Los que vamos camino de la tercera edad tenemos -además de los años- un cúmulo de recuerdos que nos permiten descubrir similitudes, analogías y relaciones entre hechos pasados y situaciones presentes. La campaña institucional, los discursos apocalípticos de muchísimos defensores del SI, el lenguaje y ¿los argumentos? de responsables y cargos políticos junto con el papel jugado por la inmensa mayoría de medios de comunicación permiten establecer ciertas semblanzas entre este Referéndum y el franquista de 1.966 sobre la Ley Orgánica del Estado. Entonces, los contenidos fueron preteridos a favor de un slogan:»Vota por la Paz». Ahora se obvian las propuestas concretas y el hueco se cubre con un «Sí a Europa». En aquella no tan lejana época, la distinción -a la hora de las informaciones y los usos de infraestructuras- entre Estado y Gobierno no existía. He constatado lo mismo en esta campaña. Los perseguidos adversarios de entonces y los defensores de la Abstención o del NO ahora, eran «la anti-España» o son «la anti-Europa». Fotografías y reportajes unilaterales sobre la Guerra Civil eran contrapuestos a un presente venturoso; ahora se plantea «Europa o el caos». Y es que la Democracia es algo más que una Constitución, unas leyes permisivas y garantes de ciertas libertades: es -básicamente-una cultura, unos valores y unas actitudes mentales y prácticas. El pasado, cuando no es superado con nitidez tiende a repetirse en hábitos sociales y políticos. Y en el trasfondo -siempre- unos intereses económicos.
Nosotros, que seguimos estando en la primera línea de unas batallas y unas contiendas que ellos programan en su Orden del Día, debemos asumir que el Referéndum sobre el documento sometido a votación es una acción que para ellos tiene fecha de caducidad y después borrón y cuenta nueva. Para nosotros debe ser el comienzo de una acción nueva, permanente y general. Esa acción debe orientarse hacia una contra-información hacia los ciudadanos en torno a lo que se avecina: Salario Mínimo Interprofesional, Reforma del Mercado Laboral para flexibilizar sus «rigideces», Pensiones y Jubilaciones, Horarios de Trabajo etc. La llamada Constitución europea solo tiene un objetivo: elevar a categoría de Ley Fundamental europea la política neo-liberal. Se trata de blindar legalmente el desarrollo de la «alta competitividad». Nuestra tarea consiste en relacionar el 20 F con todo lo que acontecerá en el futuro. Es una labor de preparación y difusión en sedes, centros de trabajo y cualquiera que sea la organización o colectivo al que tengamos acceso.
Y en ese trabajo no hay más aliados, amigos y compañeros que los combatientes por la misma causa, vengan de donde vengan. Es una hora de alianzas nuevas para un conflicto clásico: el del Capital y el Trabajo. Estoy convencido de que una estrategia como esta tiene la virtud de clarificar y galvanizar las todavía existentes -pero hibernadas- energías. Desmontar esta falacia es cosa nuestra.