Vivimos unos tiempos en los que el totalitarismo del mercado y un capitalismo selvático han penetrado todas las esferas de la sociedad e invadido todas las parcelas de nuestra intimidad e individualidad. Todo es objeto de compraventa o susceptible de serlo. La mercantilización y el consumismo lo impregnan todo. A este clima no permanece ajeno el mundo del fútbol, donde se ha impuesto un modelo de mercantilización en el que el espectáculo entregado por completo a la cuenta de resultados económicos margina cualquier otra clave que no sea la comercial.
Los títulos y victorias cuentan no tanto como valor deportivo sino como éxito de recaudación millonaria en publicidad medido por las audiencias.
La historia de una ciudad y sus gentes simbolizadas en un club, el arraigo social y el simbolismo de esa entidad deportiva para sus socios, aficionados y para la localidad en su conjunto, han quedado en un plano aparte, marginado del fútbol de los negocios.
En este panorama, el concepto de fútbol popular vendría a ser el intento por parte de clubes y entidades del ámbito deportivo futbolístico de democratizar y acercar la gestión y práctica del fútbol a sus seguidores.
Debate en la pasada edición de la Fiesta PCE: ‘¿Es posible un fútbol popular?’
Recientemente la editorial asturiana ‘Hoja de Lata’ ha publicado un voluminoso ensayo con el título ‘Una historia popular del fútbol’, donde su autor, a través de la historia de esta modalidad deportiva, trata de mostrar que el fútbol tiene un sustrato que lo ancla de modo inseparable a su entorno más inmediato, “un trasfondo sociopolítico que nos permite comprender la evolución de una rivalidad, la historia de una ciudad o un país… determinadas realidades sociales… manifestaciones políticas… una vida más allá del fútbol de los negocios”.
Y también bajo el interrogante de si es posible un fútbol popular tuvo lugar hace unas semanas una charla-debate en la localidad madrileña de Rivas, en el marco de la Fiesta PCE 2019, dirigida por el periodista deportivo Pedro Menéndez y que contó con la participación de socios y socias de dos entidades que se reivindican como clubes de fútbol popular, el Unión Club de Ceares perteneciente al barrio del mismo nombre, en Gijón, Asturias y el Club Deportivo Independiente de Vallecas en Madrid.
Desde 2007 hasta ahora se han constituido en otras ciudades y localidades españolas entidades similares con un marcado protagonismo de sus socios en la gestión económica y deportiva, como es el caso del Club de Accionariado Popular Ciudad de Murcia, Unionistas de Salamanca Club de Fútbol, la Sociedad Deportiva Logroñés y otros muchos más.
En el caso del Unión Club Ceares, creado en el año 1946, la génesis del cambio tuvo lugar en 2011, cuando la antigua directiva se jubila y se produce un relevo generacional. En el caso de otras entidades las razones han sido el descontento de los socios con la gestión de un club, como fue el caso del Avilés Stadium CF, creado en 2015 por una asamblea consultiva convocada por la plataforma ‘Por un Avilés de sus socios’, con el “único objetivo de promover el fútbol popular y participativo en la sociedad avilesina”, tal y como declaran en su web, o por la desaparición del club, como fue el caso de la Unión Deportiva Salamanca (UDS) a causa de las deudas y mala gestión. Para honrar la memoria de la desaparecida UDS, un grupo de aficionados crea en 2013 el Unionistas de Salamanca C.F, cuyos estatutos recogen el fomento del espíritu democrático, regirse bajo la modalidad de un socio-un voto y la responsabilidad de directivos y socios, según la cual “los directivos del Club responderán ante la entidad, ante los socios y ante terceros por los daños causados y las deudas contraídas por actos dolosos, culposos o negligentes”, tal vez como salvaguarda estatutaria contra los desmanes en el fútbol actual.
La máxima de que otro fútbol es posible inspira la actuación de estos clubes: en su modelo democrático de toma de decisiones, dando protagonismo a los socios con la igual calidad de su voto o rindiendo cuentas de la gestión por parte de las directivas, pero también promoviendo valores democráticos que pongan líneas rojas a la homofobia, el clasismo, el racismo o el machismo, como señalaron Hugo Córdoba del Club Deportivo Independiente de Vallecas o Ana Laviada y Arantxa García del Unión Club Ceares en el debate antes citado.
“Es posible otro fútbol incluso al máximo nivel, que evite por ejemplo que se hagan movimientos técnicos con la plantilla por encima de consideraciones deportivas”, afirmó Xosé Fernández Estrada, vicepresidente del UC Ceares. Estrada se refirió también a las Sociedades Anónimas Deportivas, que es el modelo que rige por ley para los clubes de fútbol de la 1ª y 2ª división de fútbol, algunos de los cuales utilizan la figura del socio compromisario que no es equiparable a “un fútbol en el que la gente sea partícipe y no cliente”.
La filosofía de los clubes de fútbol popular es que sean de sus socios, lejos del modelo mercantilizado de la Sociedad Anónima Deportiva (S.A.D) que la legislación española impuso en los años 90 a todas aquellas entidades que participaran en las competiciones que la propia Ley considera como profesionales, concretamente, 1ª y 2ª división de fútbol.
El modelo de Sociedad Anónima Deportiva desafía las posibilidades de ascenso de los clubes de fútbol popular, pues les obligaría según la ley actual a convertirse en sociedades anónimas para poder competir en las categorías superiores y además está el problema de la financiación exigida para participar en la liga profesional. En opinión de Xosé Fernández Estrada, para poder vencer esa limitación ahora mismo es obvio que se necesitaría un apoyo legal que permitiese ascender al fútbol profesional sin la exigencia de convertirse en Sociedad Anónima Deportiva.