La construcción europea tiene dos etapas claramente diferenciadas. Una primera que abarca desde el final de la segunda guerra mundial hasta 1992, de claro contenido keynesiano, configurando el Estado del Bienestar y el crecimiento de los derechos sociales, laborales y económicos, y una segunda, desde 1992 en que, con el Tratado de Maastricht, se adopta el modelo neoliberal, antikeynesiano, de reducción del papel del Estado, desmantelamiento del Estado del Bienestar, primacía del mercado y ataque a las conquistas sociales.

El núcleo económico de ese modelo neoliberal se puede caracterizar didácticamente con las tres des (d’s). La primera d, situar la eliminación del déficit público como objetivo, con la reducción de gastos públicos, servicios públicos, privatización de empresas y servicios públicos, recortes de las pensiones, etc.. La segunda d, la deslocalización del capital, como «derecho» del capital a emigrar a donde obtenga más beneficios sin ningún tipo de control público ni imposición. La tercera d, la desregulación laboral para conseguir rebajar los costes salariales a base de debilitar la unión y solidez de las organizaciones sindicales, destruyendo las conquistas laborales, hasta lograr situar el trabajo precario, el paro, los bajos salarios, la inseguridad laboral como algo «normal», el enfrentamiento dentro de la clase trabajadora, utilizando a los emigrantes, o las condiciones de una zonas frente a las de otras.

El problema es que este núcleo económico neoliberal tiene consecuencias graves políticas. Se pueden esquematizar como el núcleo de las tres efes (f’s). La primera f es la de usar la función del Estado para fortalecer el mercado como marco regulador de la sociedad. La segunda f es, dentro de ello, darle el máximo protagonismo al capital financiero a la hora de tomar decisiones, por encima de los órganos de la democracia. La tercera f es la desvalorización de la función de los partidos políticos, puesto que tanto el mayoritario gobernante de un signo u otro como el de la oposición del signo contrario (entre la socialdemocracia y los populares) aplican el mismo marco neoliberal, en este caso el Pacto de Estabilidad para lograr la estabilidad monetaria por encima de las necesidades de la población. De ahí el desprestigio de la política, de la democracia, e incluso el surgimiento de posturas populistas, racistas y xenofobas, de extrema derecha.

Desde el punto de vista de la ideología, en los valores culturales se dan las peores consecuencias de este modelo neoliberal. Se pueden resumir en las tres ces: competitividad, consumismo y conflicto, anulando los valores de la solidaridad. La alternativa pasa por la primacía de los servicios públicos dentro del modelo social, la solidaridad y la soberanía popular para el control democrático de la organización social. Es decir, la participación ciudadana por encima del mercado.