Hace unas semanas que Tony Blair, actual presidente semestral de la UE, reunió en Hampton Court al Consejo Europeo para una sesión deliberante del mismo. El objetivo era reflexionar sobre la estrategia a seguir «frente a los retos y oportunidades de la globalización». Los resultados de esta Cumbre han sido calificados por el anfitrión como estimulantes para establecer «la buena dirección sobre la política económica y social europea». Por su parte el Presidente de la Comisión Durao Barroso señaló que el encuentro tuvo un «buen clima exterior e interior»

Sin embargo, no pasó desapercibida la elusión, tanto en el debate como en las declaraciones públicas del problema por antonomasia de la UE: el Presupuesto para el período 2.007-2.013. Los referendos francés y holandés no han hecho otra cosa que pinchar el globo sobre el que la propaganda «europeísta» había montado las saturnales previas al proceso de ratificación de la llamada Constitución Europea. Con un Presupuesto fijado a la baja desde el 1´27% del PNB europeo hace más de una década, hay que atender a diez Estados más, el cheque británico, la parte del león de la PAC para Francia, el aterrizaje suave en la realidad futura por parte de España y el Fondo de Ajuste propuesto por Durao Barroso para las personas que sufren y van a sufrir las consecuencias de la globalización. Tampoco debe echarse en saco roto la presión que encabeza Alemania para rebajar, aún más, la cuantía del Presupuesto. Este es el auténtico talón de Aquiles económico de la actual UE y no el NO francés u holandés. Pero volvamos a la Cumbre del pasado 26 de Octubre.

El documento base de la discusión ha sido el de la Comisión Europea titulado Los valores europeos en la era de la globalización al cual se le han incorporado partes sustantivas de un texto elaborado por el Ministro de Finanzas británico Gordon Brown titulado Europa global; pleno empleo para Europa. Este último documento subraya especialmente la pérdida de competitividad de la UE ante China e India. Las directrices para las que Blair ha pedido y conseguido apoyo son las siguientes:
– Incremento del gasto en innovación y desarrollo para mejorar la competitividad.
– Establecer una política energética común. Incentivar las energías limpias sin olvidar la energía de origen nuclear.
– Cambios en las universidades para poder ser más competitivas con respecto a las de USA.
– Control selectivo de la inmigración para mejorar la competitividad.
– Búsqueda de fórmulas para incrementar la población y cambiar la tendencia de la pirámide de población europea.
– Creación de un fondo para ayudar a los damnificados por los procesos de deslocalización industrial. De este fondo quedan exentas las empresas que no puedan competir en un mundo globalizado.

Está claro que las preocupaciones centrales de los dirigentes de la UE se orientan a como mantener el llamado capitalismo alpino de base keynesiana, por oposición al modelo USA. Una diferencia cada vez menor en detrimento del modelo europeo. Y es que la trinidad capitalista: competitividad, mercado y crecimiento sostenido sigue siendo el dogma intocable. Por eso la cohabitación entre el tardío y crepuscular keynesianismo y la globalización capitalista es imposible por mucho que los juegos semánticos intenten velar esa contradicción insalvable. Es la hora de una Alternativa también global. No caben medias tintas.