Va la nueva ministra de Cultura, Carmen Calvo, y anuncia que el Gobierno, de forma unilateral, va a rebajar el IVA de los discos del 16% al 4% (29 de abril). Al día siguiente, Pedro Solbes, nuevo ministro de Economía, pone las cosas en su sitio: la rebaja depende de una decisión unánime del Consejo de Ministros de la UE y a fecha de hoy no hay tal consenso. Lo que más me sorprendió fue el eco que tuvo esta propuesta, acaparando incluso titulares de portada. La cosa se vendió como si esta rebaja -de ser real- fuera a solucionar el problema de ventas de discos en España, que en 2003, según la SGAE, cayó un 6% respecto a 2003 (¡ojo!, aumento la venta de DVD musicales en un 16%).
Nada más lejos de la realidad. Veamos. Si se materializara el 4% de IVA para los discos, el precio final disminuiría en torno a 2 euros como máximo. Si tenemos en cuenta que un disco recién salidito al mercado tiene un precio medio de 16 euros, estaríamos hablando de 14 euros por CD. ¿Quién se cree que eso animaría al comprador?
El precio sigue inflado por los márgenes de beneficio desde su acuñación hasta la puesta en venta.
La mejor forma de estimular al comprador es ofrecerle un producto digno por ese dinero. Es decir, que le merezca la pena acercarse a la tienda o comprarlo por internet, en lugar de acudir a la manta -aunque, insisto, la manta y venta callejera es un minúsculo problema para la industria del disco- o bajarlo de internet -éste sí es un asunto serio, con unos 200 millones de descargas ilegales en 2003 según la SGAE-.
Y un producto digno hoy significa que el CD música venga acompañado de un DVD con entrevistas, directos, tomas descartadas en estudio; un libreto con todas las letras y una buena selección de fotos. En definitiva, darle al comprador un producto atractivo. Porque la raíz del problema es que se ha abusado de los compradores habituales de música, en lugar de mimarlos.
Y ahora, tres recomendaciones de las que ni están en la manta ni se escuchan en las radiofórmulas.