Durante los siglos XVI, XVII y XVIII, la nobleza y burguesía europeas se afanaban por recopilar el mayor número posible de objetos exóticos y exponerlos en eso que pasó a llamarse en España «sala de rarezas» o «gabinete de curiosidades». Precursores de lo que posteriormente serían los Museos de Historia Natural o de Ciencias Naturales, solían incluir cuatro categorías en sus exposiciones:

·Naturalia: compuesta por objetos derivados del mundo natural, tales como minerales, animales o vegetales.

·Artificialia: elementos nacidos a través del trabajo del ser humano, desde antigüedades hasta obras de arte o distintos tipos de utensilios con diferentes qusos.

·Exotica: similar a la Naturalia, pero tendente al exotismo, como su propio nombre indica.

·Scientifica: colecciones que agrupaban instrumentos más técnicos y científicos.

Estos «gabinetes de curiosidades» —prefiero usar este término para, de paso, recomendar el podcast conducido por Nuria Pérez y que es, sin duda, de lo mejor que se puede escuchar en este formato— alcanzaron un éxito tremendo en aquellos siglos y, si bien es verdad que algunos tuvieron una importante colección de obras de arte, como el del emperador Rodolfo II en Praga, con pinturas de Durero, Arcimboldo, Tiziano o Rafael, se centraban más en mostrar la parte natural y antropológica de nuestra historia.

Málaga, denominada por su alcalde como la«Málaga de los museos», a tenor de la extensa oferta que tiene en este ámbito con ejemplos como el Museo Thyssen, el Museo Ruso, el Centro de Arte Contemporáneo, el Museo del Vino, el Museo Automovilístico y de la Moda, el Centre Pompidou, el Museo Félix Revello de Toro, el MIMMA…, carece de un Museo de Historia Natural.

Este déficit está siendo paliado de un tiempo a esta parte en los exteriores del Museo Picasso de Málaga con su particular «gabinete de curiosidades», y tendrá su puesta de largo el próximo 14 de junio, con una segunda sesión el próximo día 20 para todo el que quiera visitarlo, malagueños y malagueñas, pero también los miles de turistas que desembarcan casi a diario en su puerto. En ella podrán realizar un viaje antropológico por las conductas de una especie muy particular: la clase trabajadora.

¿Cómo reacciona la clase trabajadora cuando lleva once años sin subidas salariales? ¿Qué acciones lleva a cabo el personal de los museos, aquellos y aquellas que lo abren para que miles de personas puedan visitarlos, cuando no tienen herramientas para la conciliación corresponsable? ¿Cómo actúa un colectivo cuando sus justas demandas son ignoradas año tras año? Todas estas preguntas serán respondidas en los días anteriormente señalados, aunque aquí nos permitimos un adelanto: huelga.

Estas sesiones, lejos de ser contemplativas, animan a la interactividad y permiten al visitante tomar partido y sentirse parte de ellas apoyando a esta plantilla de trabajadores y trabajadoras que ven cómo la empresa los desoye y el alcalde de la ciudad, Francisco de la Torre, no media ante el presidente de la Junta de Andalucía para solucionar este conflicto.

La «Málaga de los museos», la «Málaga cultural», por desgracia, también es esto. Una visión de la cultura hacia fuera que no cuida lo de dentro. Una visión de la cultura que maltrata a uno de sus principales protagonistas.

Y es que, como señala Toni Morillas, la concejala electa de Con Málaga en el Ayuntamiento: «Si queremos que el Picasso siga siendo un museo de referencia internacional y que contribuya a fortalecer la oferta cultural de Málaga, es fundamental mejorar las condiciones laborales de su plantilla».

Los responsables de esta situación han de rectificar si no quieren empañar el 50º aniversario del fallecimiento del pintor que le da nombre, un pintor que ingresó en el Partido Comunista «como aquel que va a la fuente a beber agua fresca» y que entendía el comunismo como el camino hacia la felicidad y la libertad tal como dejó escrito: «Me convertí en comunista porque nuestro partido se esfuerza más que otros en conocer y crear un mundo mejor en el que los hombres son mejores pensadores, más libres y más felices.»

El Patronato que gestiona y dirige el Museo Picasso ha de entender que no hay libertad ni felicidad sin unas condiciones laborales dignas. Ahí está la clave y la solución.

Responsable del Área Ideológica PCE Málaga

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