Manuel Vargas, siendo un niño, fue testigo directo de la represión franquista en la ciudad de Sevilla, su testimonio sirvió para ubicar fosas comunes en el cementerio de San Fernando en San Jerónimo. Desde su casa en la calle Don Fadrique, cerca de la Muralla de la Macarena presenció muchos de los 2.000 fusilamientos realizados por los golpistas y la represión encabezada por el genocida Queipo de Llano.
En 1936 tenía apenas 3 años pero recordaba los disparos y con más nitidez los asesinatos de los años posteriores que llegaron hasta 1952 en la Muralla de la Macarena.
Desde joven se organizó en el Partido Comunista de España (PCE) y centró su actividad política en la recuperación de la memoria histórica, quizás motivado por la importante acción realizada por su padre, herrero de profesión, a principios de los años 50 que señaló con una cruz una, de las que hoy sabemos, es una de las mayores fosas comunes del cementerio, con más de 3.000 cadáveres, la “Cruz del Lolo”, como se le conoce en la ciudad. Ese símbolo ayudó, décadas después, a ubicar con exactitud la fosa.
Manuel era muy querido y referente en el Núcleo de La Macarena-San Jerónimo, que lleva el nombre “Capitán Rafael Manjón”, donde militó hasta su último día. No faltaba a una sola reunión, le gustaba llegar antes para hablar con las y los jóvenes comunistas y analizar temas de actualidad y contar anécdotas. Recordaba con orgullo cómo durante años mantuvo el récord de venta del periódico Mundo Obrero en la ciudad de Sevilla o cómo con lo que se ahorró al dejar de fumar se compró una barquita, como ejemplo motivador para que la juventud tuviera hábitos saludables.

En los actos oficiales u organizados por los movimientos de memoria y republicanos se le daba la palabra a Manuel, presentándolo como una persona decisiva en la ubicación exacta de las fosas y testigo directo de la barbarie franquista.
Hoy el Partido Comunista despide a uno de los suyos, a un referente obrero. Que no se olvide su ejemplo, su vida, su lucha.
(*) Andalucía