En la mañana de este domingo 4 de julio, en los jardines de la antigua sede del Congreso Nacional, 155 mujeres y hombres instalarán la Convención Constitucional que en menos de un año deberá redactar y llevar a plebiscito la nueva Constitución de Chile que sustituirá a la impuesta por la dictadura.
Un acuerdo político entre partidos tradicionales, de derecha, socialdemócratas, democristianos y liberales, y una reforma incubada y aprobada por un sector hegemónico en el Parlamento impidieron que hubiera una Asamblea Constituyente. La izquierda transformadora y popular no tuvo la fuerza necesaria para instalarla.
Hoy se valora, eso sí, que el movimiento social, la irrupción popular y la demanda ciudadana hayan logrado que se entrara de lleno al proceso constituyente, se ganara con un 80% el plebiscito donde se dijo Sí a la nueva Constitución, se determinara un órgano cien por ciento electo por el pueblo para construir el texto institucional y se pusiera sobre la mesa el cambio del carácter del Estado, la transformación del sistema político, la modificación del modelo de desarrollo y la consagración de los derechos sociales.
En todo caso, en torno de la Convención que se instala este domingo hay factores altamente positivos y otros enrarecidos. No todo está resuelto.
Esta entidad es paritaria, con igualdad de género. Cuenta con escaños reservados para pueblos indígenas. Tiene una considerable representación popular, de independientes (que manifiestan en su gran mayoría una postura transformadora y no conservadora) y de las regiones de todo el país. Tiene la atribución de darse un reglamento que se comenzará a discutir este lunes y se estima que habrá un mecanismo vinculante para recibir las propuestas que emanen de cabildos y asambleas sociales y territoriales.
Sin embargo, el acuerdo de las fuerzas políticas tradicionales y hegemónicas dejó unos candados, como que los contenidos de la nueva Carta Fundamental deben ser aprobados con un quórum de dos tercios, lo que abre la puerta a vetos de minoría.
En la elección de las y los convencionales, la derecha tuvo una inmensa derrota y no llegó a una representación para hacer suyos los 2/3 pero la norma persiste y los conservadores están procurando establecer coincidencias con convencionales socialdemócratas y democristianos para poder aplicar ese quórum y abortar contenidos realmente transformadores.
Chile vivirá ahora un proceso inédito e histórico. Por primera vez un grupo elegido por el pueblo redactará la Constitución. Se trata de dejar atrás, para empezar, una institucionalidad autoritaria y acotada en su calidad democrática, un modelo económico neoliberal y desigual y un Estado subsidiario benefactor del poder financiero.
Ideas centrales son avanzar a un sistema democrático participativo e inclusivo, un modelo de desarrollo sustentable y equitativo y un Estado democrático y de derechos. Es lo básico y fundamental. Junto a otros ámbitos como derechos sociales, de información, indígenas, feministas, de la infancia y de los adultos mayores para garantizarlos constitucionalmente.
Es un escenario en disputa. La correlación de fuerzas en la Convención no tiene garantizado un proceso fluido hacia las transformaciones. Son poderosas las representaciones conservadoras, neoliberales, autoritarias, tradicionalistas, de poderes financieros y comunicacionales y, desde las sombras, la incidencia de poderes fácticos y militares. En este marco, junto con el inicio del trabajo de la Convención se sostiene la imperiosa necesidad del pueblo movilizado, del papel activo del movimiento social, sindical, feminista, juvenil, de los sin casa, de los derechos humanos, del mundo de la cultura, para incidir en el quehacer de las y los convencionales y garantizar que se dé respuesta a la demanda popular y ciudadana. Al fin y al cabo, lo que se vive hoy en Chile es producto de esa activación social, no de la acción de partidos políticos o sectores tradicionales. En medio, por cierto, de las elecciones parlamentarias y presidenciales que se efectuarán en noviembre, en otra estratégica disputa electoral y política.
Periodista / Santiago de Chile