Una investigación realizada por la Fundación chilena SOL, llamada “Tiempo robado: Pobreza de tiempo, productividad y acumulación capitalista”, ha concluido que solo 3 de 8 horas trabajadas bastan para generar el salario de un trabajador/a y el resto de las horas son destinadas a las ganancias del capital.
Esta y otras interesantes conclusiones son producto de esta investigación que se propone definir cuánto sería el impacto de la reducción de la jornada laboral máxima de 45 a 40 horas. En ese sentido, cabe destacar que, en Chile, desde el año 2017 (a partir de la propuesta de la entonces Diputada del Partido Comunista y actual ministra, Camila Vallejo) se discute la posibilidad de la disminución de la jornada laboral máxima de 45 a 40 horas, debate en el cual se enmarca el presente estudio.
Principalmente, esta investigación aborda cómo el capitalismo chileno ha generado pobreza de tiempo en las trabajadoras y trabajadores del país, entendiendo que una persona se encuentra en situación de pobreza de tiempo si el total de horas que destina al trabajo no le permite obtener un estándar mínimo de uso de tiempo destinado al descanso, el cuidado personal y el ocio.
Este menciona que, a lo largo de los años, la clase trabajadora chilena ha sido artífice del incremento de la productividad del país, y, sin embargo, esto no se ha traducido en mejoras materiales sustantivas para ella: la mitad de las y los trabajadores de Chile reciben ingresos líquidos iguales o menores a CLP$458.000, que equivalen a una cifra cercana a los 500 EUR. Esto es comprensible en un país donde no existen sindicatos fuertes que contrarresten el poder empresarial.
Luego, destaca que en relación con las horas destinadas a trabajos domésticos y de cuidados no remunerados, una persona promedio destina 31 horas semanales a estas labores, donde las mujeres se llevan la mayor cantidad de horas de trabajo (41 horas semanales) en comparación con los hombres (que sólo dedican 19 horas), lo cual impacta de manera considerable en las diferencias de género en materia de pobreza de tiempo. En ese sentido, plantea que “aproximadamente 1 de cada 3 hombres, y 1 de cada 2 mujeres” en Chile viven en situación de pobreza de tiempo.
A partir de esta base, evalúan el potencial impacto de la disminución de la jornada máxima a 40 horas, donde concluyen que se observa una reducción de la pobreza de tiempo para hombres y mujeres. Sin embargo, menciona el estudio, bajo estos parámetros, “si se simula una jornada de 40 horas para aquellas mujeres que hoy trabajan 45 horas remuneradas, aún la mitad de ellas seguiría estando en pobreza de tiempo, mientras que, para los hombres, esa proporción sería 1 de cada 5”.
Es posible concluir, a partir de dicho estudio, que además de la necesidad de disminuir aún más los tiempos de las extensas jornadas laborales, se requiere aumentar los sueldos de la clase trabajadora chilena, fomentar el aumento de los niveles de sindicalización para resguardar y mejorar sus condiciones materiales, y, por último, considerar en el diseño de políticas públicas, como la ya mencionada, a las actividades no remuneradas realizadas dentro de los hogares como un elemento fundamental.
(*) Fuente: Semanario El Siglo