Otra de las aseveraciones que quiero recalcar es que ETA no ha existido siempre. No es algo propio de la idiosincrasia de los vascos y de los navarros. Nació hace más de cuarenta años en un contexto político determinado y como tal, tendrá su fin. Lo que digo es obvio pero de un materialismo histórico demoledor y que deslegitima a los agoreros que presagian el fracaso del proceso y afirman la inmutabilidad del terrorismo.

El Partido Popular ha convertido este proceso en un singular elemento de confrontación político. Convirtiéndose el PP en un peligro para la paz. Su discurso es que el Gobierno cede ante ETA. Es más, anuncia que si vuelven al Gobierno revertirán el proceso. Es asombroso cómo manipulan y ocultan que cualquier decisión será democrática y en última instancia avalada por los ciudadanos y ciudadanas. Es significativo que en estos más de tres años y medio sin atentados cruentos, la tensión política sobre este centro de atención está siendo salvaje.

Por ello, debemos ser capaces de visualizar el valor de la paz. Sus ventajas, sus sinergias y sobre todo el destierro de tanto dolor, tanta barbarie, y tanta excepcionalidad democrática. Frente a aquellos que, como poco, anticipan el miedo a lo nuevo, nosotros debemos expresar las bondades del tiempo de paz. La paz no tiene precio porque su precio es incalculable. Libres del acoso por pensar diferente, libres del miedo a expresarse, libres en definitiva del totalitarismo. No son los políticos los que tienen el derecho a la paz, son los ciudadanos. Estos son los vencedores.

En cualquier caso, entiendo que el proceso de paz está blindado. Y lo está por el rechazo abrumador de la sociedad vasca y navarra al uso de la violencia política. Los niveles de legitimidad con respecto a la denominada lucha armada son bajísimos. A esto hay que añadir el referente irlandés que tan de cerca lo ha seguido la denominada izquierda abertzale. Podríamos decir que ETA ha muerto pero no sabemos cómo enterrarla.

Cuando hablamos de Normalización y Pacificación en Euskadi, distinguimos dos conceptos, que no están aislados entre sí pero que no conviene confundir. La pacificación no tiene otra vía a desarrollar que el cese de la violencia de ETA, el cese del terrorismo. El diálogo posterior sobre esta materia debe estar basado en fórmulas de reinserción con aquellos que abandonan las armas. Asimismo, en la búsqueda de reparación a las víctimas. La paz se debe hacer desde la reconciliación y la reparación pero no desde el olvido. En cualquier caso, hay que ser conscientes que el dolor humano que ha causado el terrorismo ha resquebrajado el tejido social de forma notoria. Pero nunca irreversible, siempre debemos creer en la esperanza de la reconciliación social. Procesos sociales mucho más duros se han regenerado.

La Normalización busca solucionar conflictos políticos derivados de una falta de consenso básico sobre el modelo institucional que permita acomodo de conviviencia y de identidad. Aspectos que afectan a la forma de relacionarse con España o con el resto de España; pero también con el mismo modelo de convivir de forma interna o con la manera de relacionarse entre el País Vasco y Navarra. No es posible construir comunidades integradas ni sobre el enfrentamiento entre identidades ni sobre la imposición contraria a la voluntad de la sociedad vasca o navarra.

Corresponde a las expresiones sociales y a los partidos políticos presentes en el ámbito vasco y el ámbito navarro la constitución de sendas Mesas de Diálogo. Los seis principios del Acuerdo de Egino promovido por Elkarri, ahora Lokarri, para convocar, constituir y desarrollar las mesas de partidos son cabales.

1.-Principio de No violencia. Renuncia y oposición al principio de violencia y amenaza en el curso o resultado de las negociaciones.
2.-Principio de no exclusión. Un proceso de soluciones necesita del concursos de todas las expresiones políticas.
3.-Principio de negociación. Compartir la determinación de llegar a acuerdos pactados.
4.-Principio de trasversalidad. Las decisiones no deberán ser unilaterales, buscando el máximo consenso y ineludiblemente mayorías trasversales.
5.-Principio de libertad. Compromiso de respetar todas las decisiones democráticas, no debe haber vetos ni imposiciones.
6.-Principio de participación. Compromiso de consultar a la sociedad.

Todos estos principios, partiendo del marco político preexistente. Asimismo, siendo conscientes de que en el actual proceso político globalizador y en el marco europeo en que estamos, no existen soberanías exclusivas sino compartidas.

Llevo militando primero en el PCE, después en IU, desde hace más de veinte años y desde este espacio siempre hemos apostado por la resolución dialogada para el fin de ETA. Básicamente, porque entendimos que más allá de la organización terrorista existía un sustrato político de conflicto territorial. Hemos padecido todos y cada uno de los descalificativos posibles por apostar por la paz, no sólo desde el PP sino también desde el PSOE. Desde ambiguos hasta cómplices del terrorismo. En algunos casos, erramos, como con el Pacto de Lizarra donde confundimos soberanía con pacificación. Pero nadie nos podrá decir a la izquierda alternativa que no lo intentamos, que no apostamos por la paz. La fuerza de nuestro discurso es la coherencia.

El mapa político vasco y navarro está y estará, más si cabe, en permanente convulsión por el fenómeno de paz. Las políticas de alianzas, coaliciones y las espectativas de futuro son tremendamente volátiles. Por ello, es preciso redoblar nuestro discurso. El aporte político propio de Izquierda Unida es su discurso de federalismo plurinacional, desde la izquierda. Un federalismo en el sentido clásico de unir mediante pacto. Pacto entre diferentes para agregarse común y políticamente. Propugnamos la unidad federal construida sobre la libertad y la voluntad, sobre el derecho a la libre decisión de su futuro por parte de cada comunidad política. Plurinacional no únicamente en el sentido que suponga unir varias naciones preexistentes con límites perfectamente definidos, sino porque permite la convivencia en el mismo territorio y en la misma comunidad de personas que tienen concepciones distintas sobre la nación a la que pertenecen y que mantienen distintos sentimientos de identidad. Federalismo plural para una sociedad cada vez más plural.

En definitiva, la paz avanza. Nada será, políticamente hablando, lo mismo sin ETA. Pero no será igual porque el actual tiempo es de esperanza por superar un macabro pasado.

* Coordinador Ejecutivo de Política Institucional y Modelo de Estado.