Ordesa
Manuel VilasAlfaguara

Su novela Ordesa (Alfaguara, enero de 2018, ya va por la 11ª edición) ha dado un golpe en las estanterías de la nueva narrativa española.

Charlamos con el escritor aragonés (Barbastro, 1962) en el marco de Cosmopoética 15, el Festival que en Córdoba congrega en otoño a lo más granado de la literatura nacional e internacional.

Le preguntamos a Manuel si alguien lo considera “un escritor político” y, si eso, en su gremio es malo o bueno. “Desde que me levanto ya hago política, como todos. Si decido tomar té o café ya es una decisión política. Yo me he encontrado con compañeros que me han dicho yo paso de política, yo escribo novelas de misterio. Una mierda, el misterio también es política. Si decides tomar café o escribir de fantasmas, es política”.

De fantasmas, precisamente, va la Ordesa de Manuel Vilas, de fantasmas buenos –“no como los de las películas de Hollywood”-, de esos seres perdidos que fueron gente normal en una España que alguien decidió “normalizar”.

Los fantasmas de un padre y una madre muertos que aún tienen conversaciones pendientes con el autor, que también tiene conversaciones pendientes con sus hijos adolescentes y con la mujer de la que acaba de divorciarse.

Fantasmas que coexisten en un paisaje espectral que llamamos España, vertebrado por carreteras secundarias, cunetas, llanos desolados y coches con el motor atrás que se calentaban y había que cambiarles la correa del ventilador.

La España de nuestros padres y madres, sus electrodomésticos, su teléfono góndola y el Seat 850.

España es el tema que vehicula la obra de Manuel Vilas, tanto en prosa como en verso, desde “Listen to me”(en la que habla con Dios a través de una red social) hasta la surrealista metáfora de los setecientos millones de rinocerontes, pasando por su espectacular Poesía Completa o El hundimiento (ambas en la editorial Visor).

Pero, como heterodoxo de la presunta tradición, a Manuel Vilas España no le preocupa ni le hace llorar. Es un conflicto, como la vieron otros aragoneses llamados Goya o Luis Buñuel. “A ellos nos une el humor, que primero es reírse de uno para reírse del otro”, decía Vilas, que no puede evitar que toda su obra esté sobrada de coña.

Mientras, Ordesa es un libro que apela a la misericordia, a cierta culpa y su expiación.

En su encuentro con los lectores, a Manuel Vilas se le preguntó por cómo diseccionaba a esa clase media-baja y no pudo más que contestar que nunca entendió “hacia dónde va ese guión que separa la palabra media y baja; esta clase siempre ha sido baja. A secas.”
Y lo escribe: “Pobre fue mi padre,/muy pobre,/y el padre de mi padre/y pobre soy yo./ Nunca supimos qué era tener/ni por qué éramos pobres/ si otros no lo eran”.
Es un extracto del poema “Historia de España”, de Manuel Vilas, que está encajado en Ordesa.

Poco más hay que decir sobre esto. Sólo recordar que Ordesa es un parque natural del Pirineo Aragonés donde nos llevaban a los niños los domingos para estar más frescos.