Mundo Obrero: ¿Cuáles son las principales conclusiones de los resultados de las elecciones municipales y autonómicas del 24 de mayo y qué hemos aprendido de ellas?
Alberto Garzón:
Las elecciones municipales y autonómicas del 24 de mayo fueron un punto de inflexión en la forma de practicar la política en España. La ciudadanía, que cumplía cuatro años de intensas movilizaciones, lanzó un mensaje claro y contundente: queremos recuperar las instituciones, que han permanecido secuestradas y puestas al servicio de la Troika y del neoliberalismo más salvaje que hemos vivido hasta hoy.

En esas elecciones emergieron, por encima de cualquier lectura partidista, las candidaturas de unidad popular como la respuesta más clara para salir del periodo de recortes de derechos y saqueo de lo público que estamos sufriendo. En aquellas ciudades en las que cristalizaron los procesos de confluencia, la ciudadanía dejó de gritar las siglas de partidos tradicionales para abrazar procesos de encuentro como Barcelona en Comú o Ahora Madrid. En estos dos se centró el foco de los medios de comunicación y todas las televisiones abrieron sus informativos el día 25 con Ada Colau y Manuela Carmena. Pero no hay que olvidar otros éxitos como los de Valladolid, Zaragoza, Santiago, A Coruña, Ferrol… donde diversas plataformas han vuelto a poner las alcaldías al servicio de la ciudadanía.

Los votantes y las votantes nos han lanzado un mensaje muy claro a favor de la unidad popular. E Izquierda Unida ha sabido leerlo. El último Consejo Político Federal aprobó con un 91% de votos la política de convergencia: la unidad popular, no es un camino, es el único camino. Y éste es, por cierto, el nuestro. El mismo que Izquierda Unida supo ver y analizar en la X Asamblea de IU Federal, en la que aprobó la política de convergencia para conformar un amplio Bloque Social y Político que hiciera frente a la estrategia neoliberal en nuestro país y donde los intereses populares fueran el centro de todas nuestras preocupaciones.

M.O.: Estamos es un momento decisivo en la historia de este país en el que por primera vez se abre la posibilidad de una ruptura democrática frente la institucionalización de la salida antisocial que impone el neoliberalismo. ¿Qué nos jugamos en las próximas elecciones?
A.G.:
Lo que nos jugamos en 2015 no son sólo las próximas elecciones. En esas urnas –que, por cierto, Mariano Rajoy sacará cuando su brújula electoral dibuje el panorama electoral menos adverso– no nos jugamos las próximas elecciones, sino las próximas generaciones. Vivimos un momento clave para la historia del Estado español, de Europa. Las costuras del capitalismo están saltando y de nosotros y nosotras depende si queremos darle cuatro años extra para que remiende con parches el daño y el sufrimiento que ha causado a nuestra sociedad… o damos un paso al frente, valiente y comprometido. El músculo político de la sociedad se ha fortalecido en cuatro años a un ritmo que nadie podía imaginar. Tenemos que estar a la altura del momento de la Historia que nos ha tocado vivir.

Ese ‘jugarnos las próximas generaciones’ significa derechos como la Sanidad, la Educación, la vivienda… Durante años nos repitieron, una y otra vez, que íbamos a vivir mejor que nuestros padres. Sin embargo, la realidad es tozuda: no sólo les ha quitado la razón, sino que nos ha demostrado que vamos a vivir como nuestros abuelos: haciendo las maletas para emigrar y buscarnos la vida en otro país.
Los derechos que las generaciones precedentes a la mía lograron conquistar están seriamente amenazados. En nuestras manos está dar un golpe de volante en las próximas elecciones y dibujar un cortafuegos al neoliberalismo.

M.O.: La presidencia Federal te ha mandatado dirigir este proceso de unidad popular como “el único camino posible” para sacar a Rajoy del poder y conseguir acceder al gobierno. ¿Qué entiende Alberto Garzón por unidad popular?
A.G.:
La unidad popular se puede representar con una metáfora fácil de comprender. Yo la entiendo como una plaza pública en la que hay personas jóvenes, mayores… del norte, del sur… mujeres, hombres… y de diversas formaciones políticas que, pese a los matices, tienen el objetivo común de transformar esta sociedad para hacerla más justa. Y, en esa plaza, como ocurre cuando estamos parando un desahucio o luchando en la marea blanca contra la privatización de la Sanidad, no le preguntamos al que tenemos al lado qué carné tiene en el bolsillo. Sabemos que estamos ahí por una causa común. Ese es un claro ejemplo de unidad popular. Durante años, la hemos practicado en la calle. Ahora, toca llevar la unidad popular a las instituciones.

M.O.: ¿Cuál es el papel de IU en ese proceso de convergencia?
A.G.:
El papel de IU en el proceso de convergencia tiene que ser el de poner a sus 30.000 afiliados a trabajar al servicio de la unidad popular. Ningún partido político tiene que erigirse en protagonista de la unidad popular. El protagonismo tiene que ser de la ciudadanía. Ésta tiene que desbordar a las formaciones políticas, pero esto no significa que tengan que desaparecer las siglas.
Nos estamos jugando la transformación de la sociedad. Todos y todas tenemos que dejarnos la piel por conseguirlo.

M.O.: Ya has empezado los encuentros, aunque informales, con otras fuerzas políticas y sociales. ¿Cuáles son tus primeras impresiones de estas reuniones?
A.G.:
Que todos tenemos un objetivo común. Puede haber diferencias con algunas formaciones en cuanto a cómo llegar hasta ese objetivo, en el método, pero todas las organizaciones con las que me he reunido desde el 24 de mayo tienen la misma meta: desalojar al PP de las instituciones en las próximas elecciones y poner las instituciones al servicio de la ciudadanía.

M.O.: Hoy la pregunta del millón es cómo y con quién se construye la unidad popular y su reflejo en las candidaturas electorales
A.G.:
La unidad popular se construye en torno a unos valores y un programa de mínimos. Y en este proceso no sobra nadie. De hecho, faltan manos. Ninguna formación política podrá gobernar si no nos unimos todos y todas en torno a un proyecto común. Lograr un 15% o un 20% de votos está bien. Pero con eso no se gana ni se gobierna. Y si no se gobierna, no se transforma la sociedad. Todo lo que no sea unidad popular en las próximas elecciones será un fracaso.

M.O.: ¿Qué papel puede tener el movimiento obrero y los colectivos sociales en una convergencia de unidad popular, tanto desde el punto de vista electoral como más a largo plazo?
A.G.:
Desde luego no hay unidad popular si sólo estamos pensando en clave electoral. Es evidente que la movilización social ha de estar en el centro de la unidad popular, tanto la que tiene que ver con el ámbito laboral como la que tiene que ver con otros conflictos sociales.

M.O.: El documento “Hacia la unidad popular”, aprobado por más del 90% de los miembros de la Presidencia Federal de IU, habla de un programa de mínimos. ¿Cómo construirlo y cuáles serían para IU esos puntos mínimos?
A.G.:
Llegados a este punto, tengo que hacer referencia al Frente Cívico y a Julio Anguita. Los pilares básicos tienen que girar en torno al programa. Pero ahora todavía nos encontramos en una fase en la que no podemos hablar de puntos mínimos. Por ahora, lo que tenemos que hacer es dialogar mucho con todos los actores sociales y políticos.

M.O.: ¿Y cómo será ese proceso de elaboración del llamado Programa para la Alternativa?
A.G.:
En IU y el PCE tenemos una larga tradición de confeccionar programas políticos y económicos de forma muy rigurosa y participativa. Creemos que esa debe ser la idea.

M.O.: Eres candidato de IU a la presidencia del gobierno. ¿Cómo se elegiría al candidato o candidata en el proceso de unidad popular que propone IU?
A.G.:
Tendríamos que sentarnos a debatir con el resto de fuerzas. Yo no tendría problemas en presentarme a unas primarias dentro de ese proceso de unidad popular, pero el proceso tiene que decidirse por consenso.

M.O.: Hay poco tiempo para la preparación de las elecciones y dirigentes del PP presionan a Rajoy para que adelante la convocatoria, haciéndola coincidir con las elecciones catalanas. ¿Habrá suficiente tiempo para construir la unidad popular?
A.G.:
Hace unos meses decíamos que había que correr. Pues bien: ahora hay que correr más. No tenemos evidencias de adelanto y los últimos rumores apuntan a que las elecciones podrían retrasarse hasta el mes de diciembre, pero no nos puede pillar por sorpresa. Es lamentable que el Gobierno decida el calendario electoral en función de cuándo le puede beneficiar más o menos. Pero sabemos que van a utilizar hasta el último recurso con tal de que no desmontemos tramas mafiosas y corruptas que les mantienen en el poder, como las que ya ha destapado la justicia.

M.O.: Existe un debate sobre la identidad de IU en el proceso de unidad popular ¿Qué mensaje le dirigías a la militancia de IU?
A.G.:
Yo soy el primer patriota de las siglas de IU. Por eso no hay que tener miedo a un proceso de unidad popular. De hecho, la creación de Izquierda Unida en 1986 fue un proceso de convergencia en el que participó el PCE. Desde entonces, el logo del partido no aparece en las papeletas de las elecciones, pero eso no ha significado que el PCE haya dejado de existir. La convergencia está en el ADN de quienes formamos IU. Negar una convergencia que puede ayudar a acabar con la pobreza y el capitalismo es un error.

M.O.: De aquí a las elecciones hay una hoja de ruta, pero ¿qué pasará después? ¿Cómo avanzar en la unidad popular después de las elecciones generales y qué fuerzas pueden ser los sujetos de ese avance hacia el proceso constituyente que propone IU?
A.G.:
El escenario está demasiado abierto todavía como para hacer elucubraciones sobre el día después de las elecciones, pero lo que no cabe duda es que, tomemos la decisión que tomemos, tendrá que ser dialogada entre todos los actores.

M.O.: No sólo Grecia, toda Europa mira a España con la esperanza de tener otro gobierno de izquierda transformadora en Europa, una segunda pieza en el dominó europeo de la construcción de una Europa social frente a la Europa de la dictadura de los mercados. ¿Qué significaría un triunfo de unidad popular para los países del Sur y Europa?
A.G.:
Syriza ha sido un ejemplo en esta década de cómo lograrla. Hace unos años, apenas tenía un 3% de intención de voto. Y supieron reflexionar y repensar la izquierda en Grecia. Ahora, está cambiando las políticas de Europa. El respaldo que recibió la propuesta de Syriza en el referéndum, con más del 60% de los votos, forzará a repensar toda la política económica del Eurogrupo, aunque seguirá siendo duro. Sólo el apoyo del pueblo griego mantendrá firme al presidente Tsipras.

La Troika tiene que dejar de machacar al pueblo griego. No se puede construir una política comunitaria en contra de la gente. El referéndum no ha sido un ‘no’ a la UE ni al euro, sino a las políticas de austeridad de la Troika. La batalla del pasado 5 de julio no era solo del pueblo griego, sino de todos los pueblos de Europa.