Eclipse rojo. Una novela que destripa el juego político en España tras el 15M
Felipe AlcarazEditorial Almuzara

El salón de actos del Centro Educativo Pino Montano, en Sevilla, se quedó pequeño para acoger la presentación de Eclipse Rojo, la última novela en la que Felipe Alcaraz desentraña la complejidad del momento político actual y describe, con gran maestría y lucidez, lo que nos estamos jugando en este país, que no es otra cosa que quién organiza los próximos 30 años y el futuro de la izquierda transformadora.

Alcaraz estuvo arropado por un trío de lujo: el diputado de IU-Unidad Popular en el Congreso, Alberto Garzón, el ex secretario general del PCE, Julio Anguita, y el vicesecretario general del PCA, Juan de Dios Villanueva. Y con ese plantel de altura, no es de extrañar que la presentación del libro deviniera en una especie de catarsis colectiva de la izquierda, en la que no faltaron dosis de dolorosa autocrítica, profunda reflexión y reafirmación de principios y valores.

Las intervenciones ahondaron en la importancia de luchar, “si queremos tener derechos mañana”, y en la imperiosa necesidad de organizarnos y construir unidad popular en torno a propuestas de cambio y comprensibles por la mayoría social. Se trata, según dijo Anguita, “de armar las cabezas desde la izquierda” porque, de lo contrario, “la movilización se transforma en una manifestación con charangas, música y saltimbanquis, pero no es expresión de la masa”.

Hubo coincidencia entre los ponentes en la convicción de que “o luchamos juntos o nos ahorcarán por separado” y en el diagnóstico de que, si no lo impedimos, se avecinan tiempos muy duros. Lo que viene, en palabras de Garzón, es un proceso “enormemente regresivo”, un “orden social nuevo” en el que la crisis se normalizará y los seres humanos no tendremos dignidad. Y es que “no nos estamos jugando sólo el futuro de una organización sino el de todo un país”.

Replanteárselo todo menos la existencia del PCE

Los protagonistas del acto también coincidieron en que, una vez pasadas las elecciones del 20-D y constatado que la restauración parece imponerse de momento frente a la ruptura, toca replanteárselo todo. “Bueno, todo menos los principios”, remarcaba Anguita, quien sostenía que “es posible salir de esto” siempre y cuando no caigamos en “la repetición de consignas y en el patriotismo de siglas” y siempre que tengamos claro también quiénes son nuestros amigos, acompañantes y enemigos en este proceso.

Por su parte, Juan de Dios Villanueva afinaba aún más el planteamiento, al asegurar que en este momento clave “hay que cuestionárselo absolutamente todo menos la existencia del PCE” que, a su juicio, es más necesario que nunca. Un partido –abundó- que “tiene historia y proyecto de futuro, que actúa en el presente, que se organiza en el conflicto, que no cede soberanía para construir unidad popular y que trabaja para crear algo que sobrepase a IU y la haga más grande”.

Y mientras tanto, Alcaraz insistía en la importancia de no incurrir nuevamente en los errores de esa izquierda, “en la que yo milito”, que no supo comprender a fondo el significado del 15-M, que lo supeditó todo a la “obsesión electoral” y que no ha sido capaz tampoco de acertar hasta ahora con la estrategia de la unidad popular (“ha pasado el jugador, Alberto Garzón, pero no el balón”).

El primer acto de la contracampaña electoral

Así, frente a quienes sólo conciben la política en términos de espectáculo o como una permanente “comisión electoral”, Alcaraz abanderó la necesidad de “seguir luchando en la dirección de un proceso constituyente” que emerja de una ola social de cambio y no de una mayoría parlamentaria.

“Este tiene que ser el primer acto de la contracampaña electoral del 26 de junio”, enfatizó Alcaraz. Anguita, por su parte, redondeaba el argumento hablando de “contrapoder” y proclamando que es el momento de organizar la construcción de una alternativa que dentro de cuatro años se instale en la Moncloa. “Pero, ojo, con la gente en la calle”, añadía. O dicho de otro modo: hay que prepararse, con la paciencia infinita del viejo topo, para avanzar hacia el amanecer rojo.

Organización y pedagogía

Porque si de algo están seguros estos dirigentes comunistas es de que “no hay tiempo para rendirse” y de que, como nos repite Alcaraz en su libro, “de los eclipses se sale”, a condición de ir a las causas y de que no te intenten sacar los mismos que te metieron en él. Y para eso, nos recordaba también Garzón, hace falta mucha organización, sí, pero también mucha pedagogía.

“No sólo vale con atraer a la gente, sino que tenemos que convencerla de que otro mundo es posible”, resumía el diputado de IU, que no dejó pasar la ocasión para reconocer la valía intelectual y el compromiso con la verdad de Alcaraz y Anguita, “dos dirigentes que nos honran” y cuya forma de entender y de hacer política reivindicó en estos tiempos de márketing electoral y de espectáculo televisivo.

“Somos más, pero o nos organizamos o nos masacran”, insistía un Garzón convencido de que “podemos recuperar la ilusión” y de que se lo debemos a las nuevas generaciones. Alcaraz prefería aferrarse a “la esperanza que da el convencimiento”, mientras que Anguita apelaba a la rebeldía y a la dignidad: “No aceptamos decirle que sí a lo que hay porque no nos da la gana y punto”.

Pero, eso sí, los tres tienen claro, como cada vez más gente, que la revolución no es sólo un cambio en el poder, sino en los hábitos, en las mentalidades y en los valores. Saben también que la derrota no implica sentirse vencido, ni mucho menos rendido. Y están convencidos de que detrás del eclipse vendrá el amanecer rojo.