Tomo el título de la crónica con la que cerré la pasada semana y la verdad es que cada día todo va mucho más emprecochado en su propio gallinero y para la empobrecida democracia hasta incluso dentro de los de su banda. Aunque no tiene uno que escuchar las declaraciones de Zapatero y Felipe González si la pasta gansa del Emérito con trapicheos no es también un peligro para la democracia. Hombre, Felipe, como tratarías al Emérito en los tiempos del despacho de Capitán Vigueras o cuando brillantemente ganaste el caso contra Uralita. Esto de ser viejo y tener memoria: la verdad que para algunos resulta chocante lejos del despacho de Capitán Vigueras y la tortilla de patatas en una colina de Alcalá de Guadaira.

Con la poesía sucede como con el amor, se busca la dicha no el vil metal o el gozo instantáneo. Para mí la nostalgia es la maternidad de mi escritura, prosa y verso, verso y prosa.

De igual manera que la enseñanza no debe lograrse por medio de la fuerza, la lectura no tiene por qué ser impuesta y mucho menos con insistencia de profesor tozudo y memorión. Sin género de ninguna duda, más positivo resulta procurar su motivación, mostrar esa riqueza que redunda en un aumento sólido de la capacidad de análisis crítico con el que al menos advertir y protegerse de la insistencia del consumismo teledirigido.

Escribir es el oficio del ser humano comprometido, el saber escuchar el manantial más idóneo para el susurro exacto con el que su sentida memoria puede crear la forma exacta de La cosas.

Todos los programas de la televisión coinciden en ofrecer la información exacta del tiempo. Y a su pesar aburren menos que los telediarios y los políticos. Que ya es decir.

Con Benito Pérez Galdós la escritura se convierte en sencillez fluida que discurre narrando los acontecimientos bajo un ojo crítico nada confuso, siendo éste el que aporta la personalidad que le corresponde al escritor dentro y fuera de su tiempo. Cuesta trabajo soportar que se le tache de garbancero, tal vez como alarde para llamar la atención. Pero ¿para qué discutir?, dejen que el tiempo arrastre aquello que por su falta de peso no puede asentarse y darnos fruto.

Si la lectura puede ser un placer especial de agradable envoltura si es rica en contenido, escribir es un desasosiego que a veces otorga la recompensa de la satisfacción.

Los bancos solo respiran y aspiran beneficios económicos. Mientras el Dios representado en la Tierra esté de su parte, el infierno de los de abajo no les preocupa. No es un poeta fuera de tono, representa una consideración y un compromiso partiendo de sus propias circunstancias que nunca le hicieron caer en la poesía lastimera, aquella que se puede clasificar de equívoca “poesía social”. La poesía de Antonio Gamoneda vive en constante proceso de reescritura. El poeta manifiesta que “no es exactamente una voluntad de perfeccionamiento -el caso de Juan Ramón Jiménez-, lo que entiendo es que el poema es un organismo vivo, algo que pasado el tiempo no puede ser lo mismo”.

La búsqueda de una existencia entre la poesía y la espiritualidad con deseos de permanencia es pasear por el filo de la navaja de la vida misma. Ser un simple versificador es sombra desfigurada de la poesía.

Los débiles son para los bancos colillas en un cenicero. Siempre contarán con el servil apoyo de los políticos palabreros, farsantes y ayusos de abusos.

Escritor y comentarista literario