Para mostrar que, si bien no trabajamos tanto como el Comité de Sabios, algo hemos cavilado este verano, expongo unas pocas conclusiones de los meses de vagancia, digo, de vacaciones.
La sequía estival desertiza la televisión hasta hacernos abrevar en los oasis más insospechados. A la busca de una película al día que llevar a los ojos (hablo desde Madrid), y vista la inanidad de las cadenas generalistas, no hubo más remedio que recalar en Localia. He aquí que Localia ha pasado julio y agosto emitiendo sin cuartel buen cine con mejor criterio: clásicos italianos o norteamericanos, cine japonés, un ciclo de Kitano…mucho blanco y negro histórico y mucho color contemporáneo. Es una ley conocida: cuanto menos poderosa es una emisora, mejor será su programación cinematográfica, sin dinero para comprar la carísima bazofia reciente. Pero tampoco nos hagamos muchas ilusiones: en cuanto ha llegado septiembre, sin solución de continuidad, Localia ha pasado de emitir la filmografía de Rosellini a ofrecer programas de Playboy en el mismo horario de medianoche (por cierto, mucho más aburridos). ¿Hay quién dé más?
Una segunda comprobación en esta misma tesitura: la diferencia entre Madrid y Barcelona es simplemente apabullante a favor de la segunda. Madrid, que es sede central de todas las cadenas «nacionales», carece de otras locales mínimamente cultivadas (esta paradoja de lo local se extiende en Madrid a muchísimas cosas). TeleMadrid, sencillamente, no está a la altura. O mejor dicho, está a la altura de lo esperable. Barcelona dispone no sólo de las dos autonómicas, TV-3 y el Canal 33, sino de dos cadenas locales estimables, Barcelona TV y City TV. Siempre hay algo en ellas en lo que remansar la vista sin tener que bajar los ojos de vergüenza. Con todas las críticas de provincianismo que se le hayan hecho, el nivel de las televisiones catalanas está insondablemente por encima.
¿Y Televisión Española? Como siempre, idéntica a sí misma, bajo cualquier gobierno. «Otra televisión es posible», o el cinismo de las mejores intenciones. A veces pienso que, de tan irreformable, es RTVE la que maneja al gobierno de turno.