En 2003 Philip Agee escribió un extenso y detallado ensayo sobre el Terrorismo contra Cuba y el año pasado publicó un amplio análisis sobre la intervención de Estados Unidos contra Venezuela apoyando a la oposición política con decenas de millones de dólares para hacer frente a Chávez, siguiendo una vez más la tradicional política de intervención de la CIA, como es la compra de elecciones, entre otras cosas. «Estoy escribiendo un ensayo sobre las últimas medidas de Washington contra Cuba para endurecer el bloqueo económico, aumentar la propaganda anticubana e incrementar el nivel de las medidas genocidas para hacer sufrir a la población, que ha sido la política ejercida por EEUU desde el comienzo de la revolución. Como la población apoyaba a Fidel, tenían que hacerla sufrir haciéndola pasar hambre y desesperación pensando que podían volcar al pueblo en contra de la revolución. Y esas medidas continúan hasta hoy pero agravadas».
M.O: En la primera parte de esta entrevista, publicada el número anterior, hablamos de Luis Posada Carriles y Orlando Bosch, terroristas reconocidos mundialmente y protegidos por Estados Unidos. Frente a ellos están los cinco agentes cubanos encarcelados en Estados Unidos desde el 21 de septiembre de 1998 cuando luchaban sobre el terreno por desvelar los actos terroristas organizados contra Cuba por la contrarrevolución cubana asentada en Miami. Después de ocho años en la cárcel, ¿en qué situación se encuentran?
P.A.: Hay que entender que los cubanos no tenían otra opción que enviar a su propia gente a Miami donde se confeccionaron aquellos complots contra la isla de los que hablamos (ver entrevista MO 182). En los años noventa Cuba envió a Estados Unidos unos oficiales de inteligencia con la misión de informar a La Habana de los planes terroristas que se fraguaban en Miami. Su intención nunca fue espiar al gobierno estadounidense. En junio de 1998 el gobierno cubano decidió dar al FBI una gran cantidad de información sobre los planes terroristas de Miami, ya que el FBI, siguiendo órdenes, nunca tomó medida alguna contra las actividades que realizaban las mafias de exiliados cubanos en Miami, es decir, durante todos esos años hizo la vista gorda de forma que esos terroristas estaban libres para hacer lo que quisieran. Entonces, el FBI en lugar de tomar medidas contra las mafias de Miami, apresó a los agente cubanos. Esos son los cinco oficiales de carrera conocidos como «los Cinco». Desde el mismo momento de su arresto les han dado un tratamiento inhumano. Les sometieron a confinamiento solitario en cinco prisiones diferentes. Sin justificación alguna les metieron en lo que llaman «el hueco», que es una celda especial de castigo que tienen algunas prisiones en Estados Unidos. El preso tiene que permanecer desnudo. No puede llevar reloj. No hay ventana. No sabe qué día es, ni siquiera si es mañana, tarde o noche. La celda es muy pequeña y la pueden hacer muy caliente o muy muy fría. Los tuvieron en «el hueco» durante 17 meses, y sin contacto con abogados ni con nadie. Estaban intentando demoler su espíritu para que al menos uno denunciara a los otros. Ninguno se doblegó. Y después de eso los abogados han tenido poquísimo contacto para planificar su defensa.
Gerardo, por ejemplo, no ha podido ver a su esposa Adriana desde que fue encarcelado hace ocho años, ni René ha podido ver a su esposa Olga ni a su hija desde hace 6 años porque no les conceden visados para entrar en Estados Unidos y poder visitarlos. Y esto va contra la ley internacional del derecho de acceso de las familias a ver a los presos. Hay dedicar tiempo y esfuerzo para conseguir que este caso de «los Cinco» sea tan conocido como el derrumbe de las Torres Gemelas en la mente de todo el mundo.
M.O.: La campaña por la libertad de «los Cinco» reivindica justicia, que es lo que faltó en el juicio celebrado en Miami, tal como reconoció posteriormente una Corte de Atlanta que pidió en agosto de 2005 la revocación de las condenas y la realización de un nuevo juicio. Pero el Fiscal General del Estado intervino para impedirlo. ¿Qué posibilidades tienen de conseguir justicia?
P.A.: No fue posible conseguir un proceso justo y sin prejuicio en Miami por el odio que allí les tiene la gente, y por las amenazas que hacían los miembros extremistas de la comunidad cubano-americana de Miami a los miembros del jurado: hicieron fotos de las matrículas de sus coches, identificaron a los miembros del jurado y publicaron sus fotos, direcciones y todo. También fueron acosados cuando salían. Algunos, después, admitieron haber sido coaccionados. El proceso en Miami fue el juicio criminal más largo de la historia de EEUU y a pesar de todos los esfuerzo de los abogados, la jueza se negó a permitir el traslado a otro lugar alejado de Miami donde posiblemente podrían conseguir un jurado más imparcial.
Al final fueron condenados todos. Y comenzó la apelación en Atlanta. Los abogados presentaron nueve puntos apelando irregularidades del primer juicio en Miami. Y ganaron en el primer punto, que era jurisdicción. El panel de tres jueces de apelación de Atlanta falló unánimemente. El fallo tenía como 93 páginas y fue un documento histórico sin precedente en las apelaciones de EEUU: anulaba el juicio de Miami y ordenado un juicio nuevo. Entonces el fiscal general pidió un procedimiento que raramente se utiliza y que es una apelación de los 13 jueces de ese circuito, en conjunto. En ese momento se supo que no había esperanza: esa corte nunca había fallado en contra del fiscal. Se sabía que se iba a perder y así fue. Ahora tienen que presentar los otros ocho puntos de la apelación original. Cada punto que gane la apelación puede ser apelado por el fiscal por el mismo procedimiento. Si lo pierden al final pasaría a la Corte Suprema que tiene que aceptar el caso. ¿Y qué pasaría? Pues no lo se porque la Corte Suprema está cambiando para peor. Por eso hay que seguir trabajando en la campaña de solidaridad ya que la clave para ganar es teniendo un movimiento de solidaridad más fuerte que el odio de 11 jueces contra Cuba y estos 5 cubanos y hacer que en cada país ese movimiento crezca.
M.O.: ¿Quiere decir que la campaña de solidaridad puede ser tan definitoria como el proceso judicial?
P.A.: Sí. Cada manifestación de esta solidaridad se estudia en Washington y se monitorea la fuerza del movimiento. En la embajada de Estados Unidos en Madrid hay oficiales que están monitoreando cada manifestación de todo tipo de actos contrarios a los intereses de EEUU. Y hay gente en el Departamento de Estado y en el Consejo de Seguridad Nacional que lo evalúa la fuerza política de estos movimientos. Eso afecta a la hora de tomar decisiones en casos como el de «los Cinco». Por eso, a medida que crezca este movimiento de solidaridad más se conocerá el caso. En primer lugar hay que difundir la información y contar lo que están haciendo con terroristas como Orlando Bosch y Luis Posada Carriles y lo que están haciendo con antiterroristas como «los Cinco».
Hay muchas causas que apoyar pero yo no reconozco ninguna más importante que la de pedir justicia para estos cinco cubanos presos en Estados Unidos. Como ex oficial de inteligencia sé cuál era su tarea y el peligro al que se enfrentaban yendo a EEUU. Ir como fueron ellos, con esa misión, es un acto de heroísmo. El riesgo era enorme. Por eso llamarles héroes no es exagerado. Tanto ellos como su familia, se merecen nuestro apoyo.