El fin de semana del 16 al 18 de junio se ha desarrollado en Madrid la escuela de formación ‘Julián Grimau’ del PCE con la colaboración del Partido de la Izquierda Europea (PIE), una oportunidad para el encuentro, la reflexión y la propuesta política. Como destacaron en la clausura Javier Moreno y José Luis Centella, la preparación teórica y política de los militantes comunistas es imprescindible para abordar la batalla cultural que se está dando en la sociedad. Es preciso estudiar, prepararse de manera colectiva. Muchas veces no contamos con más instrumentos que los de nuestra presencia organizada en los barrios y los centros de trabajo. La ola reaccionaria ha ganado muchas posiciones en nuestra sociedad, en especial por lo que a nosotros nos afecta, entre la clase trabajadora, pero no es invencible. Pero no hay soluciones mágicas y la articulación social que puede enfrentarla conlleva revalorizar la política con mayúsculas, el compromiso con lo común, la conexión con las inquietudes cotidianas de la mayoría de la población.
Durante los tres días de la escuela los más de sesenta participantes han podido intervenir en debates sobre temas como la unidad popular, con una perspectiva histórica que nos aportó el catedrático de la Universidad Autónoma de Barcelona José Luis Martín Ramos, o desde la más rabiosa actualidad de las próximas elecciones generales y la concreción de las candidaturas de SUMAR. Carlos Gutiérrez de Comisiones Obreras reivindicó el papel del mayor movimiento social “realmente existente”, el sindical; un movimiento, como indicó Enrique Santiago, clave para valorar los avances alcanzados con el gobierno de coalición de la izquierda, ya que han permitido con su influencia que la correlación de fuerzas se incline a nuestro favor. La dialéctica del trabajo institucional y la movilización social, compleja e interrelacionada, es la única que nos puede permitir comprender por qué han avanzado más las reivindicaciones laborales que la garantía del derecho a la vivienda, con una ley aprobada in extremis y con carencias significativas a pesar de su importancia.
Amanda Meyer empleó a metáfora de los hilos de los diferentes ámbitos con los que debemos tejer el instrumento para el cambio en nuestro país (rojo, morado, verde, blanco), sin jerarquías, todos necesarios en lo que aportan desde sus perspectivas específicas. La unidad popular no es sólo una consigna, es la única estrategia que nos permitirá acumular la fuerza necesaria para cambiar el país, asumiendo las contradicciones que conlleva incorporar formas distintas de articularse, culturas organizativas muy variadas y prioridades a veces antagónicas. Desde el PIE, Charlotte Balavoine expuso la experiencia de las recientes movilizaciones contra los recortes del sistema de pensiones en Francia y cómo se mira a España como un referente en el momento actual, un punto de vista de mucho interés para entender las dificultades estructurales que atravesamos en todo el continente.
Fue de especial profundidad la atención que prestó la escuela sobre el desarrollo de capitalismo contemporáneo, con una conferencia inicial del profesor Juan Pablo Mateo Tomé, que, desde la reivindicación de la utilidad de las categorías del marxismo para entender la caracterización de las crisis cíclicas, analizó los rasgos específicos de la actual, entremezclada con los efectos de la pandemia del COVID-19 y la guerra de Ucrania. Esta intervención fue continuada por distintas perspectivas que analizaron las resistencias desde el movimiento ecologista y feminista, con intervenciones de Carlos Sánchez Mato, Clara Alonso, Francisco Colaço y Marga Sanz, quien aprovechó la oportunidad para recordar la importancia del número de Nuestra Bandera dedicado a esta materia y donde habían escrito además de los ponentes otros especialistas. La presente ola reaccionaria debe enmarcarse en la crisis del capitalismo, ya que desde los sectores neoliberales han sido capaces de instrumentalizar un malestar generado por sus propias estrategias, una paradoja que nos debe hacer reflexionar sobre la importancia de la batalla cultural en el momento de vivimos.
En la tarde del sábado el análisis sobre la evolución del capitalismo aterrizó en una atención específica al modelo energético español, con dos exposiciones a cargo de David Pineda e Irene Calvé, miembros del grupo de trabajo de energía del PCE, quiénes desde la clarificación de un conjunto de principios básicos, aprovecharon para polemizar con la visión simplificadora y deformada que a menudo se vende desde los medios de comunicación. Insistieron en que el debate no debe abordarse desde una valoración a priori sobre los tipos de energía sino desde las opciones concretas que ofrecen cada uno de ellos, siempre desde la necesidad de la planificación y el control público del sector. En este último sentido hubo una interesante polémica sobre el valor de las comunidades energéticas, diferenciando las dominadas por las grandes empresas y las que pueden generar mecanismos de articulación social, pero, según los ponentes, sin perder de vista la necesidad de un proyecto de país, por el impacto incuestionable de la centralización en el control público de un sector básico de nuestra economía.
Como en toda actividad en la que participan representantes de distintos territorios y sectores, tan valiosos fueron los contenidos impartidos como la oportunidad para el encuentro, máxime después del paréntesis de los años de confinamientos y limitaciones de las actividades presenciales. Una de las conclusiones de la escuela es su programación fija todos los años a mediados de junio, para que se constituya como una referencia del debate político de la izquierda y el pensamiento crítico. Se desarrollaron talleres de feminismo, sobre los movimientos en defensa del derecho a la vivienda, la agitación, la propaganda y la comunicación en el PCE, y sobre la seguridad, que no sólo permitieron profundizar conocimientos e intercambiar información, sino también avanzar con iniciativas políticas y estrategias que permitan mejorar la intervención política de los comunistas.
La escuela concluyó el domingo con la presentación del debate estratégico que acordó realizar el XXI congreso del PCE, a cargo de su responsable Elena Cortés, que explicó el proceso participativo que pretende dar sentido a nuestra militancia y el proyecto comunista en el siglo XXI. No se trata de encerrar a un conjunto de expertos para que preparen un manifiesto-programa, algo que no es más que una de las opciones finales de todo el proceso, sino de abordar cuales son las vías, los contenidos y los fines de nuestra lucha, contando con la elaboración de todos los que puedan aportar desde sus ámbitos profesionales y de militancia, para hacer del PCE un instrumento cada vez más decisivo, atractivo para militar en el y que sea capaz de plantear un proyecto de país que haga del socialismo algo más que una referencia retórica.
(*) Responsable del Área ideológica del PCE