En estos días sale a la luz, gracias a la editorial cordobesa Utopía Libros, la nueva obra de la jiennense Ana Moreno Soriano, que cambia en esta ocasión la poesía a la que nos ha acostumbrado, por el ensayo.

Con una conciencia de clase propia de quien es ejemplar militante, nos invita a adentrarnos en las trampas del patriarcado y sus alianzas con el capitalismo, estableciendo una preciosa metáfora en la que el patriarcado es el laberinto, y el feminismo el liberador hilo de Ariadna.

ALBA DOBLAS: ¿Quién y cómo se teje ese hilo?

ANA MORENO: Antes de responder a la primera pregunta, quiero reconocer el buen trabajo de la Editorial Utopía Libros y agradecer al Área de Igualdad de la Diputación de Córdoba -a ti, Alba- la colaboración para que este libro esté en la calle y por la difusión que, estoy segura, le vais a dar. Agradecer también el magnífico prólogo de la filósofa Ana de Miguel y el precioso cuadro de mi amiga María José Arias Anglés para la cubierta. El hilo de Ariadna lo tejemos en la lucha colectiva con palabras, con lecturas, con debates… Poniendo en común las conquistas y las derrotas, las búsquedas y los hallazgos y, desde luego, siendo conscientes de que hay un largo camino recorrido por mujeres que, en algún momento de la Historia, supieron que estaban discriminadas y se rebelaron contra esa situación. Muchas de esas mujeres aparecen en el primer capítulo del libro y pagaron muy cara su determinación de luchar contra un sistema que las oprimía, las utilizaba y trataba de mantenerlas en una perpetua minoría de edad, pero ellas se atrevieron a pensar, a tomar la palabra, a escribir, a reivindicar una habitación propia y a luchar por el pan y las rosas. Y, ojo, sabemos que están ahí y hablamos de ellas, no porque hayan aparecido de pronto, sino porque en los últimos años nos hemos acercado a la investigación en todos los campos del saber con conciencia feminista, entendiendo, con Simone de Beauvoir, que los hombres no representan todo lo humano y que las mujeres no son la otredad, sino sujetos con los mismos derechos. 

A.D.: ¿Cuál es el Minotauro del Laberinto?

A.M.: El título del libro es El laberinto del patriarcado y, siguiendo con la mitología, hay un objetivo contra el que luchar, el Minotauro, y un medio para hacerlo, el hilo de Ariadna. Está claro que me refiero al patriarcado y al feminismo, pero en el libro hago notar la coincidencia, en el año 1848, de dos textos que responden a dos contradicciones: la contradicción de clase en el Manifiesto Comunista de Marx y Engels, donde leemos que la historia de todas las sociedades hasta nuestros días es la historia de las luchas de clases, y la contradicción de género en la Declaración de Seneca Falls, cuando leemos que la historia de la humanidad es la historia de las repetidas vejaciones y usurpaciones perpetradas por el hombre contra la mujer. El primer texto no tiene en cuenta a las mujeres sino como parte de la clase oprimida; el segundo texto expresa la contradicción de género, pero no tiene en cuenta que las mujeres pertenecen a una clase social, la dominante o la dominada. Yo me reclamo del feminismo político que une la contradicción de clase y la contradicción de género en dos miradas simultáneas y, por eso, creo que, si le preguntáramos en estos momentos a Teseo por el minotauro, ese poder que cada año se cobra un tributo en vidas humanas, seguramente diría lo que yo: el minotauro tiene una doble expresión: el capitalismo y el patriarcado. Es cierto que el patriarcado existe antes del sistema capitalista, pero desde que el capitalismo existe, mantiene con el patriarcado una alianza perfecta y por eso insisto a lo largo del libro, en que hace falta una lectura de esa doble contradicción.

“Yo me reclamo del feminismo político que une la contradicción de clase y la contradicción de género en dos miradas simultáneas”

A.D.: “El feminismo es una causa colectiva en la que estamos obligadas a buscar puntos de encuentro para la acción revolucionaria”. ¿Las actuales divisiones del feminismo son una trampa más para impedir la salida del laberinto?

A.M.: Yo llevo muchos años en el PCE y creo que la unidad es un valor político, pero la unidad se hace en el debate y en la síntesis. Creo que la explotación, la dominación y la discriminación que sufrimos las mujeres en cualquier lugar del mundo es lo que debe unirnos por encima de otras diferencias. Eso hizo posible que mujeres de todo el mundo se reunieran en la conferencia de la Mujer en Beiging en 1995 y que haya marcado, muchos años después, jornadas históricas como las Marchas Mundiales o las Huelgas del 8 de Marzo, en las que hemos participado mujeres de distintas corrientes de pensamiento, no solo sin exclusiones, sino con la alegría de estar contándonos y escribiendo nuestra Historia, otra Historia que nos hace pasar de la otredad a la que nos condena el patriarcado, a nuestra identidad como sujetos. Pero a veces olvidamos que no solo jugamos nosotras en el tablero, sino que hay un contrincante poderoso y está claro que, frente a la capacidad de organización y de respuesta de las mujeres, el patriarcado se rearma contra la revolución feminista que queremos e incluso saca su cara más violenta… Desbaratemos las trampas desde nuestra conciencia feminista.

A.D.: ¿Crees posible recuperar esa unidad?

A.M.: Sí, porque como dice la filósofa Ana de Miguel en el prólogo del libro, las mujeres no vamos a dejar este mundo sin hacer realidad el sueño de la igualdad y para eso, necesitamos ser muchas y luchar juntas. Como he dicho, tejer el hilo de Ariadna para salir del laberinto es una tarea colectiva y el Movimiento Feminista tiene que abrir su corazón y su pensamiento a las experiencias y al dolor de muchas mujeres a lo largo de la Historia, aprendiendo con ellas y aprendiendo también de las formas nuevas y distintas de organización, creando lazos. Porque la historia no empieza ahora y tampoco termina con nosotras: venimos de lejos y seguimos caminando… Hace falta voluntad política para entendernos y reconocernos. Y lo vamos a hacer.

A.D.: Hoy día que estamos viendo cómo la derecha explota la reducción de penas para eliminar la ley de libertad sexual, ¿mantienes tu defensa de la ley como realizas en el libro?

A.M.: Desde luego. Lo esencial de esta ley es, precisamente, la formulación con que la conocemos: solo sí es sí pone en el centro la libertad sexual y el consentimiento de las mujeres. No podemos olvidar que, ante delitos de agresión sexual, hemos gritado “yo te creo, hermana”, porque se ponía en duda la palabra de una mujer a la que habían violado. En el libro hablo de que las mujeres tenemos toque de queda, aludiendo a unas palabras de Celia Amorós y de la violencia que supone que una mujer sea interpretada en sus palabras o en sus actos. Una de las cosas sobre esta ley que se dicen es que falta información, pero podemos leer el texto, ver que está en consonancia con el ordenamiento jurídico de otros países democráticos y con todos los tratados internacionales y también atender las opiniones de prestigiosos juristas como Martín Pallín, por ejemplo. Debemos entender que cualquier ley que suponga un avance en los derechos y las libertades de las personas tendrá una reacción en la derecha y si es un avance en la igualdad de género, la reacción será aún mayor. La ley del solo sí es sí protege a las mujeres que tenemos derecho a movernos con libertad y seguridad y, si una es agredida, no tiene que demostrar que fue contra su voluntad, porque toda conducta que atente contra la libertad sexual y la dignidad de las mujeres, es un delito. Esto es un avance legislativo extraordinario y, si hay algún cambio en la ley, espero que de ninguna manera toque que solo sí es sí.

A.D.: Con El laberinto del patriarcado nos introduces en la historia del feminismo de la mano de sus grandes representantes, pero también poniendo en valor colectivos de mujeres anónimas que han hecho posible las luchas por los derechos, la consecución de los mismos y el planteamiento de los grandes retos del futuro…

«La unidad es un valor político, pero se hace en el debate y en la síntesis. Hace falta voluntad política para entendernos y reconocernos. Y lo vamos a hacer»

A.M.: Para mí esos testimonios de mujeres son fundamentales. Por eso digo en el libro que soy feminista antes de conocer el significado de esa palabra. Como niña de pueblo, me he criado alrededor de las mujeres de mi familia, de mis vecinas, de las mujeres que trabajaban en el campo, de las que emigraron… Recuerdo sus silencios y sus palabras, las conversaciones compartidas años después, la complicidad de nuestras abuelas y nuestras madres cuando empezamos a estudiar y sabían que nos estaban ofreciendo unas alas que a ellas les habían cortado… Y, después, en el Partido, el testimonio de muchas camaradas sencillas, algunas con años de militancia clandestina y otras, orgullosas de incorporarse al quehacer político; compañeras que se organizaban por la igualdad de salario en la aceituna, por los servicios públicos en los pueblos, por la educación, por la sanidad… para defender los puestos de trabajo de sus maridos como en Santana Linares, conscientes de que no era solo un salario lo que defendían sino el empleo de la comarca también para el futuro. Son muchas que no aparecen con nombre propio: las republicanas que mantuvieron la esperanza en silencio y tragándose las lágrimas, pero pasaron el testigo de la lucha por la igualdad a sus hijas y a sus nietas, las que resistieron y lucharon en la clandestinidad durante el franquismo, las jóvenes obligadas a elegir entre la maternidad y un trabajo precario, las chicas embaucadas por el amor líquido, las profesionales infravaloradas y explotadas, las mujeres maltratadas y asesinadas que ya solo serán un número en trágicas estadísticas… Con toda esa experiencia de lucha tratamos de avanzar hacia la igualdad y de poner en el centro la vida de las personas, de exigir el pan y las rosas.

A.D.: En las páginas de este libro hay también lugar para el reconocimiento a nuestra militancia en figuras como Pasionaria o Josefina Samper

A.M.: En el PCE hay mujeres magníficas que son nuestra memoria, mujeres con una gran fortaleza y una gran ternura, con una concepción política que se fundamenta en la ética del compromiso por analizar y cambiar el mundo y en la ética de la resistencia frente al poder expresada en la voluntad de organizar el Partido, buscando en cada coyuntura histórica la estrategia adecuada. En el libro he citado, a Dolores Ibárruri, a Aida Lafuente, a las Trece Rosas, a Dolores García Negrete, a Juana Doña, a María Teresa León, a Josefina Samper, pero sabemos que hay muchas más y me alegra infinitamente que algunos militantes del PCE estén sacando a la luz nuestra historia y que en esa historia, aparezcan los hombres y mujeres que, en el siglo y algo más de vida que tiene nuestro Partido, han luchado por la libertad, la justicia y la igualdad, sin olvidar que el papel de las mujeres es fundamental en esa historia. 

«La ética del compromiso por analizar y cambiar el mundo y en la ética de la resistencia frente al poder»

A.D.: En el libro encontramos un llamado a los hombres y un reconocimiento a aquellos que luchan por la igualdad. ¿Consideras viable esa lucha masculina por la igualdad y, sobre todo, la consideras suficiente?

A.M.: Pienso que los hombres que quieran pueden ser nuestros aliados y nuestros cómplices en la estrategia contra el patriarcado. Yo sé que existen y hablo en el libro de algunos de ellos; de los que han dejado el testimonio de su obra y de los que están a nuestro lado, compartiendo nuestra vida y nuestra lucha. Pero quiero decir algo más: los hombres que se ponen en nuestro lugar -tomo esta expresión muy acertada de Ana de Miguel- han hecho un recorrido en su conciencia que les dice que ellos tienen por el hecho de ser hombres unos derechos que las mujeres no tenemos y que esa situación es tremendamente injusta. No se trata de simpatía, ni siquiera de empatía, sino de una toma de conciencia política, de la convicción de que todos los seres humanos tenemos que ser libres e iguales y es por eso por lo que están con nosotras, luchando contra el patriarcado. Por eso son feministas.

A.D.: Tienes ya una trayectoria en el mundo de la poesía, ahora publicas ensayo, pero siempre desde una perspectiva feminista.

A.M.: Siempre he leído mucho, desde que era niña y no me imagino fuera del universo de los libros. Cuando volví a la Universidad, veintiséis años después de terminar la licenciatura en Filología Hispánica para hacer la Tesis Doctoral, leí muchos libros de feminismo y pude completar desde una perspectiva académica, lo que había ido aprendiendo durante muchos años de militancia en el PCE. Cuando estaba elaborando mi Tesis sobre las mujeres en las novelas de Fanny Rubio, al tiempo que analizaba los textos, empecé a escribir, casi sin darme cuenta, unos poemas en los que se manifestaban también esas contradicciones de las mujeres sometidas históricamente y que querían ser libres y conquistar su propia identidad: mi primer libro de poemas Mujeres en vuelo, al que han seguido otros dos. En una columna periódica que escribo en Diario IDEAL de Jaén, hablo muchas veces de la situación de las mujeres, de la igualdad, del feminismo… y muchas de esas reflexiones me han servido también para El laberinto del patriarcado. Creo que, si mañana escribiera una novela, también sería un texto en el que se pongan de manifiesto las contradicciones de género, es decir, que trato de expresar mi compromiso político desde la Literatura; no se me ocurre otra forma de escribir, porque ni el lenguaje ni los libros son inocentes, sino que responden a un momento de la lucha ideológica y yo quiero intervenir en esa lucha del lado de las mujeres y de los pobres. Y es estupendo que existan editoriales como Utopía Libros comprometidas con la literatura y con el arte que no están presididas por el mercado y dan oportunidad a autoras y autores que tenemos una inquietud literaria y vemos con satisfacción que lo que hemos escrito está tratado con profesionalidad intachable y con la cercanía de quienes compartimos un proyecto cultural.

(*) Responsable Área Feminista PC Andalucía