 96, en que el gobierno del PSOE de aquel momento recuperó buena parte del terreno perdido en 1994. Pero esto no es una cuestión cuantitativa: lo que se ha puesto en entredicho es el sistema de representación basado en dos formaciones que se alternan en el poder, que mantiene importantes diferencias especialmente culturales, pero que en lo fundamental comparten un mismo programa económico y político. La aparición de nuevas formaciones, sobre todo la demostración de que son posibles alternativas reales, ha roto el mito bipartidista.
El régimen se rompe por la izquierda
La crisis en Europa ha significado un repunte de la extrema derecha. Desde el PCE se viene analizando que la crisis sólo podía tener dos salidas: o neoliberal y autoritaria o democrática y anticapitalista. Ligado a la aplicación de duras políticas de ajuste, la extrema derecha, en sus diversas formas, surge en casi toda Europa, desde Ucrania y Grecia a Francia y Reino Unido. Con discursos más o menos radicales, la extrema derecha xenófoba ha sumado fuertes apoyos electorales. En España han surgido diversas formaciones en este espectro, que han aumentado sus apoyos pero sin obtener representación. Vox se ha quedado a apenas unos miles de votos de obtener un eurodiputado, ha conseguido un importante apoyo en Madrid, que le permitiría si lo mantiene obtener un diputado, pero ha fracasado estrepitosamente en Euskadi y Catalunya, de donde proceden gran parte de sus dirigentes.
En España el deterioro del bipartidismo se ha producido por la izquierda. Al calor de las fuertes movilizaciones populares, las fuerzas republicanas han obtenido 12 eurodiputados y más de un 20% del voto. Junto al crecimiento de IU, se ha producido un crecimiento de otras fuerzas que apuestan por una ruptura constituyente, como Podemos o Primavera Europea.
El fenómeno Podemos ha centrado la actualidad política y el debate sobre las elecciones, desplazando quizás a otros elementos fundamentales, como la crisis del bipartidismo. Pero es que nunca una fuerza de nueva creación ha entrado en el panorama político con tanta fuerza. En apenas unos meses ha logrado un 7,97% de los votos. El momento político era el propicio y lo ha aprovechado con un discurso contundente y simple, basado en pocas consignas pero que han repetido con efectividad; lo que les ha permitido aprovechar el fuerte respaldo mediático del que han disfrutado. Ha obtenido un voto uniforme territorialmente, principalmente urbano, con un perfil social cercano al nuestro aunque en apariencia más joven e interclasista. Ha sido una candidatura tremendamente personalista: desde la agrupación electoral de Ruiz Mateos ninguna candidatura se había presentado con el rostro de su candidato como logo. Sin embargo la apuesta actual parece ser extenderse organizativamente y traducir esta base electoral en base social. Esta parece ser la clave de su evolución futura, junto a la definición de su política de alianzas. El dilema de decidir sus alianzas políticas liquidó o frenó a medio plazo a otras formaciones similares como el NPA en Francia o el Bloco en Portugal. Pero sin duda es una formación que ha venido para quedarse y que puede ser un importante aliado en nuestra política de constitución de un bloque social alternativo.
Los mejores resultados de IU en 18 años
IU ha recuperado su base electoral de los años 90, alcanzando casi (a falta de resultados definitivos) el 10% de los votos. Ha sido la protagonista, junto a la movilización popular, de la ruptura del bipartidismo. Ha sido la única formación de ámbito estatal que durante 37 años ha resistido las tendencias centrípetas a la concentración de voto. Y, después de una larga travesía del desierto, hemos conseguido un resultado electoral que nos permite tener una base en todo el Estado y recuperar algunos “castillos altos” que parecían perdidos. Ha planteado una alternativa real, de fondo y no sólo de forma, y por eso ha sido la que más duramente ha sufrido el bloqueo mediático. Esta es una de las razones por las que no ha maximizado todo su espacio electoral, pero no la única. Posiblemente se hayan despreciado elementos de forma, en nuestro funcionamiento externo e interno, que, en este momento de profunda crisis política, son sustantivos para una gran parte de la mayoría social trabajadora. IU ha intentado, con la refundación y la convocatoria social, con la elaboración programática y la recuperación de las áreas, abrir más espacios de participación, pero obviamente no ha sido suficiente para canalizar el descontento causado por la crisis. “A los comunistas se les odia más que por sus errores por sus virtudes”, decía Rosana Rossanda. Existen ciertos límites invisibles a nuestro crecimiento que viene de errores pero también de la estigmatización a la que se nos somete. No somos una formación que tenga cuatro o cinco consignas, sino un proyecto de transformación del país, y eso supone que votarnos parezca un compromiso mayor.
Ahora se abre un periodo apasionante para la historia de nuestro país. La crisis del sistema de partido, en general la crisis del régimen, abre espacios para una transformación política profunda que nos dote de instrumentos para salir de la crisis económica. Se abre un periodo constituyente en que la mayoría social trabajadora, por primera vez en 83 años, puede hacerse con el poder político. IU parte de una base electoral y social en crecimiento, pero que todavía no es suficiente, para aprovechar este momento en defensa de los trabajadores y las trabajadoras.
IU POR PRIMERA VEZ SIN ZONAS BLANCAS
Como hemos comentado, IU ha obtenido el mejor resultado en 18 años, regresando al apoyo electoral del que disfrutó en los años 90 y durante la transición (en este caso el PCE). Sin embargo en este caso con una particularidad: por primera vez no existen zonas blancas. Si en las próximas elecciones autonómicas y municipales en 2015 se repitieran los mismos resultados, IU obtendría representación en todos los parlamentos autonómicos y en todas las capitales de provincia. IU mantiene Asturias y Andalucía como sus dos principales bastiones, pero también ha superado el 5% en todas las CC.AA. En Galicia y Canarias ha obtenido un apoyo histórico en unas elecciones estatales, alcanzando resultados desconocidos en 37 años de elecciones. Sin embargo los resultados de unas elecciones de ámbito estatal no pueden ser automáticamente trasladados a otras elecciones, en que concurren otros problemas, otras personas e incluso otros partidos. IU ha obtenido sus mejores resultados donde tiene una organización más fuerte y cohesionada, esa parece ser la línea a seguir para aumentar la base electoral.