Tras las intervenciones de Frutos, Alcaraz y la mía durante la mesa redonda celebrada en el Teatro de la Casa de Campo en la Fiesta PCE, tuvo lugar un coloquio en el que se plantearon algunas cuestiones importantes. Me llamó la atención de manera especial la pregunta de una camarada gallega: ¿Cuándo empezamos el debate y la elaboración del Manifiesto-Programa? Creo que esa es la interrogante que se hace una parte muy importante de la militancia. A ellos y ellas les dirijo estas líneas.
Acerca de la organización del proyecto existe un embrión de plan de trabajo que fue entregado. Es nuestra intención que tras las pertinentes reuniones con la dirección federal ese documento y otras propuestas sean debatidos en los órganos y se dé la señal de partida. No quiero ocultar que el proyecto es ambicioso y exige una preparación concienzuda. Si lo conseguimos -aunque vayamos pausadamente en el inicio- la dinámica de debate y elaboración se verán favorecidas por ello y los resultados comenzaran a notarse. Pensemos en ese aforismo que dice «vístete despacio que hay prisa».
Pero hay un aspecto de esta cuestión que me parece central y por tanto de una gran importancia. El Manifiesto-Programa y los objetivos que pretendemos cubrir necesitan no sólo de las aportaciones, trabajos, elaboraciones y reflexiones de miles de personas de dentro y fuera del PCE sino de una predisposición a la participación, de una tensión organizativa y sobre todo de una voluntad personal en primera instancia, y colectiva a continuación. En el acto de la Fiesta hablamos de una auto-convocatoria. ¿Qué se puede hacer mientras tanto? En primer lugar y desde cada agrupación u organización comenzar a poner en revista a todos nuestros efectivos, convocarlos y recabar de ellos su disposición a participar y a debatir sobre iniciativas políticas que se consideren adecuadas a estos momentos así como las personas que pueden ayudar a incentivar estos trabajos. Tengamos en cuenta que la primera tarea a la que toda la organización será requerida es a dar sus puntos de vista y propuestas concretas. Eso se prepara desde ya.
Pero además, tal y como se planteó en la mesa redonda ya mencionada, una tarea de este calado no puede confundirse con un debate académico sino que está necesariamente imbricada en la acción política más inmediata y concreta. La auto-convocatoria significa recomponer energías y sobre todo voluntades. Las mejores tesis y propuestas que puedan elaborarse con la mayor y mejor participación colectiva no son nada si la estructura organizativa está inerte. Aconsejo que se recabe de la dirección federal la lista de documentos recomendados para su lectura y discusión en esta fase previa. Uno de ellos es el Manifiesto-Programa de 1.975.
Sería muy importante que los hombres y mujeres de nuestro Partido que, siquiera teóricamente, están en distintos frentes de lucha: sindicatos, instituciones, organizaciones sociales, culturales, vecinales, etc. volviesen a tomar contacto entre sí y a organizarse sectorialmente a fin de ir preparando una estructura de participación y de elaboración inmediatamente futuras. La auto-convocatoria exige desde ahora mismo la tensión y preparación desde abajo, desde en medio y desde arriba.