Hoy podríamos decir que existen tres lugares en el mundo donde el enfrentamiento con la barbarie del gobierno estadounidense es más evidente. Tres puntos del globo terráqueo que son ejemplo de dignidad, lucha y heroísmo. Esos tres lugares, tres pueblos, son Palestina, Iraq y Cuba, y sobre ellos trata Santiago Alba en su libro «Vendrá la realidad y nos encontrará dormidos».
Santiago Alba nos explica, no sólo esas luchas sino la vergüenza de continuar dormidos en nuestras sociedad de celofán y neón sin ver la realidad. Pero es que, además, mientras algunos escribimos a golpe de hemeroteca y bibliografía, Alba escribe de lugares donde ha estado, de personas con nombre y apellidos con las que ha conversado, de tragedias que ha vivido.
Los textos recogidos en esta obra logran transmitirnos elementos tan difíciles como la emoción de esas luchas y sus verdaderas causas para despertar la indignación en cualquier persona de buena voluntad. Y es que si tuviéramos que dividir a las personas entre honestas e infames, las primeras serían las que logren indignarse con lo que escribe Alba en esta obra y los segundos los que no se inmuten ante lo leído.
Santiago Alba nos explica desde su experiencia en Túnez cómo es el mundo musulmán, al que tanto tememos: «Mohammed está tan loco que un día recogió a mi hija, que se había caído de la bicicleta, y le dio un caramelo. Seguro que está pensando en lanzar un avión de pasajeros contra la Torre Eiffel».
Su capítulo «Iraq, un cuento de niños» es estremecedor. Ahí nos escribe sobre los niños iraquíes y su diferencia con los nuestros, la diferencia «entre comer bollicaos y margarina y recibir bombas y respirar uranio empobrecido». De esas madres en el hospital infantil de Bagdad: «En cada habitación hay seis camas y en cada cama hay -no un niño, no- una mujer velada, sentada, erguida, grande, y cada mujer velada sostiene en su regazo a un niño enfermo. Ellas son las camas de sus hijos». Quien no se emocione con ese capítulo no debería tener derecho a considerarse humano.
Alba nos explica también ese mundo, esa realidad que vendrá y nos encontrará dormidos: «La ‘guerra global’ permite borrar toda distinción: la distinción entre rebeldes y terroristas, entre disidentes y criminales, la distinción entre legalidad y legitimidad, entre seguridad y libertad, entre guerra y paz, entre civiles y militares, entre seguridad interior y exterior, etc.». Y mientras todo eso sucede, «mientras nosotros nos distraemos viendo por la televisión como EEUU bombardea Iraq, mata a sus niños y se apodera de su petróleo, EEUU aprovecha para bombardear Iraq, matar a sus niños y apoderarse de su petróleo. ¿O es quizás al revés?».
Santiago Alba hace el diagnóstico preciso de nuestras opulentas sociedades: «Simplifiquemos las altísimas aspiraciones de la Civilización: queremos más agua, más luz, más petróleo, más carne, más coches, más móviles, más televisores y queremos, además, tener razón, ser más buenos, más justos, dar lecciones, concentrar una moral superior. Para tener más agua, más luz, más carne, más petróleo, tenemos que bombardear ciudades, ocupar países, sostener dictadores, serrar cotidianamente, minuciosamente, los grandes mandamientos que nos hemos dado; para tener más razón, para ser más buenos, más justos, para dar lecciones y seguir concentrando una moral superior tenemos que engañarnos.»
Por eso es importante destacar la diferencia entre el mundo rico capitalista y Cuba. La diferencia entre el que «en un lado bombardea países, derrite alegremente los cascos polares y confunde Faluya con un Parque Temático y en el otro salva niños, cura extranjeros y confunde lo propios sufrimientos con los de los otros pueblos de la tierra».
Este libro no es sólo ése que a uno le gustaría que leyeran sus amigos, sino el que quisiera poder obligar a leer a sus enemigos, para así saber si después de haberlo hecho logran entender algo de lo que pasa en el mundo o, definitivamente, debo seguir considerándolos odiosos.
«Vendrá la realidad y nos encontrará dormidos». Santiago Alba. Editorial Hiru