Algunos libros pretenden romper la barrera que separa el mito del capitalismo del logos del capitalismo, como si existiera diferencia formal, como si el discurso -articulado en forma de comunicados, balances y cuentas de resultados- no fuera reflejo del lenguaje dominante, de todos los signos y expresiones posibles, imaginables e inimaginables, incluso de los imposibles; algunos libros pretenden concebir la destrucción de las fortalezas postfordistas, recuperar el pensamiento de la acción concreta, negar el mito; romper, con cierta mesura y prudencia, es la tarea de algunas obras literarias, Resolución, que hablan del mundo y lo analizan; otras, la mayoría, cuentan historias llenas de enigmas, historias de vida sin vida, personajes vacíos, cualquier versión es buena, que someten al lector a la tiranía de los sentimientos fijados en el primer capítulo, irrefutables, nueva teoría de los sentimientos morales, Adam Smith y su mano moral invisible, los sentimientos y los hechos -el reflejo de lo que llaman realidad- aparecen deformados en el espejo de un centro comercial o una galería de arte, vienen a ser lo mismo, convertidos a su vez en mercancía al tiempo que los trabajadores -colaboradores, eventuales, discontinuos- se convierten en números, cash-flow, activos amortizables y pierden día a día la ilusión del fututo (irrumpen los psicofármacos), pierden la vinculación emocional con la empresa, con su propia actividad; en pocos años se ha pasado del beneficio a medio plazo a la urgencia, el corto plazo y, con la fugacidad de un parpadeo, al cambio de vector y objetivos; la precariedad y las deslocalizaciones han arrastrado a poblaciones enteras a la miseria, se descontrola el sistema-mundo capitalista, la aceración deja secuelas, se desmonta y resquebraja la estructura, peligra; urge encontrar un remedio, es necesario hallar alguien que cohesione de nuevo la fuerza de trabajo, y para esto llegan los departamentos de recursos humanos, la ideología, antes departamentos de personal, con el jefe y sus manguitos blancos que se ocupaba de las nóminas -el que tuviera- y en lugar de aumentar los salarios y rebajar las expectativas del accionariado montan cursos de capacitación y liderazgo -subvenciones, desgravaciones, formación de personal, mejora del equipos- por hacer algo entretenido, aglutinador, con el fin de compensar la ausencia de territorios de sociabilidad, motivación, las ratas albinas de Skinner, el perro triste de Paulov, el condicionante operante, estímulo-respuesta, todo está en la psicología, individual o de masas, integrar, adaptar, neutralizar: utilizan, si procede, el miedo; llegan los RRHH a modo de cátedra conductista, stultifera navis, cuando el capitalismo quiere consolidar la ruptura del valor del trabajo y se presentan con las vestimentas de la unidad, la ideología de la motivación, de la recolocación, de las innovaciones retributivas en forma de bonus, nunca salario, que el beneficio bruto/neto no puede detenerse y los conjuntos accionariales -la sociedad anónima es la construcción más perfecta del capitalismo, Francesco Galgano lo analizó en Las instituciones de la economía capitalista (Fernando Torres editor, 1980)- piden más, y más, y siempre más, más rendimiento con menos recursos y recomiendan El arte de la guerra o Shakespeare para ejecutivos, y andan fascinados -la infantilización- por la cibernética portátil, la utilización de las nuevas tecnologías, el eco de la optimización, de cada cual según sus posibilidades, explotadas al máximo, para que el resultado sea el previsto, y en esto llega Resolución de Pierre Mari, editado por Reverso Ediciones, SL, un libro que se asoma al anodino escaparate desde un ático de Barcelona y aparece pertrechado con sus escasas ciento treinta páginas y sus personajes, N., V., C., H. y algunos más, y discuten, no se entienden, se compadecen, hablan de problemas cotidianos conociendo los rituales de la mentira, los cuchillos y la tramoya; el deseo de mayores beneficios y la pérdida de credibilidad de los sindicatos y los partidos de izquierda, maniatados por los oropeles, terminó por destruir el pacto capital-trabajo de los sesenta, cuando la izquierda tenia fuerza organizativa para imponer condiciones, cuando ser obrero en la Europa de la socialdemocracia -Francia, RFA, Italia, Suecia, Bélgica, etcétera- era una condición de posibilidad; el neoliberalismo arrasó con ese acuerdo tácito de desarrollo con el beneficio inmediato, Chicago, sus agudos teóricos monetaristas, Libertad de elegir, Milton Friedman -premio Nobel de 1976- y su banda (su mujer, Rose, Schultz, Coase, Fogel, Lucas y otros), les dieron muchos premios, sirvieron a Reagan y auparon a los neocons, pensaron contra la inflación, contra Keynes y el aumento de la demanda, contra la empresa pública y la seguridad social; el caso era reducir, abaratar, liberalizar, concebir un espacio flexible alejado de la rigidez de las leyes del estado e imaginaron la esclavitud contemporánea, el capital humano, la semántica y la sociología a su servicio; Gary S. Becker, reflexionó sobre estas variantes, también le dieron un Nobel, en 1992, ¿ha hecho usted un análisis coste-beneficio antes de tener un hijo? ¿Ha pensado en cuánto le costaría divorciarse para determinar si sigue casado?, el capitalismo llevado hasta la frontera de la racionalidad totalitaria con la eficacia/eficiencia como norma, marco conceptual o paradigma global de impulso, seamos proactivos, sumisos y proactivos; a lomos de camellos, mirra e incienso de Oriente, llegan entonces los (tele)predicadores y las ONG´s dando créditos a bajo interés y cajas de galletas -es falso- para que los pobres compren caramelos o un telar de segunda mano y hagan vestidos para vendérselos a otros, más pobres, y las mercancías sigan circulando, y se mueva, agitado, el capital, Teresa de Calcuta y sus acólitos, murió bendecida por el papa polaco y ascendió al cielo y estará sentada a la derecha de dios como Lady Di, por motivos parecidos, por ayudar a los necesitados, dulce caridad, tradición eclesial, seguro que tienen alguna foto juntas; Becker pensaba, ¿me costará más tener un hijo varón o mujer? Resolución es una novela sobre la nueva cultura empresarial y la imposible dignidad laboral; ahora todo es cultura y tienen razón, cultura como disfraz, vestimenta, adorno, quizá siempre fue eso, ya que en la sociedad desarticulada, la identidad cultural sirve de bisagra y lo social está atado por los hilos de la mercadotecnia, valores, virtudes, principios; en realidad, se trata de estar dispuesto a todo, no dormir, no vivir, ser-la-empresa, vivir-la-empresa, soñar con la empresa, compañía (Co.), y despertarse asustado porque un informe no está hecho y lo reclaman, siempre exigen algo, idiomas, capacidad de improvisación, tiempo; esto también se describe en Resolución, esta idea y muchas otras ajenas, en principio, a la moderna y falsa poética de la novela contemporánea; el autor, Pierre Mari (1956), era profesor de literatura francesa y lo dejó para dedicarse a dirigir seminarios de formación para empresas, extraña biografía que gira con los tiempos, extraña y sorprendente novela, Resolución, Reveso Ediciones SL, impresa en Molins de Rei, Barcelona.