No cabe duda que, tras el ciclo de protestas que transcurrió entre noviembre de 1999 en Seattle y el 15-F de 2003, el movimiento altermundista se encuentra en una nueva etapa en la que la búsqueda de mayor arraigo social y la necesaria articulación de las luchas en torno a los múltiples temas que se abordan en los Foros Sociales y otras redes continentales y globales constituyen sus prioridades, respetando al mismo tiempo la enorme y, a veces, conflictiva diversidad existente en su seno. Si el último Foro Mundial celebrado en Nairobi ha podido ser ejemplo de todo esto, las recientes jornadas contra la Cumbre del G-8 en Rostock han sido la ocasión para comprobar que, pese al estado de excepción sufrido, el potencial de rebeldía dentro de ese movimiento sigue estando vivo.

Mientras tanto, estamos asistiendo a la crisis de la globalización neoliberal que se ha ido desarrollando bajo la hegemonía neoconservadora y militarista estadounidense, especialmente en Oriente Medio y América Latina. Durante todos estos años un «nuevo imperialismo» y un discurso beligerante, el del «choque de civilizaciones», se han revelado como los principales responsables de la agravación de la sobreexplotación de una clase trabajadora cada vez más feminizada y multicultural, de la creciente privatización de los bienes comunes, de la profundización de una crisis ecológica cuya manifestación más visible se encuentra en el cambio climático y, sobre todo tras el 11-S de 2001, de un nuevo proceso de militarización del planeta y de guerra por los recursos ante el fin del petróleo barato.

Es no obstante en el «centro» del capitalismo global donde la debilidad del movimiento altermundista es más patente, tanto por su limitada capacidad para reemplazar las viejas redes organizadas y culturales del movimiento obrero y de la izquierda como por el auge que en las clases trabajadoras nativas encuentra un proceso de individualización de las relaciones sociales que impone unas prioridades basadas en la búsqueda de la «competitividad» -de la persona, de la empresa, de la ciudad, de la Comunidad Autónoma, del estado, de la UE…-, en la preservación de un presunto «derecho a la seguridad» -frente a la población inmigrante, a sectores de la juventud- y en el acceso a un «capitalismo popular» que tiene en la burbuja financiera e inmobiliaria -y en la corrupción generalizada- su máxima expresión.

Es en nuestros países del «Norte» donde el reto principal de este movimiento se encuentra en poner en cuestión ese «sentido común dominante» para así poder hacer creíble lo que ya lo es en otros continentes: que no sólo es necesario sino que también es posible forzar un cambio de rumbo frente al neoliberalismo, la guerra y el racismo, reconstruyendo una cultura de la solidaridad y de lucha por la socialización de los bienes comunes, por una paz con justicia (especialmente urgente para el pueblo palestino) y por una impugnación radical de las actuales relaciones de dominación sobre el «Sur».
Pero es evidente que este movimiento necesita también para avanzar de una izquierda política que esté a su altura, que no se pliegue a la agenda impuesta por la hegemonía neoliberal, que no prime la «gobernabilidad» frente a la representación efectiva en las instituciones de un proyecto antineoliberal, anticapitalista y alternativo, que sea, en suma, una izquierda sin complejos frente a una derecha que hace tiempo que ya no los tiene. Es aquí donde el papel de las redes más activas de este movimiento debería ser clave en los próximos años recuperando su centralidad, ofreciendo estructuras de acogida más abiertas y flexibles y emplazando permanentemente a la izquierda para que no sólo sea exponente de sus demandas en las instituciones sino que se implique también directamente en la movilización social y en el impulso de un proceso de convergencia contrahegemónica.. Esa confluencia es especialmente urgente en el marco de la UE si no queremos que ésta se refuerce como una «Europa potencia» dispuesta a sacar de apuros al «amigo americano» en pro del mantenimiento de la «gobernanza» neoimperalista global.

*Miembro de Espacio Alternativo y del CPF de IU